El acuerdo es un paso importante y necesario (aunque no nos guste)

Si asumimos que el enemigo no será aplastado, es lógico que se tenga que abrir la posibilidad de acuerdos en ciertos puntos, al menos desde las fuerzas de izquierda. Lamentablemente esto no estaba del todo claro y nos percatamos de esto en todo su alcance en el debate constituyente. Hace solo unos meses muchos veíamos con cautela la instalación de esta demanda, pero cuando tomó fuerza, fue prácticamente un consenso para todos que esto implicaba: un espacio electo democráticamente y dedicado exclusivamente a la función de redactar una nueva constitución, que tuviera un plebiscito de entrada y plebiscito de ratificación. Pocas cosas más estaban claras en relación con porcentajes, itinerarios y formas de elección. Puede que haya intelectuales que hayan planteado temas de interés, pero en forma de fuerza organizada nadie tenia claro el camino. Las pocas líneas rojas eran estas y no más. Los espacios de debate de quorum, hojas en blanco, representación y otros, no habían sido planteados con seriedad en espacios organizados masivos y desde ahí se abre una caja de pandoras de interpretaciones sobre los detalles. Puntualizo algunas de estas cosas para que tomemos en contexto lo que se firmó en el acuerdo. Prácticamente todas las líneas rojas generales fueron cruzadas ampliamente.

por Sebastián Farfán

Imagen / Paro general, Paulo Slachevsky. Fuente: Flickr.


El presente texto no tiene la intención de analizar en frio los elementos de la movilización, ni menos ubicarse fuera del conflicto político en curso. Se ubica desde una militancia concreta (Convergencia Social) analizando los alcances y potencialidades del llamado “Acuerdo por la paz” firmado entre los partidos de oposición y gobierno. Esto se hará estrictamente desde el punto de vista político y no técnico en torno al acuerdo.  Se analizarán brevemente algunos elementos para plantear un juicio en medio de la polémica que se ha levantado en el mundo social y político de izquierda en Chile (entenderemos en esto al Frente Amplio (FA), Partido Comunista (PC) y las diversas voces a la izquierda de esto).

Consideraciones

  • En la base de la enorme polémica que se ha levantado por redes sociales y hasta cierto punto en la calle (funa a Beatriz Sánchez, opiniones de algunos cabildos) en torno al acuerdo, existe un elemento poco clarificado, pero que es importante sobre las lecturas que se tienen del mismo. Esto es el diagnóstico sobre los alcances de la movilización. Existen dos polos que incesantemente asoman la cabeza. Por un lado, están las lecturas mas pesimistas sobre los alcances destituyentes del conflicto y, por otro lado, están las visiones mas optimistas sobre el mismo. En el lado mas pesimista de la moneda están quienes se hacen parte de la movilización, pero ven una gran fortaleza aún en la derecha y la institucionalidad política. No se tiene grandes expectativas en el derrocamiento de Piñera y si mas expectativas en conseguir avances sociales y políticos que, lógicamente, deben ser amarrados en el proceso. Por otro lado, quienes tienen una visión mas optimista del momento destituyente, ven potencias populares desatadas y que no tienen todavía un techo claro. Que, ante la incapacidad de conducción de la política tradicional, se ha producido un bloqueo nacional que tiene al gobierno “contra las cuerdas” y que tiene posibilidades reales en el corto plazo de posibilitar la salida de Piñera y la ganada de demandas generales contra el sistema político en su conjunto.
  • Existe también una lectura sobre el rol de los partidos en la transformación social en curso. En las lecturas más movimentistas (Gabriel Salazar) sobre el proceso, el rol de los partidos es no solo prescindibles, sino contrario a la movilización. El movimiento es capaz de auto representarse y lograr organismos desde la base que, al tener mayor legitimidad que los partidos, son los espacios de soberanía popular. En visiones más políticas institucionales, el rol de los partidos es y será importante en la resolución de conflictos más allá de la enorme deslegitimación que estos tienen. El partido siempre actúa como una mediación necesaria entre la calle y la institucionalidad, siendo importante el rol de relación entre sociedad y política para estos.
  • Como es lógico, las consideraciones previas no tienen contornos fijos y se combinan en muchas direcciones.

Lectura sobre el acuerdo

Sobre la base de algunas de estas diferencias parto por decir que el acuerdo es un tremendo avance con relación al escenario que teníamos antes del 14 de noviembre. Son erróneos aquellos análisis que concentran su mirada en decir que se le dio “oxigeno” a Piñera o que se lo “salvó” al haber estado supuestamente contra las cuerdas. Esos análisis optimistas, pecan de desconocer la potencia del Estado chileno y la enorme cantidad de trincheras que existen alrededor del poder aparente del Ejecutivo. Inclusive, si se sacara a Piñera, no existe ninguna garantía real de avance más allá del plano simbólico (que no sería menor en ningún caso). El poder en Chile aparenta estar en el ejecutivo, cuando todos sabemos que se ramifica en varias direcciones, tras de lo cual se encuentra la elite económica de este país. En esto, Chile es muy distinto a Bolivia, donde al decir de Zavaleta Mercado, solo hay espacios para revolución y contrarrevolución. Creo que inconfesadamente operan estas lógicas en aquellos discursos maximalistas y moralistas sobre la movilización y el acuerdo. La máxima muestra de la fortaleza del Estado esta en la capacidad de uso de las Fuerzas Armadas (FFAA) en caso de necesidad. No existen muestras evidentes de quiebre en esta dirección, sino mas bien lo contrario. Las FFAA siguen actuando como el garrote tras la pérdida de hegemonía social y política. Recuerdo a todos que el martes 12 y miércoles 13 no eran pocas las amenazas veladas desde estos sectores y más explicitas el jueves en la mañana cuando sacaron a mostrar a los soldados en diversos lugares, sobre todo de la quinta región. En mi juicio, la salida de Piñera, no implicaría una derrota absoluta para la clase dominante, sino incluso la aplicación de medidas mas duras contra el pueblo.

Ante esta situación creo que es procedente aplicar cierto “pesimismo de la razón”. Si la clase dominante esta golpeada y con clara perdida hegemónica, eso no implicará en sentido inmediato la derrota del enemigo. Implica una posibilidad de avance para el campo popular, pero que no está asegurado en ningún caso y que dependerá de la capacidad de acumulación de fuerzas en medio de esta explosión de descontento.

Esto último que parece obvio, no lo es tanto. Si bien, esta explosión de rabia tiene un claro contenido hegemónico antineoliberal, no está organizado y representado y por lo tanto es un campo abierto a la volatilidad a nivel político. Fácilmente este escenario puede significar poderosas aperturas democráticas, pero también podría derivar en regresiones autoritarias. Esto último ya que también existen contenidos antipolíticos y anti representativos los que posibilitan a sectores de derecha un campo hegemónico posible para articular un discurso que atraiga ese descontento. José Antonio Kast me parece el personaje que mejor capta este potencial y al haber planteado en el mediano plazo la lucha contra los políticos y la corrupción como el principal problema, puede tener un campo amplio de acción.

Si la situación es de debilidad relativa del ejecutivo y de alta volatilidad, es lógico pensar que esta movilización debe arrebatar “ganadas” para el movimiento popular hacia el futuro. Cabría preguntarse ahora que entendemos por ganadas. Ganadas, en este escenario y esta lectura, implica generar aperturas democráticas y avances sociales concretos que impliquen un mejoramiento en las condiciones de vida de la gente y que nos permitan decirles a todos: “la lucha es el único camino para ganar”. Ahora bien, aclarar esto es no aclarar nada. Esto porque si se consideran avances sociales y democráticos, sería importante considerar que entendemos por estas cosas en concreto. Si asumimos que el enemigo no será aplastado, es lógico que se tenga que abrir la posibilidad de acuerdos en ciertos puntos, al menos desde las fuerzas de izquierda. Lamentablemente esto no estaba del todo claro y nos percatamos de esto en todo su alcance en el debate constituyente. Hace solo unos meses muchos veíamos con cautela la instalación de esta demanda, pero cuando tomó fuerza, fue prácticamente un consenso para todos que esto implicaba: un espacio electo democráticamente y dedicado exclusivamente a la función de redactar una nueva constitución, que tuviera un plebiscito de entrada y plebiscito de ratificación. Pocas cosas más estaban claras en relación con porcentajes, itinerarios y formas de elección. Puede que haya intelectuales que hayan planteado temas de interés, pero en forma de fuerza organizada nadie tenia claro el camino. Las pocas líneas rojas eran estas y no más. Los espacios de debate de quorum, hojas en blanco, representación y otros, no habían sido planteados con seriedad en espacios organizados masivos y desde ahí se abre una caja de pandoras de interpretaciones sobre los detalles. Puntualizo algunas de estas cosas para que tomemos en contexto lo que se firmó en el acuerdo. Prácticamente todas las líneas rojas generales fueron cruzadas ampliamente. ¿Faltan cosas que mejorar o detallar en esto? Por supuesto. Me imagino que, para la UDI, como para el FA y la izquierda en general, esto será aun materia de debates, sin embargo, reconozcamos todos con humildad, que avanzamos a tientas sobre esto y que debemos estar encima para asegurarlo.

Existe un aspecto más y que creo que es clave para muchos. En todo momento he hablado de un nosotros para referirme a la izquierda organizada en partidos. ¿Por qué esto? Simplemente porque parto defendiendo el rol mediador y de responsabilidad que tienen las organizaciones políticas en las luchas sociales. Me refiero a rol mediador entendiendo por esto a los partidos asumiendo roles, direcciones y también tomando decisiones en pos del avance del movimiento popular. Defiendo también la necesidad de lecturas colectivas y asumir costos en negociaciones si esto hace falta, en acuerdos, conversaciones de todo tipo y participación institucional también. En el caso de los partidos de izquierda tienen la responsabilidad de jugar algún rol en los escenarios políticos y las luchas sociales. En el caso de la izquierda actual en Chile defiendo con fuerza una izquierda que actúe desde abajo, pero que también actúe con incidencia desde arriba y que, en ese movimiento de pinzas, genere avances políticos para el pueblo.  Esto es mas agudo aún para fuerzas con representación parlamentaria.

Con lo anterior claro es que aun en esta lectura se provocó un desajuste entre lo de abajo y lo de arriba. Lo social no se vio claramente representado en el movimiento (necesario del Frente Amplio) en torno al acuerdo. Si bien este acuerdo es un avance, no tiene la legitimidad que busca un partido de izquierda institucional y eso es un traspié gigantesco. Con todo, hago esta observación con un sentido critico militante y no oportunista. Digo esto porque hasta antes del acuerdo no existía ninguna propuesta clara sobre la mesa para ir generando avances y tampoco existían actores legítimos para hacerlo. No existían estrategias, pues todos quienes hoy quedan bien en redes, renunciando a partidos, no plantearon caminos claros antes, y tampoco lo hacen ahora. Algunos estando incluso en posiciones de dirección, lo que sin dudas es mas grave. Tampoco existían actores claros desde donde avanzar, pues, así como se plantean criticas a los partidos, así también hace pocos días se criticaba mucho el único espacio con algún grado de legitimidad que era Unidad Social. Dejo afuera de este debate a los cabildos, pues si bien, son espacios estratégicos, sabemos todos que son potencialidades y no realidades absolutamente legitimadas en todo Chile como estructuras. Digo todo esto, para ponderar la decisión y entender que no hay espacio legitimo claro, pues al ser algo inorgánico ¿Quién es el que representa y que da salidas?

Proyecciones

En adelante creo que los partidos del Frente Amplio y el PC deben actuar más unidos. Deberán estar generando avances parlamentarios y potenciando las calles sin miedos. También creo que mi partido debe estar en eso, sin temor a los nombres de “cocina” y esas cosas. Unidad Social debe estar ahí también, pero el trabajo parlamentario es estar encima de los proyectos, tensionar y presionar. Nos guste o no. Aunque sea Unidad Social o un cabildo el que negocie acuerdos, son nuestros partidos y no otros los que deberán ser vigías de los posibles avances.

Por lo anterior es que mi visión es positiva con el acuerdo, pese a las enormes dudas que deja. Es un piso y no un techo. Una pequeña trinchera desde la que seguir la lucha.

Planteo sobre lo mismo que si bien entiendo que existen divergencias de mirada sobre lo anterior es importante ponerlas en contexto y saber que esto será un piso sobre el que avanzar y que nada esta dado por si mismo. Por lo mismo, el espectáculo de acusaciones de la izquierda ha sido doloroso pues nos hace distraer de lo verdaderamente importante, que no es sino seguir avanzando en la lucha social. El acuerdo en si mismo, aun en las visiones más moderadas, es imposible que se sostenga sin calle y en las visiones mas maximalistas, debiese ser superado por la misma calle.

Creo, además, que todos estamos de acuerdo en que esto no es lo único bajo lo cual la gente se movilizó. Se necesita un acuerdo social real, así como también perseguir responsabilidades políticas y jurídicas contra los responsables de las violaciones a Derechos Humanos.

Por último, una advertencia a todos. Debemos seguir el camino en la lucha que es lo trascendente, sin embargo, hay que mirar ya de reojo la gran batalla que vendrá en abril en torno al plebiscito con voto voluntario. Me parece que en esa instancia deberemos propiciar buscar crear dos polos antagónicos que se agrupen en la aprobación o el rechazo al legado de la constitución del 80´. Sobre esto, preguntas: ¿Hay disposición de aquellos mas maximalistas de construir un amplio marco de alianzas en torno al rechazo a la constitución y su legado? ¿Están disponibles para tensionar al resto de partidos y ciudadanía que es mas moderada que nosotros? ¿Estamos dispuestos a aceptar que en nuestros cabildos deben instalarse distintas voces para construir una fuerza amplia para ganar?

Sebastián Farfán
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Militante de Convergencia Social

Un Comentario

  1. No se trata sólo de que “no nos guste”.
    Lo que resulta claro es que:
    a) EL PACTO CONCEDE PODER DE VETO A LA PARTE QUE POSEA SÓLO UN 34%. A una minoría privilegiada le bastará el 34% de representantes en la Convención Constituyente para mantener su régimen económicosocial (garantizado en varios preceptos claves de la citada ley fundamental), ya con otra careta constitucional y con otra redacción. Para conservar las bases que, a su vez, determinan o condicionan otras áreas de jerarquía y regulación meramente legal (Parlamento) y reglamentaria (Ejecutivo).
    Y ese 34%, es un porcentaje históricamente reunido por el gran empresariado en votaciones nacionales. Minoría que puede vetar todo cambio a bases imperantes en temas principales, tal como la política económica neoliberal (sacralizada en varios preceptos) y el rol del Estado como mero subsidiario al servicio del empresariado y no como agente principal de desarrollo, rol que incide en la contratación estatal de grandes obras públicas como las carreteras; la previsional (régimen de AFPs regulado por ley pero amparado en la Constitución) y el trabajo dependiente a otros; la salud y la educación como productos de consumo y no como bienes esenciales; la engañosa “autonomía” del banco central (en verdad, entregado al control de economistas del gran empresariado en desmedro de la decisión e interés social); sobre el monopolio de la fuerza estatal, FF.AA. y de policía; e, incluso, las áreas penal y procesal.
    En lo esencial se requerirá el favor de ese 34%, la minoría.
    Y no lo harán, porque implicaría abrir la puerta para ceder privilegios mayores; confiar en que harán eso significa confiar en que se “suicide” como sector favorecido, creer en el viejito pascuero.

    b) ¿PAPELES EN BLANCO?, ¿SE PARTIRÁ DE 0? El argumento que busca justificarle invocando la existencia del “papel en blanco”, “que se partirá de 0” en caso de desacuerdo, posee débil sustento y es impracticable: en Chile ya hay una estructura jurídica legal y reglamentaria neoliberal o neoconservadora, que tiñe a ese papel (aun siendo de menor jerarquía). Y opera o “funciona” todos los días. Sólo en una realidad virtual, en un juego de video, se podría trabajar desconociendo la realidad orgánica y legal que todos los días hace funcionar (para bien o para mal), el Estado de Chile, y el país.
    Pensar que eso también es aplicable a la contraparte, es decir, que la derecha estaría en el mismo problema y necesitaría -también- esos ⅔ no tiene asidero en la vida concreta, ya que olvida u oculta que la imperante normativa ya le beneficia; es decir, que es la Izquierda la que posee la carga o la tarea de accionar para el cambio.
    Así, debería trabajarse con la imperante normativa y sistema legal (ordenamiento y su actividad); y esa normativa en un enorme porcentaje es lesiva o no beneficiosa para la parte trabajadora; es decir, la carga y el perjuicio es para la parte trabajadora. No es la parte empresarial la que debe actuar o llevar la iniciativa, sino la contraparte. Aun en caso de desacuerdo, y aun diciendo que no hay Constitución, sigue existiendo un piso o cancha normativa real, y es enormemente dispareja.
    Por lo demás, el “pacto” no menciona esto.

    c) LEYES DE QUÓRUM CALIFICADO O ESPECIAL. Se arguye, también -para tranquilizar a la gente-, de que los temas básicos se regularán por leyes de quórum especiales; sin embargo, esos quórum los fijarán esos mismos constituyentes y actuará ese mismo 34%, siendo previsible que serán altos. ¿O, acaso, se piensa que ellos se dispararán a los pies, o traicionarán a la clase empresarial?
    Añádase la normativa a que han amarrado al Estado (Tratados de “Libre Comercio”) con otros Estados y entidades multinacionales. Si esos mismos partidos han acogido tales cadenas a la soberanía, ¿puede esperarse que, en su rol constituyente, modifiquen los métodos de trabazón?

    d) EL CONTENIDO CONSTITUCIONAL REPERCUTE PRÁCTICAMENTE EN TODO, incluyendo en cómo actúan los tribunales. Reconocidos como temas esenciales en la Constitución, importa cómo o de qué manera se le estableció. La importancia del contenido constitucional, de cómo se han recogido y redactado los grandes temas en dicho texto se comprueba en cada sentencia de cada tribunal, al resolver cada caso concreto. Más importante aun si se tiene presente que la mayoría de los operadores del Derecho, incluidos los jueces, han tenido una formación conservadora.

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