4 de septiembre: Por una democracia económica con convicción anticapitalista

Debe ser el nivel de desarrollo cualitativo, humano, de los individuos y de los pueblos el que debe indicarnos el camino hacia la progresiva socialización de la propiedad, la gestión de los medios productivos y la planificación de la economía. Como bien sabía la imprescindible compañera Marta Harnecker, tenemos que hacer camino al andar. El socialismo no cae del cielo. Es participando, involucrándose progresivamente en las decisiones políticas, económicas y ecológicas, cuando los pueblos aprenden a autogobernarse. Más aún, guiados por una urgente y necesaria ética ecosocialista, debemos comprender que si queremos sobrevivir como especie humana, tenemos que abandonar el modo de producción capitalista. (Eco)socialismo o barbarie diría hoy Rosa Luxemburgo.

por Rodrigo Utrera

Imagen / Frontis de la Casa Central de la PUC, 4 de septiembre 1970, Santiago, Chile. Fotografía de Paul Lowry.


Se ha cumplido un nuevo 4 de septiembre y ya contamos 51 años desde un suceso ineludible para la izquierda: el 4 de septiembre de 1970 triunfa en las urnas de la democracia burguesa la Unidad Popular, que con el respaldo mayoritario del pueblo y sobre todo (aunque no de forma exclusiva) de las y los trabajadores, elevan a la presidencia de la República al compañero presidente Salvador Allende. Es común que, en homenaje a este hito, las y los militantes de izquierda –tanto en Chile como en otros lugares del mundo– publiquemos en nuestras redes sociales imágenes icónicas, discursos e intervenciones de quien encabezara ese proyecto. Se nos vuelve a aparecer Allende, acompañando al pueblo, siendo uno con él, haciéndose presente como un compañero más de la llamada “revolución chilena”.

Más allá del gesto, es importante no perder de vista que solo el protagonismo popular, la participación protagónica y democrática del pueblo en las esferas sociales, económicas y políticas, fueron y volverán a ser las que nos conducirán a esa nueva sociedad con que el compañero Allende, y tantas y tantos otros soñaron en su tiempo.

Apelando a esa imagen, quiero proponer un anhelo, un deseo, para este nuevo 4 de septiembre. Me refiero a la necesidad de recordar la plena conciencia y lucidez que tenía Allende y sus compañeros/as de que sin participación de los trabajadores y del pueblo en la conducción económica de las empresas y de la planificación de la economía, no habría socialismo ni una auténtica democracia.

Necesitamos que el obrero entienda que vamos a hacer factible, y rápidamente, la cogestión en las industrias. Porque no queremos un capitalismo de Estado, sino caminar hacia el socialismo. Y la participación de los trabajadores en la economía tiene que comenzar precisamente con su participación en la industria, en el comercio y en la empresa.” (Allende, 2016)[1].

Lo que Allende expone y reitera en diversas ocasiones es una conciencia crítica, anticapitalista, pero también opositora a la forma económica burocrática y antidemocrática aplicada en los “socialismos reales”, que no sólo carecían de democracia política, sino también de una democracia económica integral. Es una característica imprescindible de la vía chilena al socialismo, una vía radicalmente democrática, humanista y libertaria, que sin embargo algunos parecen ignorar cuando creen –junto a nuestros adversarios– que la condición suficiente para alcanzar el socialismo es un cambio formal en el régimen de propiedad, estatizando los medios de producción.

El socialismo es ese movimiento que se opone a que, en el capitalismo, sea este de Estado o de privados, las y los trabajadores sean reducidos a mercancías, privadas de conciencia, de capacidad de construir su destino. Hoy, con toda la fuerza del presente, sin olvidar a quienes nos antecedieron, pero sabiendo que no somos sangre nueva para viejas derrotas, debemos desplegar nuestra conciencia y nuestra acción anticapitalista. Porque por más que el sistema de dominación, explotación y alienación que es la dictadura del capital pueda transformarse en apariencia y adaptarse a las nuevas condiciones (como bien lo sabía Marx), sigue siendo ese sistema bajo cuyo yugo la inmensa mayoría de las personas no podemos ser libres y desplegar toda nuestra capacidad humana y creadora, en armonía tanto con nuestros conciudadanos, con nuestros pueblos hermanos y la naturaleza. Se trata del conflicto entre la democracia económica y la lógica del capital.

Algunas/os dirán que no es el momento, que hay que vencer al neoliberalismo primero, que quizás no están las condiciones materiales. Y no se equivocan, la correlación de fuerzas y la hegemonía cultural todavía no están del todo del lado de quienes quisieran iniciar la marcha democrática y popular hacia el socialismo.

No obstante, creo que quienes desean esperar “las condiciones materiales apropiadas” para iniciar el proceso, esperarán para siempre.

Mi convicción es que no es un determinado punto de desarrollo cuantitativo de las fuerzas productivas el que debe pautear el proceso de socialización de la gestión y propiedad de las empresas (medios de producción) y la socialización de la planificación económica (que en los “socialismos reales” fue estatizada, más no socializada). Debe ser el nivel de desarrollo cualitativo, humano, de los individuos y de los pueblos el que debe indicarnos el camino hacia la progresiva socialización de la propiedad, la gestión de los medios productivos y la planificación de la economía. Como bien sabía la imprescindible compañera Marta Harnecker, tenemos que hacer camino al andar. El socialismo no cae del cielo. Es participando, involucrándose progresivamente en las decisiones políticas, económicas y ecológicas, cuando los pueblos aprenden a autogobernarse. Más aún, guiados por una urgente y necesaria ética ecosocialista[2], debemos comprender que, si queremos sobrevivir como especie humana, tenemos que abandonar el modo de producción capitalista. (Eco)socialismo o barbarie diría hoy Rosa Luxemburgo.

El proceso constituyente en que se encuentra nuestro país es un momento propicio para generar una arquitectura institucional que nos permita estimular la inteligencia y el poder popular necesarios para conducirnos, más temprano que tarde, hacia la emancipación. Está claro que, por las limitaciones mismas del proceso constituyente, la correlación de fuerzas en la Convención, y el hecho de que escribir algo en un texto como ese no implica su inmediata traducción en una realidad material, la Constitución no nos traerá menos capitalismo y más socialismo. No obstante, podemos crear las instituciones y principios que abran nuevamente las grandes alamedas, que nos permitan avanzar y correr el cerco. Un sistema nacional de planificación participativa descentralizada[3]; el derecho de las y los trabajadores a participar en la gestión de las empresas privadas y/o del Estado; la consagración, reconocimiento y apoyo a las formas sociales de propiedad (cooperativas, empresas autogestionadas/empresas comunitarias) son algunos aspectos clave para que, con toda la fuerza de la que dispongamos, podamos avanzar hacia una sociedad más democrática, humanista y libertaria.

Nadie dijo que el camino fuera fácil, o que enfrentarse a la lógica del capital sería algo grato. Pero nuestro mejor homenaje a quienes nos antecedieron, a la valiente clase obrera chilena que triunfó en los reductos momios un 4 de septiembre de 1970, al compañero presidente que encabezó ese sueño democrático, es luchar hoy por conquistar nuestra felicidad. Como dijera un revolucionario inclaudicable, si el presente es de lucha, el futuro va a ser nuestro.

 

Notas

[1] Allende, S. Discurso de Clausura del Pleno del Partido Socialista. Santiago, 16 de marzo de 1971. Disponible en Textos de Salvador Allende (1971) de la Biblioteca Clodomiro Almeyda (pág. 116). https://www.socialismo-chileno.org/PS/APSA/Discursos%20de%20Salvador%20Allende%201971b%20.pdf

[2] Sobre el particular, recomendamos la vasta obra del marxista Michael Löwy, en particular su libro Ecosocialismo. La alternativa radical a la catástrofe ecológica capitalista.

[3] Marta Harnecker y José Bartolomé, Planificando desde abajo. Una propuesta de planificación participativa descentralizada (2015). https://www.redcimas.org/wordpress/wp-content/uploads/2017/11/planificandoDesdeAbajoHanneker.pdf

Rodrigo Utrera
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Militante de Solidaridad y estudiante de Sociología de la Universidad de Chile.