Inserción solicitada: “Recuperar la política para construir mayorías transformadoras” (Documento como insumo a las definiciones tácticas del “Congreso de Convergencia”)

(Con la publicación de este documento de uno de los grupos del “Congreso de Convergencia” -proceso de unificación de cuatro de las fuerzas de izquierda del Frente Amplio-, inauguramos un espacio para la presentación y divulgación de textos de debate orgánico en la izquierda local. La relación entre distintas orgánizaciones y las revistas de izquierda, sin subordinación orgánica entre ambos espacios, alguna vez fue una sana tradición de nuestro campo, pero que se perdió entre el “conspiracionismo” y el identitarismo. Es el momento de retomarla, rechazando así el academicismo en que suelen caer las revistas, y promoviendo la construcción de una escena cultural de izquierda que normalice estos vínculos. Así, los dejamos invitados a aprovechar ROSA como una plataforma abierta a la amplia y diversa comunidad de izquierda, para también promover los debates internos.)


 

“En síntesis, nuestro enfrentamiento central es con las formas de administración continuista de un modelo generador de múltiples expresiones de malestar, formas de administración que operan bajo el objetivo de producir el cierre del ciclo político abierto por las luchas sociales de la última década con estrategias distintas pero con un mismo fin. Nuestros adversarios, por consecuencia, son las distintas estrategias de restauración que emanan desde allí, y no solo la derecha que actualmente nos gobierna”.

por Alena Gutiérrez Moreno, Gabriel Rojas Roa, Josefina Navarrete Bada, William Acuña Henríquez, María Fernanda Canales, Cristóbal Cortés Ramírez, Jessica Jerez Yáñez, Gonzalo Winter Etcheverry.

Imagen / Lanzamiento programa Beatriz Sánchez – Frente Amplio, 21 de octubre, 2017. Fuente: Twitter FA.


 

Este documento se enmarca en el proceso de convergencia que algunas organizaciones del frente Amplio -Nueva Democracia, Izquierda Libertaria, Socialismo y Libertad y Movimiento Autonomista- nos encontramos llevando a cabo en vistas a la conformación de una nueva organización política. Nuestro objetivo es presentar, de modo sintético, algunas definiciones tácticas que el grupo de militantes abajo firmantes consideramos pertinentes de ser discutidas durante este proceso que, esperamos, concluya en la conformación de un instrumento político vigoroso y unitario puesto al servicio de la izquierda chilena y del proyecto político del Frente Amplio.

1.- Lo que ocurre a nivel global y regional con el auge de las ultraderechas se sigue menos de un desplazamiento ideológico como de una crisis de las expectativas sobre la democracia liberal. La acción demoledora del neoliberalismo ha roto todos sus supuestos: la existencia de un espacio público autónomo a los intereses privados, la separación efectiva de los poderes del Estado o el ideal de una ciudadanía activa; parecen hoy apelar más a un cierto deber moral sobre la democracia que a una realidad para la acción. El ataque prolongado en estos años a la democracia (ya reducida al ejercicio electoral como la única forma de participación) ha tendido a hacerla inútil para resolver las expectativas, deseos, conflictos y problemas de la gente, limitando la soberanía popular.

Quienes actúan como agentes del neoliberalismo son los responsables políticos de esta situación. Lo que hay en común entre Trump, Le Pen, Salvini, Bolsonaro o Kast (asumiendo sus diferencias programáticas) es la anti-política: una agresiva crítica al valor y la proyección de la democracia, y, con ello, una reivindicación de vías de salida de carácter autoritario. Quienes les apoyan se sitúan principalmente en este registro, el que se mezcla con una suerte de odio al pueblo (contra quienes reciben programas sociales, se roban “nuestros impuestos” y presuntamente no quieren trabajar) y un fuerte componente discriminatorio contra mujeres, disidencias sexuales, migrantes, pobres e indígenas. Para enfrentarlos, bien poco sirve una defensa nostálgica de los supuestos democráticos o de las anacrónicas fórmulas del antifascismo. Más vale asumir pronto esta crisis en la actual forma de la democracia y reconocer la necesidad de su superación, poniendo el centro en el reconocimiento de la otredad.

2.- Hoy es central hacernos cargo de la crisis de legitimidad que vive la democracia y de la aún protagónica separación entre política y sociedad. Hoy adquiere centralidad la disputa por superar (y no subordinarse) las lógicas bi-coalicionales que han sostenido las políticas neoliberales. Se ha instalado una imagen de deslegitimación transversal sobre todos los actores del sistema de representación política. No hay confianza en que quienes presuntamente tienen la responsabilidad de solucionar las problemáticas (“la clase política”) quieran y puedan hacerlo. Por ello, no es la suma de siglas de izquierda la que puede hacerle frente al auge de las derechas. Debe ser la proyección de sectores que enfrenten el pacto bi-coalicional y las políticas que han sustentado. Potenciar al Frente Amplio, entonces, pasa por aprovechar el potencial de cambio político que la coalición tiene. Tal es el sentido sustantivo (y no sólo moralista) de la “nueva política”. Esto no tiene que ver con negarse a convocar a quienes participan de los partidos de la llamada centroizquierda, ni mucho menos no relacionarse con ellos. Más allá de la discusión sobre alianzas políticas, tiene que ver, en cambio, con apostar por un nuevo campo político. Esto implica centralmente asumir una agenda de regeneración democrática para ampliar la democracia, incluir nuevas actorías, eliminar las restricciones a la soberanía popular y terminar con los enclaves autoritarios, fortaleciendo la participación de quienes ya están organizados, creando nuevas y creativas formas de organización donde no las haya, y propendiendo hacia una democracia como un ejercicio político vivo en lo cotidiano.

3.- Desde la elección pasada, la derecha ha buscado construir un relato político refundacional que no niegue sino que reconozca el malestar social y lo procese en clave de restauración neoliberal, cerrando las críticas que se le han abierto en la última década al Chile de la postdictadura. La debilidad creciente que ha ido mostrando el gobierno de Sebastián Piñera procede de la difícil articulación de los distintos proyectos de restauración que hoy anidan en la derecha, y que se personifican en José Antonio Kast, Ossandón y Felipe Kast, además del propio sector que articula Piñera, todos los cuales buscan construir hegemonía en su campo. Cualquiera sea el resultado de esta disputa interna, nuestra atención debe centrarse en los modos en que buscarán mantener los patrones de acumulación privada, procesar las demandas sociales y construir legitimidad social para el régimen político y sus instituciones. Es lo que se expresa de modo muy ilustrativo, por ejemplo, en la reforma previsional: un aparente aumento en las pensiones sin un cambio al patrón de capitalización individual. Su flanco más débil hoy parece estar en toda la movilización desatada a partir del asesinato de Camilo Catrillanca, en la tematización que abre de la relación plurinacional a tener con los pueblos indígenas, y en las muestras evidentes de insubordinación y corrupción de las Fuerzas Armadas y de Orden.

En síntesis, nuestro enfrentamiento central es con las formas de administración continuista de un modelo generador de múltiples expresiones de malestar, formas de administración que operan bajo el objetivo de producir el cierre del ciclo político abierto por las luchas sociales de la última década con estrategias distintas pero con un mismo fin. Nuestros adversarios, por consecuencia, son las distintas estrategias de restauración que emanan desde allí, y no solo la derecha que actualmente nos gobierna.

4.- Una izquierda nacida para el siglo XXI debe asumir como trasfondo la tarea estratégica de proyectar una propuesta emancipatoria para afrontar las tendencias de explotación que tienden a expresarse con mayor protagonismo en esta época del capital. El neoliberalismo ha intensificado los mecanismos de explotación sobre las mujeres, perpetuando la restricción de derechos sobre nuestros/sus cuerpos, invisibilizando el valor del trabajo reproductivo y degradando su expresión en lo público, protagonizando esta reciente ola feminista, el mayor cuestionamiento de relevancia actual a las formas dominantes de la moral, la política y la economía. La pobreza a la cual los grandes capitales transnacionales han condenado a algunos países ha obligado a millones de trabajadoras y trabajadores a convertirse en migrantes para buscar mejores oportunidades, precarizando su vida y desatando la discriminación del conservadurismo que busca allí las excusas a la incertidumbre en que viven las clases populares. Las matrices productivas extractivistas y desarrollistas, bases del industrialismo, han generado, a escala global y regional, la mayor crisis ambiental que enfrenta la historia de la humanidad, poniendo como necesidad emancipatoria de primer orden la búsqueda de un modelo productivo capaz de hacerse cargo de la sustentabilidad del planeta. La revolución tecnológica y la automatización parecen avanzar cada vez más en mayores oportunidades de control para el capital, en nuevas formas de sobreexplotación de la jornada laboral y en un desanclaje cada vez más creciente entre productividad y trabajo; todo lo cual afecta directamente las posibilidades de las y los trabajadores de producir valor y vivir dignamente gracias a su trabajo. Detrás de todas estas tendencias hay cada vez más mujeres y hombres que viven sus consecuencias.

5.- Es evidente que hoy las condiciones no son las mejores para un proyecto revolucionario. Nuestro piso es anterior y se relaciona con impulsar un camino de transformaciones en la democracia, en el modelo productivo, en la seguridad social y en la soberanía popular, que establezcan el comienzo de un tránsito con bases socialistas hacia la superación del neoliberalismo. Todo ello en una disputa que permita hacernos cargo de la crisis de legitimidad de la democracia y de la aún protagónica separación entre política y sociedad. El centro de este enfrentamiento debe estar en la articulación de una organización social con cada vez más proyecciones políticas de orientar en un proceso transformador, pero aquello parece una generalidad sin responder a la pregunta acerca de desde dónde y cómo propiciarlo.

5.1.- Un despliegue comunicacional intenso para movilizar una disputa ideológica que ahonde en la crisis del horizonte neoliberal: Nos encontramos ya no ante la realidad de un momento de imposición de reformas neoliberales, sino frente a un modelo económico maduro que, luego del proceso de legitimación de la transición, está sellado políticamente, con instituciones y políticas públicas que operan para su reproducción. Ello ha producido que las clases populares piensen su futuro, sus miedos y anhelos, en torno al ideal de vida neoliberal: vivir felices a través de un mayor consumo, el emprendimiento y la búsqueda del ascenso social individual, la constante competencia. Lo que entra en contradicción y produce crisis es que esas expectativas se han visto frustradas por una constante precarización de la vida. Así, el horizonte neoliberal se va descomponiendo en su capacidad de hacer sentido, pero no se le ha contrapuesto otro proyecto que pueda condensar otras expectativas. Y ello plantea una oportunidad para pelear por instalar visiones que contribuyan a cambiar la disposición hacia la organización para la transformación social, buscando un desplazamiento de la hegemonía del discurso neoliberal y haciendo de nuestra crítica radical un discurso normal. Esa disputa ideológica debe traducirse en códigos propiamente populares y en un despliegue intenso en los medios de comunicación, que son hoy las principales vías de socialización política.

5.2.- Hacer útil la participación social en la institucionalidad política, para posibilitar una superación democrática, y no autoritaria, del régimen postdictatorial: Tenemos una institucionalidad cercenada que impide el ejercicio del poder a amplias franjas de la sociedad. La organización social popular tiene poco espacio para insertarse en la institucionalidad, impulsando cambios sustantivos, debilitando su capacidad de cambiar estructuras y alcanzar sus objetivos: ¿qué utilidad tiene organizarse si de todas maneras la institucionalidad está bloqueada para los cambios? Entonces, ante la impotencia de no poder traducir nada en cambios sustantivos, las organizaciones sociales se desgastan, se cansan o, peor aún, se burocratizan. Es por ello que se vuelve urgente asentar conquistas en una nueva institucionalidad y, para ello, necesitamos reformas que promuevan y consoliden la organización: que produzcan efectivos derechos colectivos (laborales, de los pueblos originarios, de las comunidades), que terminen con los enclaves autoritarios y antidemocráticos del régimen, que produzcan un efectivo poder de decisión para los gobiernos locales y que hagan la participación social efectivamente vinculante en sus distintas materias.

5.3.- Construir seguridad social y certezas materiales, para que la inseguridad se enfrente con solidaridad y no con exclusión: El grueso de las movilizaciones que se han alzado durante el último tiempo se derivan de la frustración propia de las promesas incumplidas de las expectativas de vida neoliberal. Lo que está tras ello es la inseguridad y la incertidumbre: en la precarización y sobre explotación de las mujeres; en el endeudamiento y en la segregación en salud, educación y vivienda; en las bajas y desiguales pensiones; en la inestabilidad y desigualdad del empleo; en los impactos en las comunidades de las megaindustrias, entre otros. Es imposible tener certezas de vida si dejamos todo al arbitrio de la acumulación privada y las lógicas de competencia del mercado. Las derechas capitalizan tal inseguridad e incertidumbre por la vía de la exclusión. Nuestra apuesta debe ser hacernos cargo de ello por la vía de la solidaridad. Necesitamos impulsar reformas de seguridad social que apuesten por cambios materiales que, desde la redistribución del poder y alterando los patrones de acumulación, produzcan certezas de vida en las clases populares.

5.4.- Gobiernos locales para demostrar que se puede gobernar, y solucionar los problemas de las comunidades, socializando el poder: Debemos generar las condiciones políticas y sociales que nos permitan aprovechar las elecciones municipales para instalar que lo que se juega es la democratización de las ciudades, desconcentrando los poderes locales y fortaleciendo el poder de la organización local para atender a sus propias problemáticas. Además de avanzar en transformar la institucionalidad municipal, lo urgente es lidiar creativamente con ella. De lo que se trata es de construir un proceso que, además de ser una clave para la acumulación y dinamización nuestras fuerzas, nos permita instalar referencias de que es posible gobernar socializando el poder y asumiendo ello en la tarea de solucionar problemas concretos de las comunidades con formas económicas alternativas: que demuestren otra gestión posible, efectiva y participativa, de las problemáticas de la vivienda, la salud, la educación, el turismo, el trabajo y los cuidados, o el medio ambiente.

Estas consideraciones las exponemos con la intención de provocar y provocarnos: a pesar, reflexionar y remirar nuestras ideas y propuestas para que, en la espiral de la conversación y el fraterno debate, surja una Convergencia que logre reflejar la fuerza transformadora que nos habita.


Alena Gutiérrez Moreno
Gabriel Rojas Roa
Josefina Navarrete Bada
William Acuña Henríquez
María Fernanda Canales
Cristóbal Cortés Ramírez
Jessica Jerez Yáñez
Gonzalo Winter Etcheverry