Guerra, shock, destrucción. Brasil en el contexto del nuevo gobierno

Al final, ¿cómo llamar a un Estado cuyos agentes disparan a civiles desde un helicóptero o desde vehículos blindados como si fuera una práctica “normal” e incluso “correcta”? Una hipótesis para comprender la situación de Brasil es pensarla como parte de una guerra colonial cuyas escenas componen los frentes: fuerzas policiales y fuerzas armadas ocupando territorios y oprimiendo a sus poblaciones, en un registro similar a lo que sucede en Irak, Siria, Libia o Palestina en sus guerras coloniales de ocupación. Nada nuevo, por cierto, pues Brasil reposa sobre el genocidio de los pueblos amerindios y la esclavitud de los pueblos africanos, crímenes con los que nunca ha resuelto sus cuentas.

por Jean Tible

Imagen / Movilización bolsonarista en Brasil, 2018.


Para Gustavo Codas, militante e intelectual latinoamericano (in memoriam)

1. Escenas de Río de Janeiro

Escena 1

24 de junio de 2013. Cuatro días después de que un millón de personas protestaran en el centro de Río como parte de las manifestaciones nacionales, se produce otra manifestación demandando la reducción de la tarifa de autobús en Bonsucesso, al norte de la ciudad. Un pequeño grupo ataca a algunos manifestantes en la Avenida Brasil y se escabullen por el Complexo da Maré. La unidad del Batallón de Policía de Choque que seguía la marcha llama al Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE). Al entrar en la favela Nova Holanda, a las ocho de la noche, el comandante de este último recibe un disparo y muere inmediatamente. Una hora más tarde comienza una operación policial con armas de guerra, carros blindados, helicópteros y fusiles. Se trata de una “venganza” que durará hasta la madrugada. En medio de un clima de terror, las casas de las favelas son invadidas, decenas de residentes resultan heridos y se cuentan diez muertos. Las escenas de los crímenes fueron desmanteladas y las vainas y los cadáveres recogidos. Una semana después, el 2 de julio, miles de personas se reúnen en un acto para repudiar la masacre y las trágicas y recurrentes ejecuciones sumarias1.

Escena 2

28 de noviembre de 2015, sábado por la noche. Un grupo de seis amigos de la infancia (entre 16 y 25 años) se reúnen para asistir a un espectáculo en el Parque Madureira, en el norte de Río, y luego conducen un auto y una motocicleta en busca de una cocinería para comer algo. Estaban celebrando el primer salario que uno de ellos acababa de recibir como ayudante en un supermercado. En el camino, en el vecindario de Lagartixa, cuatro policías esperaban a unos traficantes que habían robado en Costa Barros un cargamento de una compañía donde otro oficial de policía hacía un extra como guardia de seguridad privado. Sin preguntar nada, descargaron sus rifles y revólveres sobre el carro que pasaba. Dispararon a pesar de los gestos de los jóvenes. Wilton, Wesley, Cleiton, Carlos Eduardo y Roberto murieron en ese momento. El que estaba en motocicleta logró escapar acelerando, recibiendo solo un disparo en el parachoques. Se dispararon 111 tiros (81 de revólver y 30 de pistola). 63 impactaron al coche, 40 a los jóvenes. De acuerdo a un testigo, los policías sonrieron después de los disparos2.

Escena 3

7 de abril de 2019. Es domingo, una pareja, su hijo, una ahijada y el padre/suegro van en auto a un baby shower y pasan por un área militar en el vecindario de Guadalupe, al norte de Río. Uno de los ocupantes del vehículo, Evaldo Rosa dos Santos, músico y guardia, es alcanzado por 9 tiros. El auto en el que viajaban recibió 62 disparos de rifle y pistolas de un total de 257 realizados por 9 militares. Luciano Macedo, residente del vecindario, trata de socorrer a la familia y es alcanzado por tres tiros, muriendo unos días después en el hospital. El auto habría sido confundido con otro, usado por criminales. La viuda de Evaldo, la enfermera Luciana Oliveira, informó que los verdugos se rieron y burlaron cuando los llamó asesinos.

Estas tres escenas tuvieron lugar en Río de Janeiro, la antigua capital, la “ciudad eco” nacional que tiende a anticipar las tendencias. En cada una de ellas las autoridades tuvieron reacciones diversas, de tímidas a escandalosas, pero en todas terminó prevaleciendo la impunidad de los perpetradores. Si estos eventos, para nada excepcionales, fueran situados en una obra de ficción, muchos –tanto dentro como fuera de Brasil– podrían considerarlos episodios exagerados, partes de un guion “sobre determinado”. ¿Qué pensar y sentir de un país cuyo Estado asesina a sus ciudadanos en situaciones como estas? ¿Qué pensar y sentir cuando la garantía mínima del así llamado contrato social, el derecho a la vida, es vulnerada de esta manera? Es en ese contexto en el que se debe tratar de entender al nuevo gobierno brasileño.

2. ¿Estamos en guerra?3

Escena 4

En su primera gira al exterior como presidente, Jair Bolsonaro visita los Estados Unidos y rompe así la tradición de que el primer viaje presidencial sea a Argentina. El ministro de Relaciones Exteriores organiza una cena en la residencia oficial del embajador de Brasil en Washington para el 17 de marzo de 2019. Asisten los ideólogos Olavo de Carvalho, un influyente escritor de bolsonarismo –llamado “líder de la revolución” por Paulo Guedes, ministro de Economía– y Steve Bannon. En la mesa están también siete ministros brasileños, Eduardo Bolsonaro (presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados) y periodistas de la extrema derecha de los Estados Unidos. En su breve discurso, Jair Bolsonaro declara: “Siempre soñé con liberar a Brasil de la nefasta ideología de la izquierda. (…) Brasil no es un campo abierto donde pretendamos construir cosas para nuestra gente. Tenemos que deconstruir mucho, deshacer mucho, para que podamos empezar a hacer (…). Nuestro Brasil caminaba al socialismo, al comunismo, y quiso la voluntad de Dios que sucedieran dos milagros: uno es mi vida y el otro es la elección”4.

Desmantelamiento, destrucción, demolición, deconstrucción. Se moviliza todo un vocabulario para explicar el propósito y las acciones del gobierno, expresados nítidamente en esta declaración clave en un evento político al que asiste la cúpula del gobierno en suelo estadounidense.

El gobierno de Bolsonaro logra ser al mismo tiempo la continuidad y la radicalización del gobierno de Michel Temer, elegido como vicepresidente de Dilma Rousseff y luego usurpador. Por un lado, continúa con la agenda ultraliberal ejecutada por el gobierno golpista (aprobación de un techo para el gasto público, reforma laboral, intento de restricción de derechos en materia de seguridad social) y reversión de las conquistas sociales, políticas y culturales de la redemocratización, incluyendo la Constitución de 1988. Por otro, se presenta como anti-establishment, estableciendo una relación tensa con el Supremo Tribunal Federal y el Congreso, que es el símbolo de la vieja política contra la cual se opone la nueva, representada por el “capitán-presidente”.

Desde el trágico giro de Dilma en su segundo mandato, cuando tomó medidas en contra de lo predicado en la campaña electoral para su reelección, Brasil se vio afectado por sucesivas tragedias. Entre ellas, uno de los desastres ambientales más grandes del mundo, la ruptura de la represa de la minera Vale (privatizada en la década de 1990) en Mariana, Minas Gerais, en noviembre de 2015; el incendio del museo de ciencia más grande y la institución de investigación más antigua del país, el Museo Nacional de Río de Janeiro en diciembre de 2018; en enero de 2019 otra represa de Vale, esta vez en Brumadinho, Minas Gerais, cede y mata a más de 150 trabajadores, con una cifra equivalente de desaparecidos. Fotos de un país en ruinas. ¿Fotos de un país en guerra?

¿Una guerra de qué tipo? Al final, ¿cómo llamar a un Estado cuyos agentes disparan a civiles desde un helicóptero o desde vehículos blindados como si fuera una práctica “normal” e incluso “correcta”?5 Una hipótesis para comprender la situación del país es pensarlo como parte de una guerra colonial cuyas escenas descritas más arriba componen los frentes: fuerzas policiales y fuerzas armadas ocupando territorios y oprimiendo a sus poblaciones, en un registro similar a lo que sucede en Irak, Siria, Libia o Palestina en sus guerras coloniales de ocupación6. Nada nuevo, por cierto, pues Brasil reposa sobre el genocidio de los pueblos amerindios y la esclavitud de los pueblos africanos, crímenes con los que nunca ha resuelto sus cuentas.

En el gobierno actual, esa clave de lectura se desarrolla en tres dimensiones. En primer lugar, el gobierno promueve una “agenda de muerte”. Esto se manifiesta en diversos sentidos. En el recorte de las políticas de solidaridad (la propuesta de seguridad social tiene como objetivo aprobar un modelo de capitalización en el que los pobres resultan extremadamente perjudicados, disminuye de 1.000 a 400 reales el valor de la jubilación mínima y reduce las pensiones de los trabajadores rurales, entre otros puntos); en la liberalización total de pesticidas sabidamente perjudiciales para la salud (van 262 en un poco más de doscientos días)7; en el desmantelamiento de las políticas medioambientales (el Ministerio no se extinguió únicamente por la presión de los agro-negocios, que temían por su imagen en el exterior); y en el avance de la deforestación. También al entregar la responsabilidad de la demarcación de las tierras indígenas a los campesinos (que obviamente no tienen interés en promoverlas, y las retrasan); en el desmantelamiento de históricas y reconocidas políticas contra enfermedades de transmisión sexual y SIDA; en los intentos de expandir la posesión y porte de armas; en la celebración de las masacres perpetradas por las fuerzas policiales por parte del Presidente y algunos aliados, como el gobernador de Río de Janeiro (que incluso ha llegado a ser más ofensivo)8 y el de São Paulo (que fue electo bajo su sombra y ahora busca distanciarse). También en la flexibilización de las normas de salud y seguridad laboral; en la nueva ley de drogas; en las intensificación punitivista en un país ya embarcado en el encarcelamiento masivo (por no mencionar el proyecto de ley “contra el crimen” del ministro de Justicia –un ex juez que condenó a Lula en un procedimiento kafkiano9– y que declara que la policía o el ejército pueden ser absueltos de una acusación de asesinato si el “exceso” se debió a “miedo excusable, sorpresa o emoción violenta”10. Se expresa en el discurso del odio generalizado contra maestros, activistas, periodistas, ambientalistas, feministas, y personas y colectivos fuera de la norma.

Una segunda dimensión radica en el vínculo entre Bolsonaro y sus hijos parlamentarios con las milicias, que se han convertido en un poder político importante en Río de Janeiro. Lo que ya sabemos es muy serio y pueden surgir nuevas revelaciones, ya que hay investigaciones en curso. Las milicias crecieron a partir de la década de 1990 en la zona oeste de Río, formadas por policías y bomberos tanto activos como de reserva. Al controlar territorialmente las áreas periféricas de la ciudad y sus servicios de gas, televisión por cable y transporte alternativo, forjaron toda una tecnología de poder: aparte del ya regular acaparamiento de tierras, poseían un registro de los residentes (para la supervisión de los servicios) y con eso comenzaron a jugar un papel político creciente eligiendo a concejales y diputados estatales, incluso entre algunos de sus líderes. Dos millones de personas del Gran Río de Janeiro viven en zonas dominadas por milicias, que han ido ampliado su superficie de operaciones gracias al control de las aplicaciones de transporte y el cobro de impuestos a distintos sectores, como pescadores, moto-taxis, profesionales de la salud, peluqueros, manicuristas y pequeñas tiendas, aparte de su conocida intervención en el negocio de la construcción y arriendo de viviendas.

Además de lo anterior las milicias venden sus servicios como sicarios. De ahí el vínculo con el asesinato de la concejala Marielle Franco. Casi un año después del atentado, dos ex miembros de la Policía Militar, tenidos como integrantes de la “Oficina del Crimen”, fueron arrestados11. Uno de ellos era vecino de Bolsonaro y de su hijo Carlos en el condominio donde viven. Hay más: Adriano Magalhães da Nóbrega, ex capitán de la policía y ex miembro del BOPE (del que fue expulsado), permanece fugitivo desde principios de año como sospechoso de formar parte de ese mismo escuadrón. Su madre y su esposa trabajaban en la oficina de Flávio Bolsonaro cuando era diputado estatal, quien en 2005 otorgó a Nóbrega la Medalla Tiradentes, el más alto honor de la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro (la misma medalla que luego negó a Marielle Franco, votando en contra del homenaje póstumo brindado por la Asamblea y que fue finalmente aprobado). Bolsonaro padre fue el único candidato presidencial que no se pronunció sobre el asesinato de Franco. En varias ocasiones Jair y Flávio defendieron a las milicias en el parlamento, aunque se han contenido en el último tiempo. Otro escándalo surgió a principios de este año: oficinas federales de control de transacciones financieras detectaron movimientos atípicos (alrededor de 7 millones de reales) en la cuenta de Fabrício Queiroz, asesor de Flávio y cercano a la familia. Parte de este dinero era depositado por otros asesores de Jair y Flávio en la cuenta de Queiroz. Desde la publicación del hecho Queiroz permanece escondido, posiblemente en la región donde las milicias son fuertes, la zona oeste de Río12.

Una tercera dimensión radica en el carácter colonial de este nuevo gobierno, cuestión que aparece nítidamente en su política exterior. Los textos y discursos del ministro Ernesto Araújo exudan una afectada epopeya portuguesa y predican una defensa apasionada de un Occidente cristiano (del cual Trump es un salvador) con invocaciones a la espada, la cruz y la guerra, sin contar los elogios a héroes y mártires. En este contexto celebra la colonización y a los colonizadores, cita a Sebastián I (Dom Sebastião) y sus batallas contra los moros, aconseja la lectura de José de Alencar, escritor y político liberal pro esclavista, y celebra a un historiador que “ve en las navegaciones portuguesas un gran ritual de iniciación”. Brasil, por tanto, como fruto supremo de ese “misterio”, tendría un “origen profundo y sagrado, vinculado a los arcanos más profundos del alma occidental, tal como se manifiesta en la nación portuguesa”. El más grave problema contemporáneo, para él, es la desconexión con la “vieja alma” lusitana13. El discurso de inauguración de Araújo comienza citando a las autoridades y el cuarto aclamado fue “Su Alteza Imperial y Real Dom Bertrand de Orleans y Bragança” (no por casualidad los monarquistas ocupan cargos gubernamentales y son prestigiosos14), para luego, en otra celebración colonizadora, referir el Ave María en tupí, gesto que retoma al final del discurso diciendo “¡Anuê Jaci!”15 que probablemente remita al saludo integralista “anauê”16.

Esta “nueva política exterior” muestra un espíritu de cruzada. El asesor internacional de la presidencia, Filipe Martins, celebró la victoria electoral de octubre pasado con el tuit “se decreta la nueva Cruzada. ¡Deus vult!” [‘Dios lo quiere’ en latín], refiriéndose a la primera cruzada y su intento de conquista de Jerusalén en la última década del siglo XI. Más tarde cerró el día de asunción de mando diciendo: “La nueva era ha llegado. ¡Es todo nuestro! Deus vult!”17. ¿Qué significa “Dios lo quiere”? ¿Qué quiere Dios? Si son cruzados, ¿contra quién es esta guerra? ¿Quiénes son los moros (que controlaban la codiciada Tierra Santa) y los judíos (masacrados en el camino) de hoy? ¿Quiénes son los infieles? Esto se relaciona con la majadería de negar la existencia de racismo en el país –no hay blancos ni negros, todos son brasileños– así como la ubicuidad de otras formas de opresión. Ven victimización en todas partes y no procesos históricos violentos y asimétricos. Así se va tejiendo el carácter reaccionario de este gobierno. Son negacionistas18. Negacionistas del calentamiento global (que definen como un complot del comunismo global, sin relación alguna con la acción humana bajo el capitalismo)19 y también negacionistas de las heridas sociales e históricas de Brasil.

Como decía Oswald de Andrade, a diferencia de Estados Unidos, en Brasil fue el sur esclavista el que ganó la no declarada guerra civil20. De hecho, después de la derrota en la Guerra Civil estadounidense, miles de confederados se refugiaron en Brasil, donde esta peculiar institución era todavía respetada. Sus descendientes organizan una celebración confederada anual en una ciudad del interior de São Paulo, pero simulan no ser racistas ni defender la esclavitud, solo sostener la idea de “Estado mínimo”21. Una sociedad que reprime su pasado esclavista y trata, así, de “olvidarlo”. En este Brasil que exhibe un continuo de masacres contra pobres, negros, indígenas y otros, los agentes de esta guerra ininterrumpida contra los cuerpos disidentes han llegado (o más bien regresado) al gobierno federal. Uno de ellos es Luiz Antônio Nabhan Garcia, actual Secretario de Asuntos Territoriales del Ministerio de Agricultura, opositor de la reforma agraria y fundador –siendo presidente por varios años– de la Unión Democrática Rural (UDR), nacida para oponerse al Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST). No es casual que algunos productores rurales hayan retomado discursos extremadamente bélicos22.

¿Hay un proyecto en todo esto? Quiero decir, ¿alguna propuesta de construcción más allá de la tierra arrasada? Quizás lo haya si pensamos en un plan ultraliberal, en la línea de la doctrina del shock de Naomi Klein, donde las reformas de liberalización y privatización solo son posibles después de producido el shock, ya por una tragedia provocada de forma abierta (la invasión de Irak), ya por una catástrofe “indirecta” (como en el huracán Katrina en Nueva Orleans)23. Quizás ese sea el plan de Guedes: después de la reforma de las pensiones advengan las privatizaciones masivas. ¿Podría también pensarse, aparte de lo mencionado anteriormente, en un proyecto desplegado mediante los recortes en educación aplicados en los últimos cuatro años,24 la precarización de las políticas culturales y el cierre de un centenar de “consejos de participación”, tan importantes para quienes viven en la calle, los indígenas y la población LGBTQIA+? ¿Estaremos frente a una nueva fase “acumulación primitiva”, con restricciones o abierto fin de políticas sociales y distributivas, y nuevos frentes de acumulación afincados en la minería y posibilitados por la represión sistemática? Dado que el calentamiento global no existe (o solo como una invención roja con pinceladas verdes), el horizonte parecer ser abrir las tierras, sobre todo las indígenas y las sujetas a protección ambiental, a las “actividades productivas” de la soya, a las grandes obras público/privadas –represas, carreteras, ferrocarriles– y al ganado25.

Esta sensación de inexistencia de un proyecto nacional en el actual gobierno (neo/ultra liberal/conservador) empalma con la ventajosa posición de un sector importantísimo del proceso político brasileño contemporáneo, los militares, que sorprendentemente lograron posicionarse muy bien para sus propósitos después de la crisis de protestas de junio de 2013. Hoy parecen estar priorizando demandas corporativas e individuales. ¿Se habrán convertido también en vende-patria? A la fecha no se ha escuchado ninguna voz cuestionar públicamente la venta de la Empresa Brasileira Aeronáutica, una compañía estratégica fundada por los militares, a la estadounidense Boeing, como tampoco respecto al acuerdo de concesión a Estados Unidos de la base espacial y centro de lanzamiento de Alcántara, en Maranhão. Los militares, especialmente la reserva, con más de cien cargos importantes en el gobierno, son el grupo más cohesionado de esta administración. Pero parecen más interesados en salarios y pensiones que en demandar mejor equipo militar o “planes estratégicos” para el país. Hasta ahora son el único sector de la administración pública que no ha perdido derechos con la reforma de las pensiones: si bien el plan enviado por el gobierno al Congreso aumenta el tiempo mínimo y las contribuciones, los compensa con aumentos salariales y cambios a la carrera militar. Ese ánimo también parece empapar a los procuradores de la Operación Lava-Jato, como lo evidencian las recientes revelaciones hechas por The Intercept Brasil, donde una de las estrellas del caso elabora ambiciosos planes para enriquecerse con la fama recién adquirida. Sectores de la Judicatura y el Ministerio Público (con salarios y beneficios inmorales para un país como Brasil) aparecieron con éxito como representantes del pueblo en su cruzada “anticorrupción” y fueron decisivos en las últimas elecciones, nada menos que declarando inviable la postulación del candidato que por entonces lideraba las encuestas (Lula). Esta articulación entre actores judiciales y militares, soldada por sintonías políticas y aspiraciones individuales, se refuerza aún más en el común desinterés por las condiciones de vida de los de abajo.

3. Perspectivas

El gobierno recién ha comenzado y ya vive turbulencias. Nadie sabe qué va a pasar. Algunos hablan de un posible tránsito al parlamentarismo. El apoyo de los empresarios y las clases dominantes (nítido durante la campaña) ha comenzado a declinar, pero se mantiene vivo mientras se espera por la aprobación de la reforma de pensiones, que puede ser seguida por la de impuestos, con un claro sesgo pro-mercado. El piso de arriba de la estructura social mantiene su apuesta, pero la popularidad de Bolsonaro se ha deteriorado con velocidad, retornando a sus niveles más bajos y decantando en los sectores “más duros” de esa extrema derecha que lo apoyó desde el principio26. En cierta medida prevalece la división existente desde la redemocratización a fines de la década de 1980: un tercio de la población apoyando a la izquierda, otro tercio a la derecha y el tercio restante en una posición oscilante27. No obstante, se aprecian dos cambios importantes: el segundo tercio es hegemonizado por su porción extrema y quien encarnó el liderazgo del primero está prisionero y sin perspectiva de liberación en el corto ni mediano plazo. Y si bien Bolsonaro todavía puede girar algunos errores a la cuenta del “tiempo de instalación”, los problemas que enfrenta el gobierno son serios: acusaciones de corrupción, conflictos internos, incapacidad para articular políticas, embrollos diplomáticos y falta de propuestas concretas para que las políticas públicas cubran las necesidades de la población.

El ángulo de la inestabilidad política puede ser más apropiado que el de la constancia para entender la política brasileña. Miremos el último siglo en una revisión sumaria: Getúlio Vargas asume la presidencia, y el asesinato de su candidato a vicepresidente en un crimen pasional es el detonante de lo que se conoce como la Revolución de 1930. 1932: São Paulo se rebela y pierde la guerra. 1935: la llamada Insurrección Comunista. 1937: instauración del Estado Novo (autoritario). 1945: Vargas es depuesto por un golpe militar y vuelve en 1950, elegido por voto popular. Cuatro años después se suicida. Juscelino Kubitschek casi no asume la presidencia en 1956 debido a las presiones de las Fuerzas Armadas. 1960: Janio Quadros renuncia –a la espera de que la población lo llame– siete meses después de comenzar su gobierno. Se cambia al régimen a parlamentario, por temor al vicepresidente, João Goulart, quien no hubiera asumido la primera magistratura de no mediar una fuerte movilización social. Finalmente se retorna al presidencialismo en 1963, después de un plebiscito, pero Goulart es derrocado el año siguiente por un golpe cívico-militar. Más de veinte años de dictadura militar, con tensiones e intentos internos de ruptura. El Congreso elige al primer presidente civil a mediados de la década de 1980, pero este muere antes de asumir el cargo, y lo reemplaza el vicepresidente, antiguo cuadro del régimen militar. A inicios de los 90, el primer presidente electo en décadas (Collor) es sometido a juicio político dos años y medio después de asumir el cargo. Fernando Henrique Cardoso goza de una relativa estabilidad, a pesar de la baja popularidad en el período final. El primer presidente venido de abajo, Lula, enfrenta un intento de derrocamiento en el tercer año de su presidencia, sobrevive y cinco años después deja el gobierno entre vítores; tiempo después termina encarcelado. Su sucesora será depuesta al comienzo de su segundo mandato. Temer logra terminar su período apenas. Bolsonaro es elegido y ya experimenta zozobras, acentuadas por la liberación de los dudosamente republicanos mensajes del ministro de Justicia mientras era juez.

En medio de esa trayectoria, las seguidas victorias petistas impulsaron a la derecha brasileña a su extremo ideológico, tanto en forma como en contenido: en 2006, Geraldo Alckmin se referirá agresivamente al escándalo del mensalão, inquiriendo sobre el destino de los dineros28; cuatro años después, José Serra insistirá en la cuestión del aborto como tema petista en su contienda con Dilma Rousseff; en 2014, Aécio Neves se mostrará empecinado con los financiamientos del Banco de Desarrollo a proyectos en Cuba o Venezuela, ignorando que esas políticas habían empezado con Fernando Henrique Cardoso; luego, dos años más tarde, estarán tras la irresponsable decisión de destituir a Rousseff y participar del gobierno golpista. La derecha “moderada” fue a la postre atropellada por la “dura”, anticipando algunas de sus banderas. Este sentimiento antidemocrático parece haber tomado lugar en varios actores. En sus entrevistas regulares a los periódicos, ningún empresario demuestra incomodidad con la postura y los discursos de extrema derecha del gobierno, y solo ven la posibilidad de realizar el “sueño” de la reforma de pensiones y de un equipo económico de confianza.

Brasil experimenta una fuerte crisis social. Altísimo desempleo: casi 13 millones, más 7 millones que dejaron de buscar trabajo, y otros 8 millones que trabajan menos de lo que quisieran, bordeando la cuarta parte de los brasileños en “edad activa”, esos que algunos llaman la “población subutilizada”29. Aumenta la gente que vive en la calle; el hambre está de vuelta; crecen las desigualdades. Sin respuestas concretas a esas preguntas que empujan al país al borde del colapso social, el gobierno puede volverse aún más frágil. En ese caso, ¿será capaz de mantener un grado mínimo de gobernabilidad y popularidad? ¿Podrá seguir responsabilizando a los enemigos cuando lleve más tiempo en el gobierno? Todo esto es extremadamente preocupante, y se refuerza con las señales autoritarias provenientes del gobierno y el Presidente, expresada en la comodidad con que pronuncia sus recurrentes bromas machistas, en la insistencia de transferir al Ministerio de Agricultura la organización que se ocupa de los asuntos indígenas, en el cierre del Consejo de Seguridad Alimentaria (a pesar de la opinión del Congreso y el Supremo Tribunal Federal), en el acoso al funcionario ambiental que lo multó por pescar en un área protegida, o en la decisión de nombrar a uno de sus hijos como embajador en Washington, a la usanza de los regímenes autocráticos. Es en este marco que tuvieron lugar las manifestaciones del domingo 26 de mayo, en apoyo al gobierno, que parecen haber ofrecido reservas de confianza a Bolsonaro para seguir “testeando” a las instituciones. Por lo pronto, la emergencia de un movimiento neo-fascista abre siniestras posibilidades para el futuro inmediato. ¿Creará las condiciones para movilizar a su base más fiel y activar el respaldo que tiene en las corporaciones armadas? ¿Cómo reaccionará la población? La imprevisibilidad es alta y las elecciones estadounidenses del próximo año serán importantísimas para el proceso político brasileño.

¿Y la oposición (de izquierda) a esto? Algo como eso se constituyó el 15 de mayo con una protesta masiva en más de 200 ciudades, que reunió a más de un millón de personas en la manifestación más grande en la historia del país en defensa de la educación, y que se repitió a fines de mayo y el 13 de agosto último. La huelga general convocada para el 14 de junio, sin embargo, fue menos masiva y prácticamente insignificante frente a la maquinaria de la Cámara de Diputados y sus aliados patronales (a pesar de no tener respaldo popular, dicha Cámara aprobó la reforma de pensiones, que ahora va al Senado). La paradoja se ha hecho evidente desde junio de 2013: existe una brecha entre un ambiente de movilización que incuba un fuerte caldo democrático y anti-autoritario y una falta de bríos (en general) de los partidos, sindicatos e instituciones más antiguas del campo político. ¿Es posible una real confluencia entre “Lula libre” y “Marielle vive”?

El gobierno de Bolsonaro y su hostil crítica a las instituciones ha puesto a la izquierda en un “incómodo” lugar, empujándola a una defensa acrítica y conservadora de esas mismas instituciones, a pesar de la impronta racista, sexista, anti-pobres y anti-democrática que las caracteriza30. Esto en cierta medida ya ocurrió durante la campaña del año pasado: mientras Bolsonaro criticaba las instituciones, Fernando Haddad las defendía. Ahora, esto en parte se justifica si consideramos que varios logros históricos garantizados por las leyes y las instituciones corren hoy un grave riesgo frente a los discursos y las prácticas autoritarias. Por otro lado, esto torna ineludible un problema estratégico para las izquierdas: ¿cómo llegar a la gente y proponer instituciones nuevas, radicalmente democráticas, particularmente en las instancias clave, como el Poder Judicial, los militares, los medios de comunicación? ¿Cómo intervenir sobre la calidad de la representación política, o avanzar hacia formas de participación y deliberación más directas, fortaleciendo las históricas conquistas democráticas que el poder dominante no ceja de sofocar?31 Esto, teniendo en cuenta que las clases dominantes fueron incapaces de tolerar los leves pero cruciales cambios del proyecto de Lula, y también el contexto actual, de encarcelamiento masivo, altísimas tasas de muertes violentas (60.000 al año), crisis económica y desigualdades crecientes (17 trimestres seguidos de aumento en las iniquidades de renta)32, todo en incesante retroalimentación.

Brasil se mueve hoy en un contexto mundial atenazado por la intensificación de las formas autoritarias y los deseos democráticos y libertarios. La política exterior del gobierno de Bolsonaro está conectando al país con la nueva extrema derecha internacional. Aparte del ya conocido vínculo con Trump, esto se hizo evidente en el viaje de mayo último del ya citado ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araújo a la Italia de Salvini, a quien definió como un “gran líder de la regeneración europea”, a la Hungría de Orbán, y también a Polonia, en busca de las raíces cristianas y de símbolos de resistencia y fe. En Polonia, por ejemplo, Araújo se fotografió junto al cuadro de rey polaco Juan Sobieski, celebrado por la extrema derecha del país, por el terrorista que asesinó a los jóvenes socialdemócratas en Noruega en 2011 y el de los neozelandeses en marzo33. El giro represivo global de los poderes políticos (en particular en los últimos meses, como dejó ver la feroz represión del gobierno de Macron a las protestas de los chalecos amarillos34) genera todavía más preocupación en aquellos países de frágil tradición democrática.

En la literatura actual de la ciencia política interesada en la crisis de la democracia, la moda es describir este problema como el de pueblos que no saben elegir o como el de elites que no sabrían contenerse. Tal vez sea el momento de abandonar ese tipo de conversaciones y empezar a mirar el signo de toda una década de levantamientos democráticos, desde Sidi Bouzid, en Túnez, hacia fines de 2010, y la creciente articulación de fuerzas que pujan por otras formas de democracia. Invocando a Oscar Wilde, es hora de volver a pensar la desobediencia como base de la democracia, y la rebelión como la azada que abre caminos en la construcción colectiva frente a estas guerras en curso35. Es lo que pudimos ver y sentir en el campamento sostenido por semanas (con alegría y lucha, fiesta y guerra)36 delante del cuartel general de las fuerzas armadas en Jartum, Sudán, que derrocó a un tirano del poder, y en el que germinó un movimiento con fuerte participación femenina por la instauración de un gobierno civil37. La Junta Militar decidió desmantelar el campamento el 3 de junio, más de cien personas resultaron asesinadas, decenas de cuerpos fueron arrojados al Nilo, otros cientos fueron tomados prisioneros, Internet fue bloqueado, pero el movimiento persiste38. Lo vemos en los jóvenes argelinos que, partiendo desde una pequeña ciudad en las montañas, protestan todos los viernes desde el 22 de febrero contra el “sistema” que ha gobernado durante generaciones, demandando libertad y elecciones más justas. También en las movilizaciones de todo este semestre en Haití por la destitución de su presidente, mientras los jóvenes de “Extinción Rebelión” interpelan a Europa. Lo vemos en las luchas por la vida colectiva en Brasil, sobreviviendo una guerra colonial en curso, luchando y creando, resistiendo y construyendo, en territorios libres y liberados, permanente y fugaces.

Notas.

1 Consuelo Dieguez, “Os invisíveis. A noite de terror, os mortos e os sobreviventes da Maré depois da operação do Bope”, Piauí, edição 83, agosto 2013, en línea: https://piaui.folha.uol.com.br/materia/os-invisiveis/; Eliane Brum, “Também e somos o chumbo das balas”, Época, 1 de julio de 2013, en línea: http://revistaepoca.globo.com//Sociedade/eliane-brum/noticia/2013/07/tambem-somos-o-chumbo-das balas.html; y “Ato ecumênico em memória dos mortos da Maré – ESTADO QUE MATA, NUNCA MAIS!”, Fórum Justiça, s/f, en línea: https://www.forumjustica.com.br/ato-ecumenico-em-memoria-dos-mortos-da-mare-estado-que-mata-nunca-mais/

2 “Policiais deram mais de 100 tiros em carros de jovens mortos no Rio”, G1 Rio, 2 de diciembre de 2015, en línea: http://g1.globo.com/rio-de-janeiro/noticia/2015/12/mais-de-100-tiros-foram-disparados-por-pms-envolvidos-em-mortes-no-rio.html; Maria Mazzei, “PMs sorriram após fuzilar cinco jovens em Costa Barros, diz testemunha”, R7, 14 de diciembre de 2015, en línea: https://noticias.r7.com/rio-de-janeiro/pms-sorriram-apos-fuzilar-cinco-jovens-em-costa-barros-diz-testemunha-04122015; Jorge Rojas, “As vítimas silenciosas de Costa Barros”, Pública, 28 de noviembre de 2016, en línea: http://apublica.org/2016/11/as-vitimas-silenciosas-de-costa-barros/; Cassiano Martines Bovo. “3 anos da Chacina de Costa Barros: 5 jovens mortos, 111 tiros”, Justificando, 9 de noviembre de 2018, en línea: http://www.justificando.com/2018/11/09/3-anos-da-chacina-de-costa-barros-5-jovens-mortos-111-tiros/

3 Peter Pál Pelbart, Ensaios do assombro (São Paulo: n-1edições, 2019).

4 “Jantar de Bolsonaro em Washington teve Olavo de Carvalho e Steve Bannon”, Poder 360, 18 de marzo de 2019, en línea: https://www.poder360.com.br/governo/jantar-de-bolsonaro-em-washington-teve-olavo-de-carvalho-e-steve-bannon/

5 José Cícero da Silva, “‘Caveirão voador’ é usado como plataforma de tiro, dizem moradores”, Pública, 18 de abril de 2019, en línea: https://apublica.org/2019/04/caveirao-voador-e-usado-como-plataforma-de-tiro-dizem-moradores/

6 Sigo en este punto al antropólogo Piero Leirner (UFSCAR), a quien agradezco.

7 Padre João. “O veneno está na mesa: mais 51 agrotóxicos liberados pelo governo Bolsonaro”, Brasil de Fato, 23 de julio de 2019, en línea: https://www.brasildefato.com.br/2019/07/23/artigo-or-o-veneno-esta-na-mesa-mais-51-agrotoxicos-liberados-pelo-governo-bolsonaro/

8 Rafael Soares, “Mortes pela polícia no primeiro trimestre de 2019 batem recorde histórico no Rio”, Extra, 28 de abril de 2019, en línea: https://extra.globo.com/casos-de-policia/mortes-pela-policia-no-primeiro-trimestre-de-2019-batem-recorde-historico-no-rio-23626541.html

9 A las evidentes irregularidades del processo, ahora se agregan los vínculos inconstitucionales e ilegales entre el juez Moro y los fiscales, revelados en junio pasado por The Intercept Brasil. Estas primeras conversaciones son parte de un material más amplio recibido por el sitio de investigación. En las semanas siguientes pudimos conocer mejor cómo funcionaba tras las bambalinas la Operación Lava Jato, sobre todo sus relaciones con otros grupos sociales. Al respecto, ver Glenn Greenwald, Betsy Reed y Leandro Demori, “Como e por que o Intercept está publicando chats privados sobre a Lava Jato e Sergio Moro”, The Intercept Brasil, 9 de junio de 2019, en línea: https://theintercept.com/2019/06/09/editorial-chats-telegram-lava-jato-moro/

10 Douglas Belchior y Selma Dealdina, “Segurança pública e genocídio negro no Brasil”, Folha de S.Paulo, mayo de 2019, en línea: https://www1.folha.uol.com.br/opiniao/2019/05/seguranca-publica-e-genocidio-negro-no-brasil.shtml

11 “Oficina del Crimen” o “Escritório do Crime” es el nombre de una milicia de sicarios de elite, integrada por policías militares y ex polícias, que opera en la zona oeste de Río. Dos de sus miembros han sido sindicados como culpables del asesinato de Marielle Franco en marzo de 2018. Nota del traductor.

12 Luiz Fernando Vianna, “Oito notas sobre as milícias e o seu improvável fim”, Época, 15 de abril de 2019, en línea: https://epoca.globo.com/oito-notas-sobre-as-milicias-o-seu-improvavel-fim-23598734

13 Ernesto Araújo, “Trump e o Ocidente”, Cadernos de Política Exterior, Año III, No. 6 (2018): 323-357.

14 João Filho, “Carla Zambelli e sua turma de monarquistas se aliaram a Bolsonaro para revogar avanços do Século 20”, The Intercept Brasil, 19 de mayo de 2019, en línea: https://theintercept.com/2019/05/19/o-casamento-de-monarquistas-e-bolsonaro-nao-e-acidente-ambos-querem-revogar-avancos-do-seculo-20/

15 “Discurso do ministro Ernesto Araújo durante cerimônia de Posse no Ministério das Relações Exteriores, Brasília, 2 de janeiro de 2019”, en línea: http://www.itamaraty.gov.br/pt-BR/discursos-artigos-e-entrevistas-categoria/ministro-das-relacoes-exteriores-discursos/19907-discurso-do-ministro-ernesto-araujo-durante-cerimonia-de-posse-no-ministerio-das-relacoes-exteriores-brasilia-2-de-janeiro-de-2019

16 “Anauê” era el saludo oficial entre los militantes de Açao Integralista Brasileira, también conocido como los “camisas verdes”, movimiento político brasileño ultranacionalista fundado en la década de 1930 que amalgamó elementos del fascismo italiano, el integrismo portugués y de la Doctrina Social de la Iglesia. Los integralistas lo utilizaban como sinónimo de hermandad. Nota del traductor.

17 José Fucs, “Filipe G. Martins, o ‘jacobino’ que chegou ao Planalto”, Estadão, 12 de enero de 2019, en línea: https://politica.estadao.com.br/noticias/geral,filipe-g-martins-o-jacobino-que-chegou-ao-planalto,70002677215

18 Débora Danovski, Negacionismos (São Paulo: n-1edições, 2018).

19 “‘Discurso apocalíptico no meio ambiente é feito para gerar emoções’, escrevem Flávio Bolsonaro e Márcio Bittar”, Congresso em Foco, 26 de abril de 2019, en línea: https://congressoemfoco.uol.com.br/opiniao/forum/mitos-e-falacias/

20 Oswald de Andrade, “Aqui foi o Sul que venceu” (1944), Ponta de Lança (São Paulo: Globo, 1991).

21 “Brazil’s long, strange love affair with the Confederacy ignites racial tension”, The Conversation, 6 de mayo de 2019, en línea: http://theconversation.com/brazils-long-strange-love-affair-with-the-confederacy-ignites-racial-tension-115548

22 Ciro Barros, “‘Desfaça tudo essas reservas’, diz produtora a secretario em reunião de fazendeiros do Pará com governo federal”, Pública, 22 de abril de 2019, en línea: https://apublica.org/2019/04/desfaca-tudo-essas-reservas-diz-produtora-a-secretario-em-reuniao-de-fazendeiros-do-para-com-governo-federal/?fbclid=IwAR2_5tQv6dF4EKi9jJHDuV_ny4-EdPyrngKLOP4uyguSfQh2DOCKsx-qn-8

23 Naomi Klein, La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre (Barcelona: Paidos, 2007).

24 Guilherme Mazieiro, “Em 4 anos, Brasil reduz investimento em educação em 56%; cortes continuam”, UOL, 2 de mayo de 2019, en línea: https://educacao.uol.com.br/noticias/2019/05/02/em-4-anos-brasil-reduz-investimento-em-educacao-em-56.htm?utm_campaign=resumo-manha&utm_content=hyperlink-texto&utm_medium=email&utm_source=newsletter

25 Eliane Brum, “O ‘mártir’ governa”, El País, 24 de abril de 2019, en línea: https://brasil.elpais.com/brasil/2019/04/24/politica/1556125632_087654.html

26 Sobre el último proceso electoral, véase mi texto “Estamos todos en peligro: razones y perspectivas de la victoria electoral autoritaria en Brasil”, Revista Política Latinoamericana 7 (julio-diciembre, 2018), en línea: http://politicalatinoamericana.org/revista/index.php/RPL/article/view/121/133

27 “Aprovação de Bolsonaro se estabiliza em 33% e consolida divisão política do país, diz Datafolha”, Folha de S.Paulo, 8 de julio de 2019: https://www1.folha.uol.com.br/poder/2019/07/aprovacao-de-bolsonaro-se-estabiliza-em-33-e-consolida-divisao-politica-do-pais.shtml

28 El “escândalo do mensalão” (2005) refiere a un caso de corrupción política de alto nivel durante el gobierno de Lula en el que estuvieron involucrados militantes del Partido de los Trabajadores y de otros partidos aliados del oficialismo. Nota del traductor.

29 Regiane Oliveira, “Desemprego no Brasil chega a 12,5% e atinge 13,2 milhões de trabalhadores, diz IBGE”, El País, 31 de mayo de 2019, en línea: https://brasil.elpais.com/brasil/2019/05/31/economia/1559312475_679888.html

30 En un ejemplo reciente, en 2016, el entonces Secretario de Seguridad Pública de São Paulo, Alexandre de Moraes, innovó respecto a la posibilidad de que las fuerzas policiales pudiesen irrumpir y “recuperar” sin orden judicial los recintos escolares tomados por sus estudiantes. Este y otros servicios fueron generosamente recompensados, pues por esos mismos días De Moraes se convertiría en ministro de Justicia de Temer, quien luego lo designó para el Supremo Tribunal Federal tras del accidente y la muerte (todavía no aclarada) del ministro Teori Zavascki. Cuando una acción judicial cuestionando la constitucionalidad de la medida sobre recintos escolares llegó al Supremo Tribunal Federal, ¿quién fue el relator? El mismísimo Moraes, quien la rechazó incluso antes que la Oficina del Fiscal General expresara su posición. “Alexandre de Moraes relata e trava caso sobre ele mesmo no Supremo”, Folha de S.Paulo, 23 de abril de 2019, en línea: https://www1.folha.uol.com.br/poder/2019/04/alexandre-de-moraes-relata-e-trava-caso-sobre-ele-mesmo-no-supremo.shtml

31 Intentamos contribuir colectivamente en este sentido en el marco del grupo de trabajo “Política e Poder” del Programa de Gobierno de Guilherme Boulos y Sônia Guajajara. Ver “Poder e política: precisamos de uma revolução democrática”, en línea: https://vamoscomboulosesonia.com.br/gt-politica-2/

32 Marcelo Neri, “A Escalada da Desigualdade – Qual foi o Impacto da Crise sobre Distribucão de Renda e Pobreza?”, Centro de Políticas Sociais, Fundação Getulio Vargas, agosto de 2019, en línea: https://cps.fgv.br/desigualdade

33 Sobre este despliegue en redes sociales: https://twitter.com/ernestofaraujo/status/1127527963409432578 y https://twitter.com/ernestofaraujo/status/1127292127522762754.

34 David Dufresne, “‘Allô place Beauvau, c’est pour un bilan’, une cartographie des violences policières”, Mediapart, 25 de enero de 2019, en línea: https://www.mediapart.fr/studio/panoramique/allo-place-beauvau-cest-pour-un-bilan.

35 Oscar Wilde, El alma del hombre bajo el socialismo (1891).

36 Beatriz Perrone-Moisés. Festa e guerra. Tese de Livre-docência, Departamento de Antropología, FFLCH/USP, 2015.

37 Nicole Guardiola, “A revolução sudanesa: a terceira é de vez?”, Buala, 29 de mayo de 2019, en línea: http://www.buala.org/pt/jogos-sem-fronteiras/a-revolucao-sudanesa-a-terceira-e-de-vez.

38 Daniel Avelar, “Não confiamos nos militares do Sudão, diz port-voz de protestos”, Folha de S.Paulo, 9 de julio de 2019, en línea: https://www1.folha.uol.com.br/mundo/2019/07/nao-confiamos-nos-militares-do-sudao-diz-porta-voz-de-protestos.shtml

Jean Tible
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Profesor de Ciencia Política en la Universidad de São Paulo (USP) y columnista habitual de Nueva Sociedad. Su más reciente libro es Marx selvagem (São Paulo: Autonomia Literária, 2019); también editó Junho: potência das ruas e das redes (São Paulo: FES, 2014) y Negri no trópico (São Paulo: Autonomia Literária/Editora da Cidade/n-1edições, 2017). Este artículo fue traducido por Andrés Estefane, miembro del comité editorial de ROSA.