Entrevista a Diego Sztulwark: “La cuestión de las formas de vida se juega en el corazón mismo de la lucha de clases”

Diego Sztulwark es docente y coordina grupos de estudio sobre filosofía política en Buenos Aires. Formó parte del Colectivo Situaciones entre los años 2000 y 2009 con el que realizó un intenso trabajo de investigación militante. Estará en Chile esta semana realizando un seminario en el Departamento de Filosofía de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, donde presentará su último libro La ofensiva sensible. Neoliberalismo, populismo y el reverso de lo político (Caja Negra, 2019). En esta entrevista repasa algunos de los temas centrales de este volumen en diálogo con el estallido social que está ocurriendo en Chile.

por Pierina Ferretti

Imagen /Fotograma del taller “La normalización de la cultura”. Fuente.


PF: Diego, comencemos con preguntas muy básicas para ubicar a lxs lectorxs en los ejes que estructuran tu reflexión y en los principales conceptos que construyes. ¿A qué te refieres con “ofensiva sensible”?

DS: Si pensamos en el Cono Sur de América Latina veremos que primero las dictaduras y luego el terrorismo de estado constituyen, ante todo, auténticas ofensivas en el plano de la sensibilidad. Me gusta la definición que da Franco “Bifo” Berardi de sensibilidad: es la capacidad de descodificar el mundo sin una previa codificación. Como lo analizó el filósofo León Roiztchner, el terror y el mercado son modos de creación de modos de vivir. Estas sociedades atemorizadas, en la que cada quien es obligado a realizar su existencia según los requerimientos del mercado, están en la base de la articulación entre patriarcado y privatización económica que investiga la antropóloga Rita Segato. Si miramos la Argentina, los tres grandes movimientos de lucha social y política, desde el fin de la dictadura para acá, contienen fuertes elementos de resensibilización del campo social: las Madres de Plaza de Mayo, los movimientos piqueteros durante la crisis del 2001, los actuales feminismos populares. Cuando digo resensibilización del campo social pienso en la capacidad de las grandes luchas contra el terrorismo de estado y el neoliberalismo de crear espacios desde los que retomar desobediencias del pasado, así como de comunicar luchas aparentemente inconexas y de politizar el dolor que de otro modo quedaría encapsulado en el campo privado.

PF: Sigamos con los conceptos que constituyen la base de tu libro y que le dan estructura. ¿Qué estás entendiendo por neoliberalismo, por populismo y por “reverso de lo político”?

DS: La estructura del libro consta de cuatro momentos. El primero intenta pensar la crisis -a partir de la potencia destituyente desplegada durante las luchas antineoliberales del 2001- como punto de vista desde el cual relanzar la critica política del orden social; el segundo discute la noción misma de neoliberalismo, tan útil políticamente como confusa teóricamente, distinguiendo tres niveles: neoliberalismo como forma global del capitalismo actual; como programa coyuntural sostenido por un partido neoliberal; como micropolítica o racionalidad que determina nuestros cálculos y opciones. Lo más preocupante respecto del neoliberalismo es su desprecio por la vida. El partido neoliberal llegó por primera vez al poder por las urnas en la Argentina con Mauricio Macri. Sus primeros años se sostuvieron sobre el discurso del coaching existencial, pero dado el nivel para ellos inesperado de resistencia social, muy pronto aparecieron los rasgos neofascistas, a lo Bolsonaro, el odio a todo lo que en la vida no se adapta a la producción y a las formas de consumo que se salen de las pautas de mercado. De allí la importancia de la derrota de Macri en las últimas elecciones. ¿De dónde surge la resistencia que obstaculiza el gobierno de Macri? El tercer momento problematiza la voluntad de inclusión o el momento populista como variante débil del neoliberalismo. A partir de una serie de límites que es preciso teorizar: la precariedad de la mediación ofrecida a las organizaciones populares; la incapacidad de modificar el modo de acumulación y una concepción poco eficaz de la disputa por la subjetividad con el neoliberalismo, fundada más en argumentos que en reformas de los dispositivos económicos, de seguridad, de representación y mediáticos que organizan materialmente los modos de vivir. El último momento rastrea la presencia plebeya en lo que hay de políticamente vivo en la Argentina. Si hablo de un “reverso de lo político” es porque el anverso, aquello que se piensa y se practica como política convencional, está en retraso con relación a este reverso plebeyo.

PF: “Hay ocasiones que obligan a pensarlo todo de nuevo” afirmas en las primeras líneas, haciendo referencia a la crisis del 2001 y al remezón social, político y cognitivo que significó para quienes, como tú, fueron atravesados por esa experiencia. Leída hoy, esta frase parece escrita para el momento excepcional que estamos viviendo en Chile y la recibo como una invitación a penetrar en lo que llamas el “potencial cognitivo de la crisis”. ¿Cómo piensas la crisis y su dimensión productiva?

DS: Todo el libro es un intento de responder de modo directo a estas preguntas. Durante 2001 con varixs compañerxs formamos un colectivo de investigación militante (Colectivo Situaciones) con el propósito de elaborar desde las luchas el potencial político en medio de la convulsión destituyente. La idea de crear un dispositivo intelectual-militante interno a las luchas pretendía subrayar el que la fuerza del “no” abría nuevas opciones de instituir sociedad. La investigación militante fue parte del conjunto de saberes y estrategias producidas por piqueteros, escraches, toma de fábricas, clubes del trueque en y para la crisis. La incapacidad para crear forma política propia cedió lugar a la experiencia que muchos llaman populista y luego a la tentativa de reforma propiamente neoliberal de los últimos años. Cada una de estas políticas tiene su propia discursividad y su política de lectura de lo social. La experiencia del kirchnerismo es inseparable de la intelectualidad de los años setentas, la filosofía del populismo de Laclau o la iniciativa de Horacio González con Carta Abierta. Durante el macrismo la lectura de lo social y la creación de lenguajes tiene que ver con los estudios de mercado, los focus group, los saberes supuestamente infalibles de manipulaciones de las redes sociales y los medios. Mi impresión es que la función de la investigación militante, que es la organización simultánea de conocimientos y formas de organización a nivel de la inteligencia colectiva, se ha difundido en las nuevas luchas, no sólo en el ámbito de los derechos humanos, el feminismo popular y el trabajo precario, sino en cada articulación en que la creación de forma de vida implica una nueva politización. Quizás la investigación militante se esté desarrollando hoy en practicas terapéuticas, docentes, artísticas, activistas. Todos aquellos que en contacto con las modulaciones del lazo social, se mantienen en guardia contra los intentos de desactivar el punto de vista antagonista de la crisis.

PF: Me gustaría preguntarte por una línea que recorre tu elaboración y que tiene mucho que ver con lo que está pasando en Chile. Me refiero a la potencia que atribuyes al malestar y a la precariedad y a la necesidad de desplegar lo que llamas una “política del síntoma”. Encontrar potencia en estas condiciones frágiles de la existencia en el neoliberalismo no resulta ni evidente ni inmediato. ¿Qué ves allí? ¿por qué sostienes que hay potencia en la precariedad? ¿qué es para tí una política del síntoma? ¿a qué le llamas “politizar” el malestar?

DS: Tomo prestado del filósofo catalán Santiago López Petit la idea de politizar el malestar. Si el neoliberalismo es la articulación de los modos de vida en función de producción de valor por medio del gobierno del trabajo y del consumo, es decir, de las energías y deseos, es necesario partir del enorme malestar existencial que produce la experiencia de cuajar con las exigencias propias de ese tipo de vida. Desde padecimientos psíquicos a rebeldías varias. Una política del síntoma quizás consista en escuchar aquello que en nuestras existencias no cuaja en la emocionalidad neoliberal para desplegar a partir de ahí creaciones de verdades propias. No se trata de un mero ejercicio privado, como quieren las técnicas neoliberales de la vida, sino de nuevas estrategias, enjuagues y alianzas que nos muestran hasta que punto la cuestión de las formas de vida se juega en el corazón mismo de la lucha de clases. En efecto, la empresa neoliberal además de crear mercancías es un enorme esfuerzo por crear aquellos modos de vida en que esas mercancías son realizables. En el libro distingo entonces entre modos de vida que funcionan bien en las sociedades de mercado y formas de vida que parten de lo anómalo y del sintoma nutriendo nuevas politizaciones. La diferencia principal entre ambas es que en el modo de vida neoliberal la potencia es plena y contundente (productiva y sin interrupciones), mientras que a nivel de las formas de vida la potencia contiene fragilidad, vacilación, multiplicidad. Quizás lo que vemos estos días en Chile permita ampliar y precisas estas intuiciones. De hecho Chile es presentado hace décadas como el país de los modos de vida neoliberales, la sociedad sin síntomas, como si los estudiantes en las calles y las comunidades mapuche en lucha no fueran síntomas lo suficientemente contundentes.

PF: Leyendo tu libro en medio de este estallido, donde a muchxs nos ronda la pregunta de cómo es posible articular y potenciar esta fuerza y de las tareas que debiera asumir eso que llamamos “izquierda” en un momento como este, me gustaría que retomaras la reflexión que planteas sobre lo político a partir de ese “maquiavelismo desde abajo” que atraviesa tu elaboración.

Llamemos izquierda menos a una tradición y más a las luchas que no aceptan el proyecto de la propiedad privada concentrada, su dinámica y sus consecuencias. Desde el alzamiento zapatista de 1994 hasta aquí las izquierdas buscan resistir un sistema global y complejo de dominación que no tiene un afuera claro. En todo caso, la sensación es que estamos “adentro y en contra”. Y buscamos imaginar desde allí un “más allá”. Los pasos que se van dando consisten en procesos en los cuales se logra poner ciertos límites a la dominación. La practica de poner límites abre espacios para experimentar formas colectivas de toma de decisiones. En el libro recupero fragmentos de una lectura izquierdista de Maquiavelo, para quien la política es la división entre quienes quieren dominar y quienes no quieren ser dominados. El príncipe que se proponga crear una situación post neoliberal -príncipe colectivo, determinado por una multiplicidad de colectivos y organizaciones populares- deberá también activar un procedimiento de lectura capaz de traducir las desobediencias en nuevos diseños institucionales capaces de poner en marcha la fuerza de las mayorías. Claro que no me refiero a una concepción meramente electoral de las mayorías, porque las mayorías en tanto que solamente electorales son continuamente desposeídas de su capacidad para imponer decisiones en particular sobre la reproducción de la vida, que es lo que me cuentan de las luchas actuales en Chile por desprivatizar la reproducción social de la vida a nivel de la educación, la salud, los salarios y pensiones. La democracia se pierde si las mayorías no son capaces de ejercer su poder, de derrotar el poder privatizador de los bancos y de las finanzas globales.

 

* El libro se presentará el viernes 15 de noviembre a las 11:30 hrs en el Salón de Honor de la UMCE

Pierina Ferretti

Socióloga e integrante de la Fundación Nodo XXI.