El Morbo Español

“Este morbo ha mermado la confianza. Apareció y se difundió fulminantemente, superando todo obstáculo y toda previsión higiénica. ¿Un aviso? ¿Un síntoma? ¿Una amenaza del desconocido destino a los hombres que tensan demasiado el arco de la vida? Se resuelve con el adjetivo…”

por Antonio Gramsci

Imagen / Hospital de emergencia durante la “Gripe Española”, Kansas, EEUU, c.1919. Fuente.


Fiebre de tres días, fiebre de mosquito. Expresiones no populares, que no se han difundido. En Francia han encontrado el adjetivo apropiado: grippe española; y los periódicos italianos han aceptado el adjetivo: “Desde Berlín, llega la noticia de que el embajador de Turquía, Hakki Bajá, murió por la enfermedad española”.

Los periodistas-médicos han proveído: la enfermedad no es nueva para los anales de la ciencia y de la experiencia humana. Pero los médicos-periodistas no saben explicar porqué el morbo se ha hecho epidemia y se ha extendido rápidamente por todos los países europeos. Siempre existió, ¿pero con qué difusión, con cuántas víctimas? Y, ¿por qué justo en estos últimos meses se ha recrudecido, intensificando sus efectos hasta el extremo de condicionar el proceso de los acontecimientos históricos, retrasando o adelantando ofensivas y contraofensivas?

Si la enfermedad no es nueva, habrán cambiado las condiciones de su difusión, habrán cambiado los hombres y su resistencia al morbo. La enfermedad tendrá algo que ver con la guerra; de ahí que se haya aceptado el adjetivo… española.

El adjetivo es un amuleto, un exorcismo. El adjetivo “neutral” aleja de la fantasía cualquier preocupación temerosa, cualquier duda derrotista.

El morbo no es letal (Hakki Bajá murió por su causa, pero era un turco, y además vivía en Alemania). El morbo es, sobre todo, una molestia. Pero la extensión que ha abarcado, su irresistible difusión de un país a otro, tiene una magnitud que lo asemeja a una fuerza de la naturaleza, primaria, contra la que nada puede la voluntad del hombre.

La posibilidad de resistencia humana ha demostrado ser increíble en estos últimos cuatro años. El sufrimiento, el dolor, la privación, se han sobrellevado: todo resistió y pareció invulnerable.

Este morbo ha mermado la confianza. Apareció y se difundió fulminantemente, superando todo obstáculo y toda previsión higiénica. ¿Un aviso? ¿Un síntoma? ¿Una amenaza del desconocido destino a los hombres que tensan demasiado el arco de la vida? Se resuelve con el adjetivo. El morbo es “español”: viene del país de la neutralidad, no está intrínsecamente ligado con las nuevas condiciones de resistencia fisiológica creadas por la guerra.

Por otro lado: ya se sabe que la Revolución ha llevado a Rusia el cólera…


1º de agosto de 1918.