La muerte de Lucien Sève y su legado para el comunismo del siglo XXI

El capitalismo no colapsará por sí solo, todavía tiene la fuerza para llevarnos a la muerte a todos”, sentenció lúcidamente Lucien Sève como una inquietante invitación a la organización revolucionaria. La contundente afirmación de Sève es un posicionamiento dialéctico en contra de aquel mecanicismo de algunos marxistas que sostienen que el capitalismo caerá por sí solo, ahogándose en sus propias contradicciones, sin que ésto significara al mismo tiempo la barbarie social y ecológica. Al capitalismo hay que superarlo, práxica e intergeneracionalmente, en lugar de sentarnos a esperar su colapso que sería también el colapso de la humanidad como la conocemos.

por Manuel Vega Zúñiga

Imagen / Lucien Sève. Fuente: l’Humanité.


El lunes 23 de marzo del presente año, hace una semana, falleció en Francia, víctima del Covid-19, Lucien Sève, uno de los últimos grandes exponentes francófonos del marxismo revolucionario. Sève fue contemporáneo de Frantz Fanon y de Louis Althusser, amigo cercano de este último, y la amistad no le impidió criticarlo teóricamente con dureza. Su obra ocupó un espacio marginal respecto a la de otros titanes del marxismo francés, y por lo mismo resultó eclipsada. No obstante, se alza como una de las más prolíficas y eruditas para pensar el comunismo en la actualidad.

Lucien Sève fue un filósofo comunista de largo aliento, marxista, también leninista, pero no dogmático ni panfletario. Leía a Marx en alemán y a Lenin en ruso. Un comunista forjado a lo largo del siglo XX, que se encontraba al filo del horizonte imaginando las potencias del comunismo para el siglo XXI.

Fue también un teórico de la alienación y de la emancipación, defensor la idea de la libertad del individuo como precondición básica para la emancipación social colectiva. Su comprensión antropológica del ser humano como relacionalidad histórica y no como esencialidad suprahistórica, tiene mucho que aportar a quienes, por ejemplo, fundamentan los derechos humanos-históricos en una dignidad abstracta e impersonal que oculta las diferencias de clase y las relaciones de explotación.

Sève murió a los 93 años, diagnosticado con Coronavirus, pero él no era un viejo retirado de las batallas que dio siendo aquel joven sesentayochero que al calor de los tiempos se asumió temporalmente marxista. Lucien comenzó su militancia en los años 50 y su producción teórica se inició a finales de los 60’s para extenderse por medio siglo. Su último libro, de hecho, fue publicado apenas el año pasado.

“Marxismo y teoría de la personalidad”, es su obra más conocida, y de hecho su primer libro importante, publicado originalmente en 1969. Profundamente influenciado por el pensamiento de Vigotsky, en particular en lo referido la construcción del sujeto, en el libro Sève ajustó cuentas con la lectura antihumanista de las “Tesis sobre Feuerbach”, del joven Marx, efectuada por Louis Althusser.

Casi cuatro décadas después, la influencia de Vigotsky seguía latente en Sève, y condensando su experiencia como miembro del Comité Consultivo Nacional de Ética de Francia, publica en 2006 “Qu’est-ce que la personne humaine?: bioéthique et démocratie”. Aquí volvió críticamente al análisis de la antropología filosófica desde una perspectiva materialista, ofreciendo lecturas sugerentes para pensar la constitución de la persona humana como entramado de relaciones sociales históricas y concretas, refutando así la concepción del ser humano basada en esencialismos inmutables.

Su gran aportación teórica es fruto de toda su experiencia filosófica y militante acumulada, que no se anquilosó ni se volvió letánica, sino que siguió siendo creativa y revolucionaria en la fase más madura de su vida. El más portentoso resultado fue su descomunal tetralogía dedicada a “Penser avec Marx aujourd’hui”. Esos 4 tomos escritos a lo largo de los últimos veinte años tuvieron como objetivo dialéctico “pensar con Marx hoy”. El primer volumen del último tomo, dedicado al tema del comunismo, fue publicado apenas en octubre del año pasado y consta de 670 páginas en las que ofrece un análisis crítico de aquello que se denominó “comunismo” durante el siglo XX. El volumen segundo del cuarto tomo, con el que concluiría su monumental tetralogía, estaría dedicado a pensar la vigencia y la potencia del comunismo como horizonte postcapitalista para el siglo XXI. Éste último volumen de su obra no pudo ver la luz, quizá ya tendría avanzados algunos manuscritos, quizá no, pero este ejemplo infatigable de un comunista que siguió pensando en la revolución hasta el último suspiro de su vida, debe ser alentador para los jóvenes que aspiramos a ser comunistas.

Ser comunista no es una identidad autoafirmada, sino una praxis concreta, social y plural destinada a destruir el valor como núcleo de las relaciones sociales todas en las cuales hoy nuestras vidas se encuentran subsumidas. Es desde esa praxis que debemos acometer la construcción de otra socialidad donde la libertad adquiera un significado radicalmente distinto al de la libertad del mercado, a la libertad de venderse, a la libertad de comprarlo todo –naturaleza, tiempo, afectos, energía, la vida humana–, a la libertad de los modernos y su fetiche mercantil. Nos toca a las generaciones venideras pensar y repensar en la vigencia de la hipótesis comunista.

“El capitalismo no colapsará por sí solo, todavía tiene la fuerza para llevarnos a la muerte a todos”, sentenció lúcidamente Lucien Sève como una inquietante invitación a la organización revolucionaria. La contundente afirmación de Sève es un posicionamiento dialéctico en contra de aquel mecanicismo de algunos marxistas que sostienen que el capitalismo caerá por sí solo, ahogándose en sus propias contradicciones, sin que ésto significara al mismo tiempo la barbarie social y ecológica. Al capitalismo hay que superarlo, práxica e intergeneracionalmente, en lugar de sentarnos a esperar su colapso que sería también el colapso de la humanidad como la conocemos.

Los desposeídos, las clases populares que viven de la venta de su fuerza de trabajo, sea manual o intelectual, producen el valor que el capital requiere para su operación. Hoy más que nunca ello es evidente; cuando grandes sectores de las clases trabajadoras están parados, y no por una huelga general global, sino por una crisis sanitaria global que será también una crisis económica global que querrán cargar sobre nuestras espaldas.

Dice Lucien Sève: “Son muy raros todavía aquellos que se atreven a convencerse de esta verdad obvia: estamos viviendo la entrada histórica del capitalismo en la fase terminal, la tarea que domina todo es, por lo tanto, la invención concreta de un postcapitalismo. Enorme tarea para el siglo XXI, que no se logrará de repente, de un solo golpe, como soñando con la revolución anticuada, sino, por el contrario, por una secuencia coherente de grandes reformas revolucionarias”.

Si el contexto fuese otro, no el de una crisis sanitaria, sino un contexto combativo y de ofensiva contra el capital donde la paralización de la reproducción del valor fuese por huelgas generales globales por parte de las clases populares organizadas y con programas políticos concretos, quedaría corroborado de forma manifiesta no sólo que la riqueza material la producen las clases trabajadoras, sino también que éstas siguen teniendo en sus manos las posibilidades reales de aspirar a autoemanciparse.

Sève de nuevo: “Es a esta estrategia que debemos dar un cuerpo poderoso, que comienza con luchas por ideas que son mucho más mordaces y avanzadas de lo que se hace hoy en día. El capitalismo, un sistema de explotación que ahora es insoportablemente destructivo para el planeta y la humanidad, debe ser descalificado. Podemos, debemos proponernos pasar a una autogestión social libre y generalizada, finalmente emancipada de la tiranía arcaica del accionista y el especulador”.

Dicen que a veces es la muerte quien logra dar el lugar a quien le corresponde. Ojalá que en el caso de Lucien Sève la muerte opere de esta manera y su obra sea rescatada y leída, en particular su gran tetralogía, casi a punto de ser acabada, pues en ella se encuentran potentes insumos teóricos para las luchas y los movimientos que aspiran a disputar un horizonte anticapitalista en el siglo presente.

Manuel Vega Zúñiga
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Abogado y magíster en Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.