Capitalismo y coronavirus: salir de la cuarentena política de la izquierda anticapitalista

Una izquierda que pretenda ser alternativa en la actual crisis requiere, primero que todo, abandonar las dos tendencias que la han condenado a la irrelevancia política: el dogmatismo soviético y la postmodernidad fragmentaria. Es necesario que cualquier política asuma una apuesta que abarque la totalidad de la realidad social y se ancle en el sujeto que puede portar dicha estrategia general, la clase trabajadora, que hoy más que nunca tiene posibilidades subjetivas de reconocerse como tal, cuando el capital intenta que la crisis sanitaria, económica y social, sea pagada a costa de las mayorías trabajadoras, hasta con su propia vida.

por Axel Gottschalk

Imagen / Cuarentena en NYC. Fuente: Flickr


1. La crisis ya viene

Yo prefiero el caos a esta realidad tan charcha, escribía el poeta y músico Mauricio Redoles en su Química para la lucha de clases[1], publicada por el sello Alerce en el disco homónimo lanzado en 1991[2]. Eran los años noventa y la izquierda mundial vivía su más grande derrota tras la caída del muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética.

El capitalismo neoliberal dominaba sin mella la escena mundial al punto que Francis Fukuyama, un gringo japonés, se dio el lujo de publicar un libro[3] en que dictaminaba el fin de la historia proclamando el triunfo definitivo del capitalismo y el fin de la lucha de clases.

Desde entonces, la izquierda ha transitado un camino de derrota del que aún no logra salir. El fracaso de la derrota mundial llevo a un tipo de reacción en la izquierda que fue la de refugiarse en el más puro dogmatismo ideológico, despojando al marxismo de su potencia como método de análisis de la realidad y del capitalismo, para transformarlo en un credo de fe alejado de la situación real de la clase trabajadora mundial, a la espera de que en algún momento las y los trabajadores por arte de magia o “por el curso inevitable de la historia”, como decían ellos, retomaran la senda extraviada.

Otra tendencia de la izquierda, absolutamente opuesta a esta, fue la de abandonar las ideas matrices del marxismo, renunciando a una visión de totalidad de la realidad humana y del rol de la clase trabajadora como motor de la lucha de clases, para perderse en la decadencia postmoderna de buscar fragmentarias subjetividades que pudieran hacer frente al capitalismo.

Quizás lo único que unía a la izquierda en esta deriva de caminos, era la esperanza en torno a las dinámicas propias del capitalismo y sus contradicciones que, tarde o temprano, albergarían las condiciones objetivas para su superación. La crisis llegaría tarde o temprano, y con ella, el comunismo.

Pese a que durante la última década el sistema comenzó a expresar diversas muestras de crisis en diferentes niveles, la izquierda no apareció. Como bien retrataba Zizek en una entrevista el 2016[4]:

“Ese es el gran fracaso de la izquierda hoy: aún cuando el capitalismo, obviamente esta más y más en un tipo de crisis, quiero decir, recuerdo todo el tiempo cuando era joven, cuando el Estado de bienestar capitalista al menos en Europa occidental y en Estados Unidos estaba relativamente bien, la izquierda decía, tu sabes: Un momento, habrá una crisis, deberíamos como Lenin en Suiza esperar y prepararnos. Ok, entonces hubo una crisis y ¿Qué pasó? Nada. La izquierda fue incapaz de ofrecer siquiera una mínima propuesta seria”.

Lo que ocurrió en cambio es que, pese a todo, el sistema neoliberal se siguió desarrollando como la más radical expresión del capitalismo, con terribles consecuencias para las mayorías trabajadoras de todas las latitudes del mundo.

La crisis mundial actual, generada por la pandemia del COVID19, no ha hecho sino evidenciar aquello. Hoy día mueren miles de personas no por la mortalidad misma del virus, sino por la insuficiencia de nuestros sistemas de salud. Se evidencia con ello, la irracionalidad del sistema total que nos (des)gobierna: mientras el mercado de las armas y el complejo industrial militar se ha convertido en el más grande mercado a nivel mundial, hoy no tenemos respiradores mecánicos suficientes para enfrentar la crisis, teniendo la tecnología y los recursos para ello, y nos vemos forzados a la terrible decisión de tener que elegir matar a un abuelo para salvar a un joven.

Ello no es extraño, habidas cuentas de un sistema neoliberal cuya tendencia es hacia el desarrollo hegemónico del capital especulativo. Como decía Harvey en su más reciente columna “El modelo neoliberal descansa de manera creciente en capital ficticio y en una ingente expansión de la oferta de dinero y creación de deuda”[5].

Pese al enorme desarrollo tecnológico que hemos alcanzado, no hemos sido capaces de desarrollar sistemas de prevención efectivos. La salud convertida en negocio se ha enfocado más en el lucrativo negocio de tratar enfermos y no de prevenirlos. Así, la respuesta que hemos tenido es la cuarentena, medida utilizada desde hace miles de años. Peor aún, ni ello ha sido realmente posible con un capitalismo que vive de trabajadores informales, sin contrato, sin seguridad social, y que no tienen, por tanto, la posibilidad de guardar cuarentena efectiva.

 

2. ¿La salida? La clase trabajadora, carne de cañón de la crisis.

Sin vergüenza alguna, las empresas comienzan a clamar por un rescate del Estado. Luego de años de férreas defensas a las políticas liberales más radicales de la historia, no tienen asco en dar un viraje.

Por años, los empresarios se negaron a aumentos en salarios y beneficios para la clase trabajadora, repitiendo el dogma liberal según el cual se quedan con las utilidades de la producción porque corren los riesgos del negocio. Dicho dogma económico va siempre acompañando en las sociedades modernas del dogma jurídico que niega cualquier intervención del Estado en los diversos ámbitos de la vida por ser ineficiente e impedir con ello la genuina competencia de la iniciativa privada.

Hoy, esos mismos fanáticos del libre mercado no dudan en abandonar su dogma y cambiar de camiseta, reclamando una feroz intervención del Estado con políticas de salvataje a sus empresas, pagadas por todos los contribuyentes. Ahora que llegaron los riesgos, debemos pagarlos entre todos y todas. El Estado transferirá recursos a los privados, sin adquirir la propiedad de ellos. Esto es parte del sistema neoliberal, que lejos de negar el rol del Estado como algunos intentaron hacernos creer, lo ha recaracterizado para ponerlo al servicio del capital y su acumulación. Se privatizan las ganancias, se socializan las perdidas.

Un ejemplo claro de ello es la ley de flexibilización del seguro de cesantía, promulgada por el gobierno de Chile, en virtud de la cual se inyectarán miles de dólares al fondo de cesantía, un seguro administrado por una entidad privada con millonarias utilidades, que pagará los sueldos de las y los trabajadores de las empresas cerradas por la crisis. A causa de esta ley, falsamente llamada de ‘’protección’’ del empleo, serán las y los trabajadores con sus fondos, y los impuestos generales de la población chilena, los que subsidien a las empresas durante la crisis.

 

3. Los cursos del escenario político mundial: el imperio en crisis.

El mundo ha entrado ya en una recisión y la eventual crisis económica mundial parece a la vuelta de la esquina. Los miles de muertes concentradas en familias trabajadoras, en afrodescendientes y migrantes, la pérdida de empleos que solo en Estados Unidos ya se empinaban por sobre los 16 millones[6] y el cierre de muchas empresas pronostican una situación social compleja. En Italia, por ejemplo, ya se han registrado saqueos y revueltas[7].

Dicha situación guarda el riesgo de ser aprovechada por fuerzas políticas populistas de corte nacionalista y autoritario. En Estados Unidos, Trump ya ha dado muestras de autoritarismo, desconociendo facultades de los gobernadores, lo mismo Netanyahu en Israel, Orbán en Hungría[8], por nombrar solo algunos casos. La democracia liberal burguesa en la forma en que la conocemos corre peligro y con ello, los mínimos espacios de acción que la clase obrera tiene actualmente se verían aún más restringidos.

En Estados Unidos, ello no solo será presionado por compleja situación social a la interna, sino por el panorama internacional. El escenario geopolítico en desarrollo presenta un serio riesgo para la ya desgastada y cuestionada hegemonía estadounidense ante la emergencia de china como rival directo por la hegemonía mundial.

Si bien inicialmente la información oficial del gobierno chino decía que los primeros casos de Covid19 en ese país eran del mes de diciembre, las investigaciones recientes muestran que el primer caso tendría en realidad data del 17 de noviembre[9]. La crisis duró en ese país hasta el miércoles 18 de marzo en que no se registraron nuevos casos de contagio local. China demoró 4 meses en contener la crisis. A la fecha, China presenta 82.160 casos, con 3.341 muertos. Y si bien constantemente emergen rumores de rebrote, lo cierto es que hasta ahora no han registrado nuevas muertes y los nuevos casos registrados son casi en su totalidad importados, esto es, de extranjeros que viajan al país asiático[10].

El primer caso en Estados Unidos se presentó el 21 de enero. Cuando aún no se cumplen 3 meses de Pandemia en el país del norte, ya se registran 561.762 casos, con 22.129 muertes, y el gobierno ha anunciado que esperan hasta 200.0000 muertes[11]. Osea, en menos de tres meses Estados Unidos presenta cinco veces más casos que china y tiene más de siete veces su número de muertos.

Los pronósticos para el gigante del norte no son alentadores. Será difícil que logre una respuesta como la de China o Corea del Sur, países con una estructura estatal considerablemente más robusta, con sistemas de salud públicos más potentes y con sistemas de control de la población mediante medios tecnológicos mucho más invasivos. El sistema estadounidense de salud, privado por excelencia, tendría serías dificultades para afrontar una pandemia de esta magnitud que exige coordinaciones centralizadas desde el ámbito de la salud pública. Por otro lado, el individualismo exacerbado de su cultura impide medidas de control efectivas de la población. Como bien analiza el filosofo surcoreano en su última columna[12]:

“Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la epidemia. Cuando alguien sale de la estación de Pekín es captado automáticamente por una cámara que mide su temperatura corporal. Si la temperatura es preocupante todas las personas que iban sentadas en el mismo vagón reciben una notificación en sus teléfonos móviles. No en vano el sistema sabe quién iba sentado dónde en el tren. Las redes sociales cuentan que incluso se están usando drones para controlar las cuarentenas. Si uno rompe clandestinamente la cuarentena un dron se dirige volando a él y le ordena regresar a su vivienda. Quizá incluso le imprima una multa y se la deje caer volando, quién sabe. Una situación que para los europeos sería distópica, pero a la que, por lo visto, no se ofrece resistencia en China”.

Este oscuro pronostico ocurre, además, en el contexto de la contienda electoral por la presidencia del país del norte. La pandemia actual podría impactar de forma relevante en el orden político interno de ese país. Una opción sería aplazar las elecciones dada la actual contingencia, lo que sin duda acrecentarían el carácter autoritario de la actual administración de Trump erosionando fuertemente su legitimidad.

En caso de que las elecciones sigan su curso, el actual presidente Trump tendrá un contienda difícil contra el demócrata Joe Biden, ex vicepresidente de Obama y quien se quedó con la nominación tras la reciente renuncia de Bernie Sanders. Dicha renuncia, permite a los demócratas evitar el desgaste de debates que habrían tenido cierta dureza dadas las diferencias políticas no menores entre ambos candidatos.

Más allá de aquello y aún en la derrota de Sanders, es importante notar que al alero de su campaña se ha logrado levantar, de manera incipiente, un interesante movimiento social con anclaje en los trabajadores y de cariz multirracial, en torno además a un ideario que desafía las políticas neoliberales seguidas durante las últimas décadas por los mismos demócratas.

Como bien apunta Butler en su última columna[13]:

La propuesta de salud universal y pública revitalizó un imaginario socialista en los Estados Unidos, uno que ahora debe esperar para hacerse realidad como política social y compromiso público en este país. Desafortunadamente, en el momento de la pandemia, ninguno de nosotros puede esperar. El ideal ahora debe mantenerse vivo en los movimientos sociales que están menos interesados en la campaña presidencial que en la lucha a largo plazo que nos espera. Estas visiones compasivas y valientes que reciben las burlas y el rechazo del realismo capitalista tenían suficiente recorrido, llamaban la atención, provocando que un número cada vez mayor, algunos por primera vez, desearan un cambio en el mundo. Ojalá podamos mantener vivo ese deseo”.

Ello guarda la posibilidad de que, a raíz de la situación actual que vive Estados Unidos, se produzca un cambio en el debate político de la elección, lo que sería perjudicial para Trump que no solo está lejos de compartir ideas vinculadas a un sistema de salud universal y público, sino que ha desmantelado todo lo que acerca a ello. Por otro lado, este nuevo escenario tensionaría a Biden, candidato del establishment demócrata, que deberá apostar por ideas más radicales para no repetir el fiasco de los demócratas en la última elección.

 

4. Las alianzas internacionales

Pero el escenario no solo es desalentador para Estados Unidos en cuanto a su situación interna, sino que también lo es a nivel externo y en cuanto a su anillo de alianzas.

La Unión Europea no lo esta haciendo mejor y no es necesario repasar los dramáticos casos de Italia, España y recientemente Francia que se aprontan a alcanzar los 20.000 muertos. La Unión Europea ha brillado por su ausencia a la hora de dar apoyo a sus países miembros. En algún lugar de Italia, bajan una bandera de la Unión Europea para enarbolar la de China, en virtud de la ayuda prestada por el gigante asiático[14]. Dicha anecdótica situación se presenta como una metáfora de lo que puede ser un giro en la hegemonía mundial respecto del viejo continente.

Las cosas no son distintas en América Latina. El gobierno de Bolsonaro en Brasil ha sido duramente cuestionado: a poco más de un mes del primer caso confirmado ya presentan más de 22.000 contagiados. Las elecciones municipales de octubre probablemente enfrentarán al mandatario de Brasil, acérrimo aliado de Estados Unidos, con un Lula recién salido de la cárcel, disputa que no parece tener un buen pronóstico para el actual mandatario. Un cambio de gobierno en el gigante brasileño sería un golpe importante a la geopolítica norteamericana en nuestro continente.

A ello debe sumarse la consolidación del gobierno de Fernández en Argentina, quien, a solo 3 meses de haber asumido, ha logrado mantener un número bajo de contagios tomando medidas agresivas de control como la cuarentena total, y poniendo los recursos del Estado para enfrentar la crisis, incluidos el ejército y las aerolíneas del Estado. En medio de la crisis, Fernández no perdió oportunidad para pedir el fin del bloqueo a Cuba y Venezuela[15], en lo que parece una reedición de las políticas bolivarianas del kirchnerismo, política que incluso han sido respaldas por el Papa[16].

La Venezuela de Maduro, enfrenta un escenario complejo, pues además del Coronavirus debe lidiar con problemas en la producción de petróleo y una ofensiva de Estados Unidos con acusaciones de narcoterrorismo por parte del Departamento de Estado, el ofrecimiento de recompensa por la detención de Maduro[17] y un despliegue militar inédito en la región[18]. Pese a ello, por ahora el gobierno de Maduro sortea dichos obstáculos, mantiene los casos de Covid en 181, en buena medida gracias el apoyo de China[19].

A ello se le suma el fortalecimiento del rol de Cuba en la región y el mundo. Con un modelo de salud comunitario único en el mundo, el país del caribe no solo logró controlar eficazmente la pandemia en la isla, sino ha ido en ayuda de otros países con médicos y medicinas, además de registrar la aplicación exitosa de antivirales y colaborar en la investigación para encontrar la vacuna a la enfermedad.

Todo ello, podría derivar en una rearticulación de un bloque regional más lejano a los intereses del Departamento de Estado de los Estados Unidos y más proclive a alianzas con China, el estilo del ALBA.

A todo este escenario, se debe sumar la fortaleza con que la Rusia de Putin a la cabeza, gran aliado del gigante asiático y que ha logrado un buen manejo de la crisis con apenas 15.770 casos y 130 muertos. El mandatario ruso incluso ha anunciado que es posible superar la pandemia del coronavirus en menos de 3 meses.[20]

El escenario mundial sugiere un debilitamiento del imperio norteamericano frente a su rival chino. Ello no es algo necesariamente positivo desde una óptica política favorable al campo de la clase trabajadora, dado que China se alza como una nueva potencia imperial con lógicas capitalistas propias, pero si abre un escenario con mayores posibilidades para el despliegue una política anticapitalista, inédito en las últimas décadas. Como dicen, a rio revuelto, ganancias de pescadores.

 

5. ¿Y qué rol tiene la izquierda ante este escenario?

El Covid 19 ha demostrado que el sistema económico domina nuestras vidas al nivel de generar el retraso en la adopción de medidas sanitarias con el fin de mantener tasas de ganancias, aun cuando ello pueda significar daños irreversibles en la salud de millones de personas e incluso la perdida de cientos de miles de vidas humanas.

Pero peor aún, el sistema actual ha logrado dominar y producir hasta nuestros imaginarios. Así, a propósito de la descontaminación producida por la cuarentena, para la gente ha sido más fácil contentarse con pensar que la humanidad es la verdadera plaga, la causa de la catástrofe ecológica del mundo actual, en lugar de notar que la contaminación es producida por las grandes corporaciones y su modelo productivo.

Aún si ese imaginario se logra romper, existe otro problema para la acción política: la fragmentación absoluta de las mayorías trabajadoras, tanto en términos políticos como en términos subjetivos. Esto se expresa, por ejemplo, en la denuncia que algunos realizan respecto de los privilegios que tienen las y los trabajadores asalariados versus la mayoría informal y precaria, lo que dificulta la acción unitaria. Esta actitud reproduce la fragmentación y la disputa, antes que contribuir a la lucha por condiciones dignas de trabajo universales para todos. Hablamos de cuestiones básicas que fueron ganadas en los dos últimos siglos pasados y que se han perdido: contrato de trabajo, jornada laboral, remuneración fija, acceso a prestaciones de seguridad social, etc.

Aun cuando todo eso sea superado y se intente la acción política colectiva, esta se ha visto reducida a formas inocuas de presión al Estado y a las empresas clamando por medidas sanitarias y de protección, que como decía el tribunal federal alemán en una famosa sentencia, no son más que una mendicidad colectiva. Las acciones de autotutela, propias de la tradición histórica del movimiento obrero, han estado en general ausentes de esta coyuntura, salvo honrosas excepciones.

La emergencia sanitaria ha evidenciado la ausencia de un programa general para enfrentar esta crisis desde las y los trabajadores. En el marco de este escenario poco alentador, es urgente repensar la acción política transformadora para este siglo.

 

6. Las posibilidades de la crisis

La crisis como escenario plantea diversas contradicciones que podrían resolverse de diversas maneras. Parece erróneo pensar, como plantea Zizek en su última columna, que la pandemia traerá, por arte de magia, el golpe definitivo al capitalismo. El capitalismo ha mostrado ya, varías veces, su capacidad para utilizar las crisis como oportunidad de profundizarse e implementar nuevas políticas de expansión y ajuste.

Es un cliché a estas alturas hablar de las doctrinas del shock impulsadas en las diversas crisis, y la actual crisis no será la excepción. Como señala Naomi Klein en entrevista a Vice[21],

Es el peor de los escenarios, especialmente combinados con el hecho que Estados Unidos no tiene un programa nacional de salud y la protección a sus trabajadores es abismal. Esta combinación de fuerzas ha entregado un shock máximo. Va a explotar para rescatar industrias que están en el corazón de las crisis más extremas que enfrentamos, como la crisis climática: la industria de las aerolíneas, la industria de gas y petróleo, la industria de cruceros -quieren reforzar todo”.

Para que el escenario actual derive en una salida de radical transformación del capitalismo, se requiere una voluntad colectiva consciente que encamine sus esfuerzos a ello. Como bien señala el filósofo surcoreano Byung-Chul Han en su última columna[22]:

“El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. De algún modo, cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia. La solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa. No podemos dejar la revolución en manos del virus. Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta”

Urge entonces, sostener esfuerzos por levantar una estrategia y un programa de superación del modelo capitalista neoliberal para enfrentar la actual crisis.

Los socialdemócratas se apresurarán en presentarse a sí mismos como la solución a la crisis. Su apuesta será la de reconstruir el Estado Social, recuperar los derechos sociales con énfasis en la salud pública. Ello es necesario pero insuficiente. No olvidemos que ellos son también los responsables históricos de la situación actual, por su tibieza frente a las políticas neoliberales que nos tienen hoy aquí.

El problema debe ser nombrado como tal y no es otro que el capitalismo. Como bien señala Chomsky en su última entrevista[23], “Esta crisis es el enésimo ejemplo del fracaso del mercado, al igual que lo es la amenaza de una catástrofe medioambiental. El gobierno y las multinacionales farmacéuticas saben desde hace años que existe una gran probabilidad de que se produzca una grave pandemia, pero como no es bueno para los beneficios prepararse para ello, no se ha hecho nada”. Así las cosas, el anticapitalismo hoy es necesario y es posible.

Sin embargo, este escenario encuentra a una izquierda que no ha sido capaz de recuperarse de la derrota sufrida en las décadas pasadas. La mejor muestra de ello fue la crisis del 2008: la izquierda actuó como espectadora mientras millones de trabajadores y trabajadoras en el mundo pagaban la crisis y mientras el Estado rescataba empresas, incluida la General Motors, con fondos de todos las y los cotizantes. Su actuación en la crisis fue irrelevante.

Desde esa fecha, el capitalismo no ha retrocedido. Por el contrario, solo hemos visto el recrudecimiento de políticas neoliberales e inclusive hemos podido apreciar como alternativas políticas que se acercan peligrosamente al fascismo se han levantado interpretando el descontento de la clase trabajadora con mayor éxito que la izquierda anticapitalista.

La apuesta estratégica de la izquierda debe dar cuenta del desmantelamiento que el neoliberalismo ha realizado sobre los derechos sociales, lo que se ha evidenciado con fuerza en esta crisis a propósito de la insuficiencia de los sistemas de salud para afrontar la pandemia. Pero ello no es suficiente. Hoy más que nunca es necesario sostener una critica al modelo estructural de producción y reproducción de la vida del capitalismo, en todos sus niveles y esferas.

La sostenida tendencia hacia la especulación financiera y el capital ficticio, hacia industrias que no van en beneficio de la humanidad como la industria de las armas, o hacia industrias que prefieren mantener gente enferma antes que prevenir enfermedades como la industria farmacéutica y de la salud, permiten poner sobre la mesa la necesidad de un sistema global que permita racionalizar y dirigir la producción en beneficio de la humanidad.

La cruda realidad de una porción importante de trabajadores y trabajadoras informales, que sufrirán los efectos de esta crisis sin ningún tipo de protección y de trabajadores que aun teniendo contrato se verán desprovistos de sus salarios o que perderán el empleo, permitirán evidenciar que el capitalismo neoliberal nos ha llevado a condiciones de trabajo anteriores a las alcanzadas en el siglo XX. Ello permite poner sobre la mesa la necesidad de una estructura de trabajo distinta, con espacios de organización de las y los trabajadores como única garantía para defender sus condiciones de trabajo y con la necesaria participación de los trabajadores en la gestión de las empresas.

La crisis de los sistemas de salud evidencia el descuido del sistema neoliberal acerca de los espacios de la reproducción de la vida. El cuidado de las y los contagiados, de los niños y niñas que no podrán ir a sus establecimientos educacionales, la sobre carga en torno al trabajo doméstico que implicará la cuarentena, nos deben llevar a cuestionarnos acerca de cómo la sociedad asume y socializa las labores de reproducción. La demanda por un sistema de cuidados se torna crucial.

Los patrones de consumo alcanzados, pese a la desvalorización creciente del valor de la fuerza de trabajo, sostenidos gracias al crédito, pueden y deben ser ahora cuestionados, planteando nuevos paradigmas que guíen la producción y que nos permitan de paso, enfrentar la crisis climática que viene a la vuelta de la esquina. La descontaminación de las ciudades durante la cuarentena es la mejor muestra de ello.

Pero dicho programa será insuficiente sino va acompañado de un discurso que contenga nuevos imaginarios y que en este sombrío momento de la humanidad pongan en el centro los mejores valores de la humanidad.

En su última columna, Zizek puede exagerar al señalar que el coronavirus es el golpe final al capitalismo. Pero si acierta sobre las posibilidades de la crisis cuando señala que: “quizá otro virus ideológico, mucho más beneficioso, se extenderá y con suerte nos infectará: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del Estado nación, una sociedad que se actualice a sí misma en la forma de la solidaridad y la cooperación global”. [24]

Todo ello debe ir acompañado de medidas urgentes que busquen que la crisis la paguen los más ricos y que permitan defender la vida de las mayorías trabajadores gracias a la acción del Estado: control de precios de suministros básicos de alimentación, higiene y medicinas con garantía de su suministro y racionalización en su entrega, renta universal garantizada, protección del empleo con prohibición de despidos y aseguramiento de rentas durante la crisis, suspensión del cobro de servicios básicos y créditos, control de toda la salud en manos del Estado.

El escenario está abierto y la crisis está en curso. Hoy más que nunca debemos volver a decir: un fantasma recorre el mundo.

 

[1] Video de la canción en: https://www.youtube.com/watch?v=uppKbGX-LmI

[2] Datos del disco en: https://www.musicapopular.cl/disco/quimica-de-la-lucha-de-clases/

[3] Reseña del libro en: https://es.wikipedia.org/wiki/El_fin_de_la_Historia_y_el_%C3%BAltimo_hombre#La_ciencia_como_base_social

[4] Fragmento de la entrevista realizada a Slavoj Žižek por Radio Free Europe/Radio Liberty, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=8BNucQZe8Ug

[5] David Harvey, “Política anticapitalista en tiempos de COVID-19”, Sin Permiso,  https://www.sinpermiso.info/textos/politica-anticapitalista-en-tiempos-de-covid-19?fbclid=IwAR2AgGfJNL00DI0SkATz7nTTYoT2lA1yTinBDhlmElLlHRFdszeIrh9-iFU

[6] Cifra señalada en la siguiente nota: http://revistadefrente.cl/eeuu-mas-de-16-millones-de-personas-solicitan-beneficios-de-desempleo-en-medio-de-crisis-de-covid-19/

[7] Noticias consultada en: https://www.abc.es/sociedad/abci-graves-tensiones-italia-primeros-saqueos-supermercados-y-llamadas-rebelion-202003281411_noticia.html?ref=http%3A%2F%2Fm.facebook.com%2F

[8] Noticia consultada en: https://elpais.com/elpais/2020/04/10/opinion/1586529501_295874.html?utm_source=Facebook&ssm=FB_CM&fbclid=IwAR2lJI8irhZeJ15niKaQ8LslJpSmKkFfqgNrif_HITyNNsdkjXHKckNNe6Q#Echobox=1586629671

[9] Noticia consultada en:  https://www.latercera.com/que-pasa/noticia/en-busca-del-misterioso-paciente-cero-china-habria-identificado-primer-caso-de-coronavirus/H73WSR3J3RGANBFPZZHVBNNEFI/

[10] Noticia consultada en: https://www.lavanguardia.com/internacional/20200412/48441773154/china-repunte-coronavirus-casos-importados-sin-muertos.html

[11] Noticia consultada en:  https://www.perfil.com/noticias/salud/estados-unidos-espera-millones-de-casos-y-hasta-200000-muertos-por-coronavirus.phtml

[12] Byung-Chul Han, “La emergencia viral y el mundo de mañana”, Lobo Suelto, http://lobosuelto.com/sobre-el-coronavirus-y-el-capitalismo-debate-zizek-byung-chul-han/

[13] Entrevista a Judith Butler en New Yorker consultada en http://revistadefrente.cl/judith-butler-sobre-coronavirus-y-poder-de-trump-a-la-enfermedad-de-la-desigualdad/

[14] Noticia consultada en: https://elcaminantehn.com/2020/03/24/italia-tiran-la-bandera-de-la-union-europea-y-colocan-la-de-china/

[15] Noticia consultada en: http://bohemia.cu/mundo/2020/03/reclama-presidente-de-argentina-fin-de-bloqueo-estadounidense-a-cuba-y-venezuela/

[16] Noticia consultada en: https://www.telesurtv.net/news/papa-francisco-mensaje-urbi-orbi-pascua-pandemia-20200412-0006.html

[17] Noticias consultada en: https://www.infobae.com/america/venezuela/2020/03/26/estados-unidos-sancionara-al-regimen-de-nicolas-maduro-por-sus-vinculos-con-el-narcoterrorismo-internacional/

[18] Noticias consultada en: https://www.abc.es/internacional/abci-despliegue-militar-eeuu-frente-venezuela-202004021915_noticia.html

[19] Noticia consultada en: https://www.telesurtv.net/news/xi-jinping-nicolas-maduro-conversacion-telefonica-coronavirus-20200410-0023.html

[20] Noticia consultada en: https://cnnespanol.cnn.com/video/vladimir-putin-presidente-rusia-vencer-coronavirus-covid-19-tres-meses-rodriguez-panorama-cnnee/

[21] Entrevista realizada a Naomi Klein por Vice, consultada en: https://culto.latercera.com/2020/03/16/naomi-klein-coronavirus/?fbclid=IwAR0DQWEUewt3O3IKpMEPUa9mxXKgS8eBq4lIFaWpi4Ujub1wGRcbQdLeGjk

[22] Byung-Chul Han, “La emergencia viral y el mundo de mañana”, Lobo Suelto, http://lobosuelto.com/sobre-el-coronavirus-y-el-capitalismo-debate-zizek-byung-chul-han/

[23] Entrevista a Noam Chomsky para el medio Il Manifiesto, consultada en: https://culto.latercera.com/2020/03/26/noam-chomsky-coronavirus/?fbclid=IwAR1aNsBV_aJibo9VdLT4Ln_slQEtxPH1txnesgY

[24] Slavoj Žižek, “Un golpe tipo ‘Kill Bill’ al capitalismo”, Politika,  http://www.politika.cl/2020/03/22/un-golpe-tipo-kill-bill-al-capitalismo/

Axel Gottschalk

Egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y miembro de la Defensoria Popular de las y los Trabajadores.