Sobre los debates de primarias

En el debate de Apruebo Dignidad había que hacer un esfuerzo muy grande para poder vincular las propuestas contingentes, parciales y acotadas de los candidatos, a un horizonte de emancipación humana en el sentido antes mencionado. Se puede, por cierto, alegar que lo que se está planteando ahí es de carácter programático, pensando para un gobierno de 4 años, por tanto, debe ser realista y realizable. Sin embargo, en el ámbito de la comunicación política, que intentamos comprender aquí, la falta de referencia a un horizonte de superación del capitalismo parece ser más bien una renuncia ideológica.

por Gonzalo Silva Brunetti

Imagen / Gabriel Boric y Daniel Jadue inscriben sus candidaturas. Fuente: Agencia Uno.


Intentaremos proponer una lectura de conjunto de lo que creemos está en juego en los “debates televisados”, a saber, la comunicación política y como nos entrega pistas para comprender el estado general de la cuestión política.

La hipótesis general es que, las posiciones que tomaron los candidatos muestran un triple movimiento de las lógicas, las categorías y los símbolos con lo que ha operado la política en los últimos 30 años en Chile.

 

Estado general, el mercado impugnado

En las últimas dos décadas se ha venido desarrollando una crítica a la promesa eclipsante del mercado como principio ordenador de la vida en sociedad que se ha ido haciendo cada vez más masiva y profunda. 2006, 2011 y 2019 son tres expresiones progresivas del mismo movimiento subterráneo de indignación de las mayorías. La revuelta de octubre, a pesar de la pandemia y los casi dos años de estado de excepción, movió toda la política chilena a la izquierda de forma rotunda. En el Chile post 18 de octubre, nadie discute los derechos sociales, la importancia del rol del estado, la existencia de un problema de desigualdad y abusos, etc. Es en esta escena en la que los candidatos tuvieron que actuar y, desde luego, las circunstancias dadas determinan las acciones de los personajes.

La derecha, el Estado y la agenda valórica

Joaquín Lavín en su primera intervención en el debate dijo; “debemos correr la aguja desde una economía cargada al mercado hacia una economía con una influencia mayor del estado y con derechos garantizados”. Propuso salir de la focalización y avanzar hacia políticas universales, por ejemplo, 1.4 millones de mujeres que están dedicadas a los cuidados recibirían un “ingreso universal” en su gobierno. ¡Jaime sacúdete en tu cripta! Al mismo tiempo, nos propone tener un gabinete paritario, descentralizado y con 1/3 de personas que provengan de colegios pagados, subvencionados y municipales. Pudimos observar también, como en el debate de la derecha, existía un consenso en aumentar el gasto público y que debe existir un mayor rol del estado en la economía.  Varios de los candidatos de Chile Vamos se mostraron abiertamente a favor de la legalización de la marihuana, del matrimonio igualitario, etc. La izquierda responde de forma casi automática que están mintiendo, que no es lo que realmente creen. Mi opinión es que lo realmente relevante es como esto muestra que la derecha chilena ha renunciado, al menos discursivamente, al proyecto histórico liberal, asumiendo que esa batalla está perdida y el movimiento es hacia una restauración de la lógica capitalista ajustada, con arreglo a mantener los elementos esenciales.

Las posiciones políticas siempre son situadas, relativas al momento social, cultural y las correlaciones de fuerzas. Entonces se hace interesante mirar cómo responde la izquierda chilena al momento antes descrito.

 

La izquierda y una sociedad sin antagonismo estructurales

El horizonte clásico de la izquierda fue siempre avanzar hacia un modelo distinto y opuesto al capitalismo, esto se expreso de modo general durante el siglo XX en una sociedad sin clases sociales. El avance del movimiento feminista y la irrupción de la política ecologista nos ha mostrado que la sociedad moderna se funda en antagonismo diversos y que terminar con la explotación es solo una dimensión del problema.  ¿Estamos obligados, al aceptar la naturaleza múltiple de los antagonismos estructurales, a renunciar a una política con arreglo a su superación?, mi opinión es que no.

En el debate de Apruebo Dignidad había que hacer un esfuerzo muy grande para poder vincular las propuestas contingentes, parciales y acotadas de los candidatos, a un horizonte de emancipación humana en el sentido antes mencionado. Se puede, por cierto, alegar que lo que se está planteando ahí es de carácter programático, pensando para un gobierno de 4 años, por tanto, debe ser realista y realizable. Sin embargo, en el ámbito de la comunicación política, que intentamos comprender aquí, la falta de referencia a un horizonte de superación del capitalismo parece ser más bien una renuncia ideológica. Más acá de esta dimensión general, esta renuncia también ocurre en el plano programático. En al menos dos materias que son centrales, los candidatos del sector han tomado posiciones que para el momento político no resultan de avanzada. Por una parte, respecto del asunto de las AFPs, la fuerza social ha sido capaz de hacer posible un país donde no tengan un rol central en las pensiones, sobre eso existe un consenso en la izquierda chilena, no obstante, ambos candidatos se han pronunciado de manera rotunda en su intención de mantener la propiedad de los fondos ya acumulados en las cuentas individuales. Economistas serios como Nicolas Grau, que nadie podría acusar de radical, proponían, no hace mucho, pasar a una lógica en que ese fondo podría permitir financiar un nuevo modelo de desarrollo para Chile. La disputa profunda por pensar el asunto de las pensiones como colectivo, donde ahorramos juntas [os] y el estado garantiza una vejez digna y, por tanto, el dinero acumulado en las cuentas individuales también se entiende así, no se perdió, simplemente no se dio.

Por otra parte, respecto al cobre, afirmados en una retórica espectacular “recuperar el cobre para las y los chilenos”, se ha pasado de una política recuperación de la propiedad de la producción, vale decir, terminar con las concesiones de la gran minería, en 10, 20 o 30 años eso no es lo relevante, a una política de aumento de impuestos, donde el debate es sobre cuento y como se aplica.

La política siempre se tratará de la tensión entre lo real y lo posible, tengo la impresión, después de ver los debates, que la derecha chilena ha asumido de forma mucho más radical el cambio en el sentido común de las mayorías, asumiendo que ahora les toca retroceder. La consolidación del bloque Apruebo Dignidad es una muy buena noticia para quienes creemos en una sociedad sin antagonismos estructurales, no obstante, su realismo debe ser, me parece a mí, permanentemente tensionado por las fuerzas sociales organizadas que operan al mismo tiempo como sustrato y como guía.

Gonzalo Silva Brunetti
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Integrante del Equipo Editorial de ROSA y militante del Comunal Ñuñoa de Convergencia Social.