Los 50 años del golpe: Una disputa política y cultural

La derecha, sus fundaciones y sus interventores en el espacio público han leído la conmemoración de los 50 años bajo una forma gramsciana de la hegemonía entendida según sus propios objetivos a mediano y largo plazo. Con esto quiero decir que la derecha ha disputado agresivamente el espacio público como una batalla cultural con el beneplácito de los medios, el financiamiento para sus fundaciones y la promoción de nuevas figuras de corte intelectual y académico para ganar con su infantería discursiva el significado de los 50 años del golpe. Esta dirección apunta al mantenimiento de una hegemonía discursiva que se vio fuertemente cuestionada en los últimos diez años de luchas sociales.

por Nicolás Román González

Imagen / Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile. Bombardeo del Palacio de La Moneda” Biblioteca del congreso Nacional, en Wikimedia Commons


La conmemoración de los 50 años del golpe después de la derrota en el plebiscito de mayo ha construido un escenario adverso para enfrentar esta fatídica fecha para el mundo de la izquierda y el progresismo. La coyuntura ha sido copada por una extraña –o quizá no tan extraña– forma de revisionismo derechista que intenta instalar nuevamente la teoría de los dos demonios. Libros como el de Mansuy1 o las intervenciones como las de Patricio Fernández2 sitúan la discusión en la validez del golpe de Estado de Pinochet como respuesta a la tensión política de los años 70’. Esas posiciones relativizan el valor de la democracia y, más aún, suspenden en el aire las violaciones de los derechos humanos como si hubiesen sido una mera reacción espontánea por parte de los agentes del Estado. El terror militar es leído como una especie exabrupto sin hacer hincapié en la planificación sistemática del exterminio de los opositores políticos que fueron declarados enemigos.

La derecha, sus fundaciones y sus interventores en el espacio público han leído la conmemoración de los 50 años bajo una forma gramsciana de la hegemonía entendida según sus propios objetivos a mediano y largo plazo. Con esto quiero decir que la derecha ha disputado agresivamente el espacio público como una batalla cultural con el beneplácito de los medios, el financiamiento para sus fundaciones y la promoción de nuevas figuras de corte intelectual y académico para ganar con su infantería discursiva el significado de los 50 años del golpe. Esta dirección apunta al mantenimiento de una hegemonía discursiva que se vio fuertemente cuestionada en los últimos diez años de luchas sociales.

Sin embargo, la derrota política del proyecto de nueva constitución ha inclinado la balanza hacia el campo conservador y ha dejado a los sectores progresistas disminuidos y atrincherados frente a un acoso permanente que controla la agenda pública. Somos testigos de un cambio de dirección en las posiciones de la derecha puesto que su perspectiva actual es muy distinta de aquella que hace diez años, en el primer gobierno de Piñera, hablaba de cómplices pasivos. No obstante, no podemos acusar a la derecha por ser lo que es, por no cuestionar su origen ni su relación con la dictadura. Las bases ideológicas del neoliberalismo en Chile se fundamentan en su imposición autoritaria, la exclusión de los sujetos populares de la discusión política y en la instalación del individualismo como clave para organizar la sociedad.

Este escenario, además, propone una dificultad adicional ya que la izquierda no ha tenido un despliegue equivalente en el espacio público para disputar el sentido de la conmemoración. Quizá con la destitución de Fernández se logra una conquista en la interna, pero esta operación deja al desnudo nuevamente la incapacidad de instalar con fuerza una propuesta anclada en un proyecto democrático que defiende los derechos y humanos y recupera un proyecto de sociedad construido sobre la base de la promoción de los derechos sociales y la participación política de los sectores populares. Lo poco que se ha escuchado de la campaña del gobierno sobre la conmemoración es una proyección al futuro que elude el nunca más, evita insistir en la deuda en la búsqueda de justicia y tampoco pareciera que valora las posiciones de los movimientos por los derechos humanos como los garantes y promotores de la democracia en el país.

Lo más desconcertante de esta situación es que el concepto de hegemonía comprendido como el dominio del sentido común de la sociedad que ha sido propuesto por la izquierda le queda grande a las acciones de la misma izquierda. Después de insistir en la batalla de la cultura esta disputa nos deja el sabor amargo de la derrota, aunque no todo está perdido.

Las actividades organizadas por distintos agentes de la sociedad civil que buscan conmemorar esta fecha se erigen como las trincheras para reflexionar en una perspectiva ya no solo política, sino que también cultural de qué implica el paso de medio siglo después del golpe de Estado.

Sin duda estas acciones son muy importantes. Las carteleras de los teatros universitarios3 han repuesto obras significativas como lo ha hecho el Teatro Nacional Chileno, asimismo la Fundación Teatro a Mil tiene una parrilla con montajes que aluden a la dictadura, los derechos humanos y la memoria4; ciclos de cine como el de la Cineteca Nacional5 o las distintas actividades de la Municipalidad de Recoleta6 sobre los 50 años demuestran que no solamente existe un compromiso con esta conmemoración, sino que también hay un esfuerzo por intervenir la esfera pública por medio de actividades que instalan una reflexión política sobre el significado de la historia reciente. Asimismo, las universidades también tendrán sus actividades, en particular, la realización de la cátedra abierta, “Utopías por venir”7, organizada por distintos departamentos de literatura del país ofrece una oportunidad para sostener un debate sobre el significado de recuperar esta fecha como una plataforma para promover los debates y desafíos en torno a ella. Estas actividades son una disputa en el terreno de la batalla cultural, pero quizá estas acciones tienen sus propios límites ya que se sitúan en un contexto de industrias culturales vinculadas con sectores específicos de la población. Son acciones hechas en Santiago y probablemente su público está más cercano a los sectores medios que a las clases populares.

Estas acciones han sido organizadas en el mundo de la cultura y, a pesar de su alcance limitado, apuestan por la discusión pública del significado del golpe, hay una disputa por el sentido común sobre qué significa la interrupción de la democracia y el compromiso por recuperarla y sostenerla. Estas actividades son una plataforma que, en caso de recibir mayor apoyo y medios, pueden apostar por tener un alcance masivo. Nunca hay que perder esa perspectiva de intervenir en el espacio público. Quizá hoy los sectores comprometidos están aislados unos de otros y las instancias coordinadoras nacionales han sido escasas y no tan visibles, pero hoy los agentes culturales sin ser necesariamente partidistas se proponen como una frontera inexpugnable para promover la reflexión crítica sobre los 50 años del de Estado.

 


Notas.

1 Juan Pablo Mañalich R., “La perplejidad de Mansuy”, El mostrador, https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2023/06/30/la-perplejidad-de-mansuy/

2 Andrés Kogan Valderrama, “Patricio Fernández y la banalización del golpe de Estado en Chile”, El mostrador,

https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2023/07/08/patricio-fernandez-y-la-banalizacion-del-golpe-de-estado-en-chile/

4 Ciclo 50 años desde la memoria: https://teatroamil.cl/50/

5 En julio, la Cineteca Nacional de Chile continúa con la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, a través de tres muestras de su archivo: El cine de la UP, que reúne películas realizadas durante el gobierno de la UP, previo al Golpe de Estado; Diplomacia y solidaridad con Chile, una selección de documentales que dan cuenta tanto de las acciones diplomáticas de solidaridad que tuvieron estos países con Chile durante la dictadura y Raúl Ruiz, el ojo exiliado, presentada junto con el Museo de la Solidaridad Salvador Allende en el marco de la exposición Raúl Ruiz: el ojo que miente, exhibirá películas realizadas por el cineasta nacional durante su exilio”. Cineteca nacional, https://www.cclm.cl/festivales/cartelera-julio/

6Recoleta, Cincuenta años”, https://www.cincuenta.cl/

7 “Utopías Por-venir – Perspectivas desde la Literatura a 50 años del golpe de Estado​”, https://eduabierta.org/plataforma/course/view.php?id=64

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Doctor en Estudios Latinoamericanos y parte del Comité Editor de revista ROSA.