“Aunque no esté de moda”. Conversaciones sobre ideología frente a la emergencia de las nuevas ultraderechas

Nuestra convocatoria debe ser transversal para sumar mayorías, es decir alimentarse de la complejidad de las opresiones, pero sin perder de vista que el proyecto debe ser nacional. No es malo hacer una revisión crítica de cómo, rescatando la historia del sufrimiento, hemos olvidado seguir escribiendo la historia de las rebeldías. El estado de ánimo fascista ha cautivado más porque ellos nos han robado nuestra rebeldía, nuestra rebeldía debe ser creadora a partir de nuestras historias y opresiones, pero no puede partir de la derrota, tiene que partir de la voluntad de creación, de la construcción de resistencia.

por Millaray Huaiquimilla

Imagen / Manifestación de ahorristas argentinos contra el Corralito financiero, 13 de febrero 2002, Buenos Aires, Argentina. Fuente.


Javier Milei ganó las elecciones presidenciales en Argentina, encendiendo las alarmas en los suramericanos, pero ¿Qué es la ultraderecha actual? ¿Qué y quiénes son los llamados “neofascistas”? ¿Qué hicimos para que llegaran estos personajes a la disputa del poder?

 

Javier Milei es la nueva musa seductora de los indignados, su discurso atrae a los votantes sub-30 en Argentina quienes vivieron la crisis del corralito siendo niños, y se encuentran hartos del estancamiento económico y de una institucionalidad que parece no dar respuesta a sus demandas, están indignados, y principalmente, están indignados con el establishment. El fenómeno de los indignados, sin embargo, no es nuevo y lo vimos recorriendo toda Europa, principalmente: España.

 

Durante el 2010, el nonagenario Stéphane Hessel, ex combatiente de la resistencia y coautor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, publicó un folleto denominado “Indígnense”, un título que capturaba el clima de los últimos años: “la era de los indignados”. Los indignados, en todo caso, eran progresistas que criticaban el neoliberalismo, pero no eran los únicos: las grandes mayorías también parecían indignadas, aunque sin cauce político.

 

Lo que podemos hizo en España desde la izquierda, hoy se está haciendo por derecha, no sólo en Argentina sino en una amplia gama de países. La ultraderecha internacional es hoy un fenómeno de masas que vale la pena analizar y tomarse seriamente, han generado una coordinación internacional, exportan métodos de movilización y tienen un corpus propagandístico digno de ser discutido no por la veracidad de sus argumentos sino por la viralización de los mismos. Nos enfrentamos a nuevas caras de la ultraderecha, nos enfrentamos a las “alt-right”.

 

Quien conquista a los indignados, conquista el nuevo escenario de grandes masas ciudadanas descontentas de su cotidianidad. El secreto está en apelar a los instintos más bajos, bajo banderas simples: libertad, vida y propiedad. Cabe tener presente que el fascismo más que presentarse como una ideología o corpus teórico se presenta en la ciudadanía como un estado de ánimo.

 

Javier Milei es el tercer experimento ultra neoliberal luego de Chile y Colombia, ambos experimentos marcados por la militarización, eso es lo peligroso, la novedad de la llegada por urnas. Milei goza de una ortodoxia ultraliberal -Friedman y Von Hayek-, viéndose a sí mismo como un guerrero contra el Estado, justo un Estado que no ha cumplido sus promesas con los votantes. Milei y eso hay que incorporarlo en nuestro vocabulario si queremos disputar realmente, es un anarcocapitalista, si somos más precisos es minarquista, Milei no es Donald Trump, pero son parte de una misma cruzada de ultraderecha, algunos sumados a ella por amor a la mal llamada “libertad” otros por amor al dinero. Milei dice: “La gente se da cuenta de que cada vez somos más pobres y que los únicos que progresan son los políticos, los parásitos que integran la casta”, si bien el establishment ha sido corrompido, no es cierto que Latinoamérica sea más pobre por la presencia del Estado. Latinoamérica era un continente en el subdesarrollo y donde se mantenía el régimen del latifundio desde la colonia, hasta que las fuerzas progresistas fomentaron el desarrollo económico del continente para sacarlo de la dependencia internacional. Los anarcocapitalistas que creen en el libre mercado son quienes hoy perjudican a la ciudadanía y quieren vender a precio de huevo los recursos que alimentan a nuestros países a las potencias extranjeras. Aunque no esté de moda, debemos volver a los grandes debates de la izquierda, para disputar la idea de libertad. ¿Libertad para quién? Libertad negativa versus libertad positiva ¿Quién es verdaderamente libre? ¿Es libre quien tiene derecho a elegir pero no tiene recursos para hacerlo o es libre quién tiene un mínimo de dignidad y subsistencia para poder participar? La ilusión de la libertad sin intervención sólo es para los ricos. A los únicos que les conviene que no exista el Estado en las condiciones actuales es quienes con el poder económico cooptado no requieren del poder político para dominar el panorama y asegurar sus intereses.

 

¿Cuál es la ruta a seguir frente a esta veta abierta donde por derecha se le busca dar camino a la disconformidad de la ciudadanía? Múltiples son las respuestas que debemos alumbrar, sin embargo, todas ellas deben volver a un punto fundamental de la teoría crítica de izquierda, debemos resolver las condiciones de vida de la gente, la promesa de la política debe ser igual que hace 106 años “Paz y pan” y debe ser cumplida. Nuestra convocatoria debe ser transversal para sumar mayorías, es decir alimentarse de la complejidad de las opresiones, pero sin perder de vista que el proyecto debe ser nacional. No es malo hacer una revisión crítica de cómo rescatando la historia del sufrimiento hemos olvidado seguir escribiendo la historia de las rebeldías, el estado de ánimo fascista ha cautivado más porque ellos nos han robado nuestra rebeldía, nuestra rebeldía debe ser creadora a partir de nuestras historias y opresiones, pero no puede partir de la derrota, tiene que partir de la voluntad de creación, de la construcción de resistencia.

 

¿Significa esto dejar el feminismo? No. ¿Significa esto dejar el indigenismo? No. Significa que tenemos que utilizar toda nuestra nueva profundidad para ubicarnos en el corazón del verdadero pueblo, su verdadero rostro y apuntar juntos a un proyecto común que les afecte a todas, todos y todes. Alain Badiou, marxista francés, señalaba que el marxismo más que ciencia determinista, es un método de la teoría crítica que se explica a sí mismo por su pulsión creadora. Finalmente, aunque no esté de moda nuestras entrañas tendrán que entender de estética y cambios, y particularmente de la batalla de las ideas que se está alcanzando en los locos años 20 de los 2000 ante la emergencia de nuevos idearios rupturistas.

 

Nos hace falta pasión, así es pasión. Pasión en lo que decimos, en lo que hacemos y en donde pertenecemos, al pueblo, al socialismo. Si otras fuerzas políticas usan el descontento ciudadano para movilizar, opongamos nosotros algo más poderoso: nuestro compromiso con convocar a una alternativa desde la izquierda. La verdadera derrota es dejar de crear.

 

Ante las nuevas preguntas, alumbremos nuevas respuestas, aunque no esté de moda, volvamos a la batalla de las ideas.

Millaray Huaiquimilla

Antropóloga social y asesora parlamentaria.