El acuerdo del CNED y la enseñanza de la Historia. Una reflexión desde adentro

El profesorado está preguntándose en este momento: ¿alguno de mis colegas alcanza a pasar a cabalidad todos los contenidos que son estimados por los planes y programas para los diferentes niveles en los que imparte la asignatura? ¿Alguno de mis colegas logra potenciar el desarrollo de habilidades cognitivas de alta complejidad en los diferentes niveles? Algunos concluyen que es imposible reducir la enseñanza de contenidos y habilidades en solo dos años, pensando en que la asignatura de Historia, Geografía y Ciencias Sociales se impartirá solo en primero y segundo medio.

por Alejandra Araya González

Imagen / Sala de Clases, Instituto Nacional. Santiago, 2009. Fuente: Wikimedia.


Hace unos años atrás, cuando pasábamos el recreo en el patio del colegio, un alumno me contó que, sin recordar datos precisos, resolvió la respuesta de una prueba de Historia de una manera bien particular. Se trataba de un control de lectura sobre un libro que describía los dieciocho corregimientos del Reyno de Chile durante el siglo XVIII. En la prueba le pedían describir solamente el corregimiento de Colchagua y mi alumno no recordaba las características exactas del lugar, ya que el forzoso ejercicio memorialístico de innumerables datos que le significó la lectura del manual no lo dejó recordar absolutamente todo. Me dijo algo como esto: “profe, me cabecié mucho tratando de recordar las actividades económicas del corregimiento, y la única forma en que pude resolver fue prestando atención a mi experiencia de vida, porque de niño siempre viajaba mucho al sur. Recordé que no mucho más al sur de Santiago habían viñedos al costado de la carretera. Alguna vez, de curioso, leí las etiquetas del vino que se tomaba en los asados familiares, y recordaba que ya en el XVIII se cosechaban uvas y se hacía vino en Chile. Así que, supuse que en Colchagua se dedicaban a la vitivinicultura, y respondí eso”.

Mi sensación de satisfacción fue enorme en ese momento, pero la recuerdo ahora y me provoca horror. Sí, miedo, porque ese estudiante aplicó un ejercicio extremadamente importante que solo la historia nos provee: el pensamiento histórico-geográfico y la construcción memorialística, habilidades del aprendizaje que se verán mermadas bajo la anunciada reforma que disminuye las horas de historia para terceros y cuartos medios.

Sabemos que el acuerdo no elimina las horas lectivas de la asignatura de Historia, Geografía y Ciencias Sociales, pero al traspasarlas al Plan Electivo, se está coartando el desarrollo de habilidades cognitivas de alta complejidad como el análisis, la evaluación y la creación.  Si bien la medida que privilegia la obligatoriedad de la asignatura Educación Ciudadana promueve el desarrollo del pensamiento crítico y análisis en los procesos de enseñanza-aprendizaje, no es competente con los fundamentos que se enmarcan en la “Propuesta bajo el concepto de habilidades para el Siglo XXI”, pues, para situarnos, comprender y analizar nuestro presente, debemos estrechar conexiones al unísono de nuestro pasado. El ejercicio histórico no se trata solo del clásico ejercicio pedagógico de “activación de conocimientos previos”. El ejercicio histórico es dinámico, se mueve en el presente y en el pasado, activa memorias colectivas e íntimas, analiza y reconstruye a partir de una trayectoria que circula en nuestras mentes.

Abundantes son las manifestaciones de especialistas y académicos respecto del valor de la historia en la formación de estudiantes en su etapa escolar. Algunos se han preocupado porque la reforma podría afectar el cultivo de una cultura general, a otros urge el debilitamiento de un pensamiento crítico -ejercicio que, a mi juicio no se inhibe con la formación ciudadana en reemplazo de Historia, Geografía y Ciencias Sociales-, y la mayoría se ha preocupado por el detrimento de una reconstrucción e interpretación del pasado en nuestro presente. Sin embargo, es necesario plantear las críticas a la nueva reforma educacional desde una posición que no caiga en sublimidades ajenas a la realidad escolar chilena. Finalmente, quienes tendrán que hacer frente a las modificaciones curriculares son los profesores de Historia, Geografía y Ciencias Sociales del ámbito escolar.

En vista de esta consideración que, me parece justa y apropiada para el escenario que enfrentamos, tendremos que repensar simultáneamente dos problemas: la vigilancia del aprendizaje de los estudiantes secundarios y la situación laboral de sus profesores. Son ellos(as) quienes vivirán la reforma curricular desde adentro.

Los contenidos hasta ahora planificados para Historia, Geografía y Ciencias Sociales en tercero y cuarto medio abarcan el Chile reciente, es decir, desde el inicio del gobierno de Salvador Allende a nuestros días. En concreto, lo que implicaría la reforma del CNED será el abultamiento del currículum de segundo y primero medio con los contenidos que van desde la UP en adelante. Mi pregunta es: ¿será esta una medida eficiente dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje en todos los cursos que componen la enseñanza media? Pues la reforma no se trata únicamente de una modificación para terceros y cuartos medios, ya que significa una merma total en la Educación Secundaria.

La gran mayoría del profesorado que hoy está debatiendo la aplicación de la reforma para el 2020, coincide en que en los establecimientos en que imparten clases no cuentan con las capacidades humanas ni materiales para implementar la reforma de manera adecuada. Por tanto, consideran que las medidas establecidas en el acuerdo del CNED no estiman la realidad escolar de varios colegios y, en este sentido, el debate se inclina hacia la desigualdad escolar como otro síntoma que pone en agravio la situación de los establecimientos más vulnerables. Pero esto último es parte de otra discusión. El profesorado está preguntándose en este momento: ¿alguno de mis colegas alcanza a pasar a cabalidad todos los contenidos que son estimados por los planes y programas para los diferentes niveles en los que imparte la asignatura? ¿Alguno de mis colegas logra potenciar el desarrollo de habilidades cognitivas de alta complejidad en los diferentes niveles? Algunos concluyen que es imposible reducir la enseñanza de contenidos y habilidades en solo dos años, pensando en que la asignatura de Historia, Geografía y Ciencias Sociales se impartirá solo en primero y segundo medio.

El profesorado no precisa la simple transmisión de contenidos sin involucrar el desarrollo de habilidades y la práctica de una pedagogía basada en las emociones, que debiese orientar la enseñanza-aprendizaje en todos los niveles escolares, facilitando  una formación mínima para el despliegue de la vida en sociedad. Los(as) profesores y profesoras plantean no ser considerados en las decisiones que toma el CNED, y que esta disposición reafirma un grave desconocimiento del trabajo docente por parte de la institución. Si bien la mayoría de las autoridades que componen el Consejo tienen formación en Educación, nada garantiza que conozcan en plenitud la realidad escolar cotidiana. Por esto, los(as) profesores y profesoras debiesen ser considerados(as) como los(as) agentes exclusivos(as) de los procesos de enseñanza-aprendizaje y, por tanto, actores protagonistas del presente educativo y su devenir.

Examinar el currículum escolar nos puede llevar a grandes satisfacciones como a penurias y, por esto, es imprescindible evaluarlo siempre, pues este es modelado desde el Estado de acuerdo a las habilidades mínimas que debiesen desarrollar los(as) futuros(as) ciudadanas y ciudadanos. Examinarlo es advertir los intereses del Estado porque la pregunta que cabe aquí es ¿qué Historia, Geografía y Ciencias Sociales enseñar? El arte del cómo es, felizmente, dedicación exclusiva del profesorado. Entonces, si el Estado ha definido que el propósito fundamental de esta asignatura es “formar para la vida”, no es congruente el quebrantamiento entre estas tres disciplinas y la formación ciudadana. La preparación para la vida en sociedad conlleva la comprensión del medio en que vivimos. Significa salir a la calle e identificarse con ese espacio por el que se está caminando. Allí está la Historia, la Geografía y las formas en que los individuos construyen relaciones entre sí. La preparación para la vida debe ser siempre integral, una que vincule Educación Ciudadana, pero que no inhiba la capacidad de comprender nuestro presente a través de viajes continuos al pasado.

Gran parte de la Historia se reconstruye a partir del recuerdo y, por tanto, de una experiencia íntima o colectiva. No podemos permitir que la falta de ese ejercicio de creación deteriore nuestro patrimonio histórico. No podemos permitir que el refreno de las habilidades cognitivas que provee el ejercicio histórico, influya en nuestra preparación para la vida. Así como el pensamiento histórico dotó de herramientas a mi estudiante afligido por el Corregimiento de Colchagua, también permite que todos(as) pensemos y repensemos los problemas sociales cotidianos, nos ayuda a resolverlos y a no olvidarlos.

Alejandra Araya González

Profesora de Educación Media en Historia y Ciencias Sociales por la Universidad Andrés Bello y estudiante del programa doctoral en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile