El acuerdo de la Comisión de Sistema Político. Cambio en la forma de Estado y régimen político burgués

La ampliación de las formas de organización política reconocidas por la Constitución abriría la escena a los más diversos grupos de presión por fuera de los partidos políticos, dando pie para que se institucionalicen algunas de las fuerzas indígenas o de movimientos sociales presentes al interior de la Convención […]. A pesar de que esto último podría parecer un avance en la democratización del régimen político, en concreto, la institucionalización de grupos de presión sectoriales o gremiales termina por reproducir el fraccionamiento del movimiento de masas y la clase trabajadora en específico, haciendo parecer una fortaleza lo que constituye una de las principales debilidades de la clase trabajadora en nuestro país, a saber, la falta de un partido político capaz de “constituir la unidad política revolucionaria de dicha clase, constantemente presa de la lucha económica ‘individual’, ‘local’, ‘parcial’, ‘aislada’”. 

por Roberto González

Imagen / Entrada de los convencionales al ex Congreso Nacional, 15 de marzo 2022, Santiago, Chile. Fuente.


La Convención Constitucional, espacio surgido producto de la crisis del bloque en el poder y el sistema político transicional, ha comenzado a dar las primeras luces de la reconfiguración de la forma de Estado y el régimen político burgués que esta pretende sancionar.

En este sentido, el acuerdo recientemente surgido de la Comisión de Sistema Político va en esta dirección. Dentro de este se plantea, entre otras cosas, una serie de modificaciones a la relación y las facultades de los poderes Ejecutivo y Legislativo, a la vez que se sustituye el concepto de partido político por el de organizaciones políticas, y se aminoran las trabas para que estas organizaciones se incorporen dentro del Congreso Nacional.

En lo que respecta a la relación y las facultades de los poderes Ejecutivo y Legislativo, el paso a lo que se ha denominado como un presidencialismo atenuado y un bicameralismo asimétrico tiene una serie de implicancias en las formas de legitimidad del Estado capitalista, como también en lo que refiere al desarrollo de la hegemonía dentro del bloque en el poder de una fracción de clase determinada.

En efecto, tal como explica Poulantzas, si bien tanto el Ejecutivo como el Legislativo pueden resolver los problemas de legitimidad y hegemonía, el predominio de uno u otro plantea cambios en los “procesos ideológicos por los cuales ese Estado se da por representativo de la unidad del pueblo-nación, y por los cuales actúa como factor de desorganización política de las clases dominadas” (Poulantzas, 406), al igual que implica un “desplazamiento de los lugares en que se refleja el poder político de esa fracción [hegemónica] respecto del bloque en el poder” (Poulantzas, 412).

Tomando en cuenta lo anterior, es posible señalar que la propuesta de Sistema Político opera en un doble movimiento en tanto cambio de forma de Estado. Por una parte, traslada el lugar en el cual se refleja el poder político de la fracción hegemónica del bloque en el poder en la medida en que se elimina la iniciativa exclusiva del Presidente, como también el Senado, con lo cual la Cámara de Diputados pasaría a ser el centro de poder político preeminente.

Por otra parte, incorpora dentro de esta última cámara la paridad de género, los escaños reservados para pueblos indígenas, además de ampliar las formas de organización política que pueden expresarse allí y reducir también el mínimo de votos necesarios para instalarse en dicho espacio. Estos cambios permitirían restituir la legitimidad del Estado burgués como instancia representativa de la unidad política de la formación social chilena, manteniendo la matriz ciudadanista que reproduce “la figura del ciudadano como fetiche, como cosa de la que parece emanar un poder propio” (Jacoby, 71), con lo cual se desdibujan las relaciones de clase y se mantiene tanto la corporativización como el desarme político de la clase trabajadora.

Junto con lo anterior, en lo que respecta a la forma de régimen, la misma ampliación de las formas de organización política reconocidas por la Constitución abriría la escena a los más diversos grupos de presión por fuera de los partidos políticos, dando pie para que se institucionalicen algunas de las fuerzas indígenas o de movimientos sociales presentes al interior de la Convención y con ello se formalice la alianza que de facto mantienen estos sectores con las fuerzas políticas del gobierno actual, la que se expresa en este mismo acuerdo.

A pesar de que esto último podría parecer un avance en la democratización del régimen político, en concreto, la institucionalización de grupos de presión sectoriales o gremiales termina por reproducir el fraccionamiento del movimiento de masas y la clase trabajadora en específico, haciendo parecer una fortaleza lo que constituye una de las principales debilidades de la clase trabajadora en nuestro país, a saber, la falta de un partido político capaz de “constituir la unidad política revolucionaria de dicha clase, constantemente presa de la lucha económica ‘individual’, ‘local’, ‘parcial’, ‘aislada’” (Poulantzas, 359).

Por lo demás, lo expuesto anteriormente no significa que el proceso de cambio constitucional no pueda incluir avances o mejoras en las condiciones de vida, organización y lucha de la clase trabajadora y los sectores populares, pero habría que especificar que estos pasan por otros artículos-propuestas como ocurre con las discusiones en torno al derecho a huelga en la comisión de derechos fundamentales, o que simplemente no fueron incorporados dentro de la Comisión de Sistema Político, como ocurre con los derechos políticos de inmigrantes sobre los cuales el acuerdo mantiene restricciones en función de la cantidad de años que llevan en el país, excluyendo del padrón electoral a las y los miles de trabajadores que han llegado al país en los últimos años.

 

Referencias

Nicos Poulantzas, Poder político y clases sociales en el Estado Capitalista (México, D.F.: Siglo XXI, 2007)

Roberto Jacoby, El asalto al cielo: formación de la teoría revolucionaria desde la Comuna de 1871 a Octubre de 1917 (Buenos Aires: Universidad Nacional de Buenos Aires, 2014)

Roberto González

Licenciado en Sociología por la Universidad de Chile.