Asumiendo el conflicto. Anotaciones al Editorial #13 de Revista ROSA

Pese a su visión crítica, el editorial resucita el frente único más allá de la lucha de clases, cuando afirma: ‘Se debe propiciar y no temer la construcción de una mayoría social activa que sostenga esas transformaciones. Sólo en esa dirección, y debido al potencial que esa fuerza tiene para hacer avanzar estos intereses, es que cobra sentido político el acto de defender al gobierno’. Al usar categorías como mayoría social el polo rojo persiste en los viejos errores de la izquierda de usar seudo-categorías que ocultan las relaciones de clase. Desde los tiempos de la Komintern estalinista, con su interpretación del frente único, estas seudo-categorías sólo han servido para poner al proletariado bajo la hegemonía de la pequeño-burguesía. Es el fetichismo de la democracia que cree que la lucha política se resuelve por el que tiene más votos. ¿Defender al gobierno? Defender al gobierno en la medida que ayude a potenciar el polo rojo. Si no, mostrar sus contradicciones y a dónde lo llevan el desarrollo de las mismas. El polo rojo no defiende gobiernos, conduce a los trabajadores en su organización independiente de los partidos y movimientos de la pequeño-burguesía, para que tomen el poder político y revolucionen el Estado y las relaciones de producción.

por Rogelio Vilches

Imagen / Batalla entre españoles y mapuches durante la Guerra de Arauco, Alonso de Ovalle, 1646. Fuente.


UNO

El editorial cae en la trampa Apruebo/Rechazo a una nueva constitución para dejar atrás el legado de Pinochet. Pareciera que la historia se repite en una nueva versión del plebiscito por la continuidad de Pinochet. Y una vez más la izquierda hace frente único con las fuerzas progresistas de hoy que han tomado la función de las fuerzas democráticas de ayer. La izquierda de entonces, 34 años atrás, fue incapaz de levantar una alternativa de clase y ya sabemos cómo nos fue.

El editorialista afirma: “Asimismo, un gobierno como este difícilmente podrá reponerse al golpe que significaría el triunfo de la opción Rechazo en el Plebiscito de Salida, toda vez que ello marcaría la imposibilidad de cambiar por vía deliberativa la actual Constitución y con ella, el legado de Pinochet y la Dictadura”.

Los partidos de la Transición a la democracia tienen el consenso de que tienen que sacar una nueva Constitución. Eso lo ha dejado muy claro su ala derecha formada por RN, UDI, Evópoli. En un hipotético triunfo del Rechazo se va activar una vía deliberativa B.

El editorialista cree estar enfrentando el legado de Pinochet y la Dictadura. Esta expresión es errónea. Se trata del legado del pacto entre la Concertación y los partidos de derecha. La Constitución actual es de la Concertación. Pinochet no le impuso las FF.AA. a la Concertación para mantener el neoliberalismo. La Concertación lo perfeccionó porque los Concertación Boys (Foxley y los Cieplan boys) llegaron a la conclusión que los Chicago Boys no se habían equivocado en el modelo. Esto lo escuché de labios de tecnócratas del PS-PPD, ligados al gurú Fernando Flores, ex ministro de Salvador Allende. También ha sido documentado por el sociólogo Felipe Portales y por las investigaciones de Manuel Gárate. No olvidar que toda la Transición fue posible porque el PC, que fue la dirección política de la insurrección obrero-popular, bajó las banderas de lucha y prefirió someterse a la Concertación.

Si una fuerza política como el Frente Amplio tiene una caracterización errónea de lo que fue la Transición, no es raro que los restos de la Concertación se le metan por la backdoor y termine resucitando la Concertación en versión 3.0.

 

DOS

El editorial une en sagrada alianza los destinos de la izquierda, el éxito de Boric y el triunfo del Apruebo, cuando afirma: “Romper el espejismo de independencia al respecto y asumir las condiciones actuales de la lucha –que el éxito de la izquierda de aquí y ahora depende del éxito del Gobierno y de la victoria del Apruebo– es la condición sine qua non para recuperar la iniciativa desde el polo rojo de la lucha de clases”.

Sin embargo, no hay una relación directa entre el éxito de Boric, la victoria del Apruebo y que el polo rojo de la lucha de clases recupere la iniciativa. Porque el proyecto de Boric es un proyecto socialdemócrata reciclado al siglo XXI. De conciliación de los intereses de clase, bajo la forma de pegar un salto adelante en el fortalecimiento del sindicalismo como base para lograr un espacio de participación en la administración de las empresas capitalistas.

La victoria del Apruebo tampoco fortalecerá mecánicamente al polo rojo. El triunfo del Apruebo es el triunfo del feminismo, ecologismo y Derechos Humanos (donde incluimos la plurinacionalidad y la interculturalidad). Todos esos movimientos expresan reivindicaciones de diferentes sectores de la pequeño-burguesía. Y su ligazón con la clase proletaria no es mecánica, ni obvia. El feminismo responde a la clase media profesional y en la clase trabajadora produce un efecto divisionista. El ecologismo tiende a paralizar el ciclo de reproducción del capital y el primer afectado es el proletariado con la cesantía. Los DD.HH. hoy privilegian a los pueblos indígenas, no al proletariado indígena.

El triunfo del Apruebo va a potenciar liderazgos políticos pequeño burgueses: los y las abogados, antropólogos, profesores, médicos, académicos que pululan en la Convención Constituyente.

La posibilidad de que el polo rojo de la lucha de clases recupere la iniciativa radica en que aproveche el desarrollo de las contradicciones entre feminismo, ecologismo y DD.HH. y las reconduzca para que alimenten un programa donde la hegemonía la tenga la clase trabajadora. Para esto es urgente la construcción de un partido de trabajadores. De lo contrario la dirección política engendrada por la nueva Constitución será populista: un Maduro o un Bolsonaro.

 

TRES

Sobre la interna de Apruebo Dignidad ya en el gobierno, el editorial describe a la base política del gobierno sometida a una suerte de parálisis: “Asumirse como espectadores de las acciones de un gobierno cuyas decisiones deben defenderse, sin importar su dirección o consecuencias. Dicha defensa se ha mostrado brutalmente represiva de las disidencias que tiene a su lado, y preocupantemente temerosa –al punto de la paralización– cuando se trata de lidiar con los enemigos que tiene al frente. Se ha ido consolidando una suerte de ‘barrabravismo’ burocrático y sin sentido… Este encierro reactivo ha cedido toda iniciativa posible a la derecha política, los actores que más débiles quedaron tras las últimas elecciones”.

La situación descrita que se resume en un Apruebo Dignidad que desatiende la memoria reciente abierta por la revuelta de Octubre, se corresponde con los rasgos necesariamente bonapartistas que van apareciendo en el gobierno de Boric. La revuelta de Octubre de 2019 detonó un proceso revolucionario que derrumbó el régimen concertado por las fuerzas democráticas y los partidos de derecha. Pero este proceso revolucionario ha carecido de un partido que le de dirección política desde el polo rojo. La dirección Concertación-Derecha fue arrollada por el tsunami social. Y en lugar de que desde el seno del FA surgiera esa dirección política roja que tomara el poder, el poder terminó cayendo en manos de una dirección política personalizada, que desde un principio se la jugó porque los partidos tradicionales lograran re-encauzar la energía social detonada. Este “liderazgo nuevo, en la región, joven, de izquierda, pero de izquierda democrática”, en palabras de la Canciller Urrejola, que era escupido e insultado en la plaza Baquedano, terminó recibiendo el poder incluso con la bendición, forzada, de la Lista del Pueblo, porque no hubo y no hay una dirección roja que le dispute el poder a los restos de la Concertación-Nueva Mayoría. Así, entonces, Boric se eleva sobre la lucha de clases y se sitúa en un espacio utópico donde, en palabras del mismo, más allá de las diferencias ideológica están los problemas que tenemos que enfrentar de manera conjunta tirios y troyanos, derecha-centro izquierda, capital y trabajo.

El nuevo régimen personalista, centrado en Boric, tiene que neutralizar el ala izquierda de la ecuación. El barra bravismo burócratico resulta una expresión iluminadora al respecto, hasta con resonancias de Trotski.

El régimen tendrá el discurso progre del feminismo, ecologismo y DD.HH. para el farol rojo. Y el discurso del orden y de la seguridad para el farol blanco. Lo real es que Boric ya se liberó de su base partidaria y electoral porque es la única posibilidad para la clase política de retomar el control del proceso revolucionario. Si falla, será la hora de Bolsonaro o Maduro, de acuerdo a la política comparada vigente en el vecindario.

 

CUATRO

Sobre la movilización social, el editorialista constata que “las fuerzas que han roto anteriormente los ciclos defensivos de la izquierda –las movilizaciones populares– parecen estar contraídas… terminó asfixiado por el cerco sanitario que instaló la pandemia… La capacidad de determinar la agenda por parte de actores sociales enérgicos está en su menor nivel en años”.

La descripción anterior muestra lo que ha significado la falta de un partido surgido de las movilizaciones populares. Las movilizaciones populares han tenido como direcciones políticas al movimiento estudiantil, al movimiento feminista, a los ecologistas y a los mapuche.

Todas ellas, salvo el caso mapuche, son direcciones pequeño burguesas centradas en liderazgos individuales, en muchos casos, o colectivos sectarios que se han apoyado en construir su movimiento más por las redes sociales que por la militancia en los centros de trabajo.

Por ello, los movimientos sociales no han empalmado con el movimiento de los trabajadores, controlado por la burocracia de la CUT. Buena muestra de ello es que no llevaron la discusión constitucional a las escuelas o a las fábricas, sino que las mantuvieron en los “territorios” con un enfoque poblacional, familiar y “cultural”.

El tema de fondo es que los programas de los movimientos sociales no tocan las relaciones productivas capitalistas, a lo más podrían controlar parcialmente algunos de sus efectos colaterales. Ello muestra que dichos movimientos no tienen una base social enraizada en las relaciones de producción, con excepción del proletariado forestal mapuche. Este último perseguido a balazos y amedrentado por el nacionalismo mapuche militarista de la CAM y las ORT.

Los movimientos sociales parecieran no querer tomarse el poder. El feminismo, por ejemplo, se especializa en denunciar la opresión de la mujer (de clase media profesional) y exige leyes que reparen las “injusticias”. Al final de cuentas, termina exigiéndole a los partidos de la clase política que solucionen el problema, en lugar de construir un partido que luche por la toma del poder, la transformación del Estado y de las relaciones de producción. El tema no ha sido la pandemia.

Si hay algo que aprender de Evo Morales es cómo lideró el movimiento cocalero y de pueblos originarios culminando en la creación del MAS-IPSP. Y con ese instrumento toma el poder político y conduce la revolución boliviana. Por su parte el feminismo boliviano y parte significativa del feminismo latinoamericano apoyarán el golpe de estado contra Evo.

La dinámica de la Convención Constituyente genera, además, serias dudas sobre la capacidad movilizadora de los movimientos sociales chilenos. Sus liderazgos no pudieron convocar a una movilización que liberara a los presos del estallido. Ni que presionara el trabajo de la Convención. El caso más lamentable fue la consulta indígena donde participaron 3.604 de un total de 1.063.980 mapuche.

No es la pandemia el problema. El problema es que los movimientos sociales dilapidaron la energía social que desataron, al ser incapaces sus liderazgos de darles una estructura orgánica de partido.

 

CINCO

Continúa el editorialista “A lo que nos enfrentamos es a las consecuencias de la adopción irreflexiva de la hipótesis populista que se tomó gran parte de la izquierda chilena en la última década”.

¿La izquierda esperaba por su Evo Morales o su Chávez?

Y agrega: “El cumplimiento de un programa parcial que avance marcado por los intereses y posiciones de las clases subalternas, se ve reemplazado en el vacío y por defecto por el ideario de la razón de Estado, o sea, la razón de las clases medias profesionales”.

¿Cuáles serían esas clases subalternas? ¿Cuál es la relación del proletariado con esas clases subalternas?

La razón de Estado no es la “razón de las clases medias profesionales”. La razón de Estado es la razón de la burguesía. Si se quiere decir que el gobierno de Boric ha caído en manos de las clases medias profesionales, éstas han jugado, siempre, el papel de conciliar los intereses de clase. Y ya sabemos a qué clase conviene eso. No tienen un proyecto histórico propio.

Si el programa de la izquierda expresa los intereses y posiciones de las clases subalternas no se entiende que haya jugado, en el período previo al estallido de Octubre 2019, el rol de vagón de cola del feminismo, ecologismo, minorías sexuales y movimiento mapuche. Porque, salvo el movimiento mapuche, ninguno de los otros movimientos expresa los intereses de clases subalternas. Todos ellos son expresiones de diferentes sectores de la pequeña burguesía que, con el gobierno de Boric, arribó al control del aparato estatal.

 

SEIS

Retomando la constatación de los rasgos bonapartistas del régimen inaugurado por el gobierno de Boric, el editorial afirma: “En el caso de Marcel, se ha terminado asumiendo que la economía está más allá de la política, y que para administrar se requiere a un especialista. El resto del proceso de mímesis con la vieja Concertación asume, por otro lado, que el rol del gobierno es determinado por una razón de Estado que no toma parte de los profundos conflictos que lo cruzan”.

Sin embargo, el editorial omite la relación que ha ido tomando con Carabineros y las FF.AA. Como la retórica de la refundación ha dado paso al discurso de la reforma con ellos mismos, del orden y seguridad. Si la lucha de clases se agudiza, por el lado mapuche, los rasgos bonapartistas se harán dominantes.

 

SIETE

Sobre la estrategia electoralista de Apruebo Dignidad, el editorialista descubre que “El fetiche institucionalista que se apoderó de los partidos de Apruebo Dignidad tuvo una inédita consecuencia.  Con el inicio de las sesiones constituyentes, el conflicto social refundacional que este órgano encauzaba se pausó caricaturescamente hasta el siguiente hito electoral”.

Resulta extraño que el editorial considere como inédita consecuencia de la CC, el efecto de pausar el proceso revolucionario desatado por el estallido social. Es del ABC de la experiencia revolucionaria acumulada, desde Marx y Engels, el constatar que la democracia y sus salidas institucionales son reaccionarias en una situación revolucionaria. La CC es fruto del pacto de la Derecha–Nueva Mayoría–Boric. Es decir, las fuerzas políticas que se ven liquidadas por el estallido de Octubre.

 

OCHO

Sobre la estrategia de la derecha afirma: “El comando del Rechazo lleva más de un año armado, boicoteando el proceso, dificultando los cambios, mintiendo y acumulando fuerza social y electoral”.

Al editorialista le faltó agregar, que el Rechazo se ha nutrido de las contradicciones existentes entre feminismo, ecologismo, minorías sexuales, pueblos originarios. Que le han hecho buena parte de la pega al Rechazo. Y dónde se manifiesta la debilidad política de las distintas fracciones de la pequeña burguesía criolla, que se dedican a descalificar éticamente al Rechazo porque son incapaces de imponerse políticamente.

 

NUEVE

Nos sorprende el editorialista cuando afirma: “Al frente no existe un comando por el Apruebo (¿o sí?), y quienes podrían ser parte de este esfuerzo llevan casi un año dejando pasivamente que la Convención Constitucional funcione aislada de la realidad, elaborando noticias con bajas tasas de lectoría, pero que reverberan con banal entusiasmo en nuestros círculos cada vez más homogéneos”.

Increíble que el editorialista presente a la CC “aislada de la realidad”. ¿Cómo es posible, si la CC es la expresión de nuestro Octubre? ¿Si el triunfo del Apruebo es la línea estratégica para el polo rojo?  ¿Entonces los programas del feminismo, los ecologistas, las minorías sexuales, el movimiento estudiantil de donde salió Boric, los pueblos originarios, no responden al “polo rojo de la lucha de  clases”? ¿Un lapsus freudiano del texto?

 

DIEZ

Sobre la situación política de la izquierda, el editorial profundiza su visión crítica, afirmando que “Adoptar una postura así de defensiva y aislada después de triunfos electorales combinados con muestras de lucha social, resulta inexplicable excepto por el total agotamiento del marco conceptual, táctico y estratégico de lo que hemos construido en esta última década. Justo en el momento en que precisamos de contenido para una ofensiva, para la más importante desde el fin de la Dictadura, nos percatamos de que el significante que veníamos utilizando estaba vacío”.

Resulta explicable si retomamos la experiencia revolucionaria, que muestra que la lucha social es neutralizada cuando las direcciones políticas logran encauzarlas en los triunfos electorales de la democracia.

Ciertamente hay un agotamiento del marco conceptual, táctico y estratégico. Y ello muestra el vacío categorial de los programas de los movimientos sociales que han conducido la CC, incapaces de superar los cantos de sirena de la democracia.

 

ONCE

Sobre la interna de Apruebo Dignidad, la editorial profundiza “[…] los sectores más críticos de Apruebo Dignidad despliegan esfuerzos sustantivos para convencerse de que el carácter del gobierno está en disputa, y que hay un conflicto entre el viejo espíritu concertacionista y alguna alternativa que realice su potencial transformador. Pero las últimas semanas han mostrado, por el contrario, que ese conflicto sólo existe como voluntad”.

De acuerdo, pero es un conflicto que se irá desarrollando de acuerdo a los ritmos de la lucha de clases, del desarrollo del conflicto mapuche. Es importante que el polo rojo se vaya perfilando como dirección política capaz de elaborar la teoría correcta para guiar su práctica (lucha) por la conducción política del proletariado mapuche.

 

DOCE

Pese a su visión crítica, el editorial resucita el frente único más allá de la lucha de clases, cuando afirma: “Se debe propiciar y no temer la construcción de una mayoría social activa que sostenga esas transformaciones. Sólo en esa dirección, y debido al potencial que esa fuerza tiene para hacer avanzar estos intereses, es que cobra sentido político el acto de defender al gobierno”.

Al usar categorías como mayoría social el polo rojo persiste en los viejos errores de la izquierda de usar seudo-categorías que ocultan las relaciones de clase. Desde los tiempos de la Komintern estalinista, con su interpretación del frente único, estas seudo-categorías sólo han servido para poner al proletariado bajo la hegemonía de la pequeño-burguesía. Es el fetichismo de la democracia que cree que la lucha política se resuelve por el que tiene más votos.

¿Defender al gobierno? Defender al gobierno en la medida que ayude a potenciar el polo rojo. Si no, mostrar sus contradicciones y a dónde lo llevan el desarrollo de las mismas. El polo rojo no defiende gobiernos, conduce a los trabajadores en su organización independiente de los partidos y movimientos de la pequeño-burguesía, para que tomen el poder político y revolucionen el Estado y las relaciones de producción.

 

TRECE

Las contradicciones de la editorial vuelven a presentarse en su caracterización de la CC. “Exceptuando a la Convención Constitucional misma, cuya voluntad de conflicto nos está entregando una posibilidad inigualable de avanzar en la democratización del Estado, la izquierda en todos sus niveles está paralizada por el entendible miedo a arriesgar lo avanzado”.

En la sección IV presenta a la CC como un “fetiche institucionalista” que “pausó el conflicto refundacional”. ¿Cómo es que ahora la CC es “voluntad de conflicto”? Al centrarse estratégicamente en el Apruebo, reduce la política a la pelea por los votos. La tarea es aprovechar el Apruebo para conectarse con la clase trabajadora que no está en la calle.

“Avanzar en la democratización del Estado”. Seguimos con el fetichismo de la democracia. Es decir, con el contenido de clase de la pequeña burguesía. Los procesos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, incluso Colombia (con su Constitución que desde 1991 lo declaró como un Estado Social de Derecho), nos muestra el derrotero de la “democratización del Estado”. Éste significa el surgimiento de nuevas capas burguesas, desde sectores de la clase media: boliburguesía, burguesía cocalera boliviana. ¿Se ha fortalecido en ellos el polo rojo?

 

CATORCE

Insistiendo en el frente único meta-clasista, propone “Para la militancia de izquierda, asumir la profundidad del conflicto constituyente es una oportunidad para construir una plataforma política que exceda a Apruebo Dignidad, y por qué no, proponerse una nueva alianza social de izquierda en este ciclo político acelerado”.

El conflicto constituyente abre la oportunidad para una nueva alianza social de izquierda. De acuerdo.  Pero formulado de esa manera seguimos con el libreto del frente único dirigido por la clase media, cuyo último exponente, aparentemente muy valorado por el colectivo rosista, es Petro en Colombia.

 

QUINCE

Ahondando en la Nueva Alianza, afirma que “Esta alianza popular podría ampliar y expandir la experiencia acumulada tras una década de luchas abiertas en 2011, enriquecida por los movimientos sociales que desbordan el carácter de clase frenteamplista. Feministas, ecologistas y socialistas de cuños diversos dotan de pluralidad a la homogénea clase dirigente que sin anclaje social deviene burocracia estatal”.

La clase dirigente, entendiendo a la elite llegada al poder con Boric, es un sector de la pequeño-burguesía profesional. Pero no tiene ninguna diferencia cualitativa con las direcciones políticas de los movimientos sociales feminista, ecologista. Repitiendo ese camino no se “desborda el carácter de clase frenteamplista”, al contrario, se lo refuerza.

 

DIECISÉIS

Las contradicciones de la editorial se intensifican cuando afirma: “Hasta ahora, la neutralidad (del gobierno de Apruebo Dignidad) que ha intentado mostrar baila con la música que pone el inmovilismo refractario de la razón de Estado, paralizando los esfuerzos de hacer política con la inminente sanción fantasmal de una Contraloría histórica que nunca llega ni llegará.”

“Esta parálisis es suicida, considerando que no existe un segundo tiempo del gobierno sin el triunfo en el Plebiscito de Salida.”

El editorialista quiere que Boric use el aparato estatal en favor del Apruebo. Es decir, la maquinaria burocrática “ganada”. El polo rojo parece olvidar las lecciones de la Comuna de París. Critica la burocracia incipiente del boricismo, pero sin ella se perdería el plebiscito de salida. No se centra en recuperar la movilización social sino en ocupar el aparato burocrático.

 

DIECISIETE

Se concluye la tarea central de la izquierda: “oponerse a quienes han hegemonizado casi sin resistencia al gobierno hasta hoy es el conflicto a asumir para gran parte de la militancia de izquierda”.

No se hace cargo de explicarnos por qué la militancia de izquierda no se opuso, antes o durante el proceso de formación del gobierno, a la resurrección de la Concertación. La respuesta es dura: porque no tienen una base social que provoque respeto en el gobierno, como si la tiene el movimiento mapuche. Y si se siguen apoyando en el feminismo, ecologismo, pueblos originarios…esa base social ya fue cooptada por el gobierno.

El “enfrentamiento político abierto”, en las actuales circunstancias sólo será una escaramuza más en el aparato burocrático. El resultado más probable: algunos militantes del polo rojo cooptados por la burocracia estatal. El enfrentamiento político abierto necesita que el polo rojo se apoye en una nueva base social. En realidad, en la base de todo polo revolucionario: la clase trabajadora. La gran ausente en el estallido social, la gran ausente en todo el proceso de la CC.

 

DIECIOCHO

Coincidimos con el editorial cuando llama a “no olvidar la ferocidad de las hienas que tenemos al frente”.

Y nos permitimos agregar, tampoco olvidar a las que tenemos al lado, como amigos del pueblo.

Se repite la tragi-comedia del plebiscito del término de la Dictadura. El polo rojo cerrando filas con los quintacolumnistas de la Concertación en pro de la democracia, mirando sólo al frente (a la derecha), mientras duerme con el enemigo.

 

DIECINUEVE

Nos llama la atención que el editorial no asuma la centralidad de la cuestión mapuche, en la construcción del polo rojo. Es la incipiente insurrección mapuche la que ha obligado a comerse a Boric su discurso de refundación de Carabineros y las FF.AA. Es ella la que determinará si se acentúan los rasgos bonapartistas del régimen o no. El feminismo tiene serias contradicciones con los pueblos indígenas. El ecologismo ha permitido a los mapuche reciclar el discurso mítico en un envase científico. Pero es una alianza provisoria que se romperá a medida que se desarrolle el nacionalismo mapuche.

Tampoco ve la centralidad de los sectores de trabajadores que perderán sus trabajos por las políticas feministas, ecologistas y mapuche de la pequeño-burguesía profesional arribada al aparato estatal. Si el polo rojo no se construye sobre estos sectores, serán la base social del fascismo como está ocurriendo en Francia. Y se perderá la oportunidad de que el proletariado sea la dirección política del movimiento mapuche.

El polo rojo, que se reclama de Rosa Luxemburgo, debe pasar el nacionalismo mapuche por el cedazo del rechazo a la autodeterminación de los pueblos en la época del imperialismo. Una tesis luxemburguista, denostada por la Komintern estalinista, pero que hoy muestra toda su potencia en medio de la guerra interimperialista desencadenada sobre Ucrania.

Un Comentario

  1. De qué está fumando este señor Vilches??
    Hace unos años en The Clinic se mostraba una columna de un rrreeevolú. Que en su clandestinidad hogareña preparaba el asalto al poder. Primero es broma, luego solo angustia pastera.
    En qué mundo viven algunos que sueñan y discuten una supuesta revolución en este tiempo gris.

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