Seguridad Nacional: Mucho más que FF.AA.

Es necesario que nuestro país defina pronto a qué nos referimos cuando hablamos de nuestra Seguridad Nacional, diferenciándola también de la Defensa Nacional, así como de las dimensiones de la Seguridad Interior y Pública.

por Felipe Ramírez y Diego Ramírez

Imagen / El guanaco, 6 de septiembre 2007, Valparaíso, Chile. Fuente.


La errática política del gobierno en materia de seguridad durante el último año, pero sobre todo la apresurada tramitación del proyecto “Naín-Retamal” y la polémica consiguiente –con evidentes contradicciones en el oficialismo e incomprensibles salidas en prensa– dan cuenta de una confusión importante en la materia, lo que dificulta la generación de una política clara al respecto capaz de enfrentar los desafíos actuales.

Ante ello, se intentará un acercamiento a algunas definiciones básicas en una breve “serie” a publicar en Revista Rosa, intentando aportar al debate sobre cómo se debe configurar una política de seguridad en un gobierno de izquierda.

En esta primera oportunidad, trataremos el concepto de “seguridad nacional”, importante si pensamos en la superficial discusión que hace un tiempo atrás permitió la militarización fronteriza y el uso de las FF.AA. en temas referentes a la llamada “infraestructura crítica”, así como la reciente discusión constitucional en torno al término en el proceso recién pasado.

Al respecto, una de las confusiones que se han mantenido en torno al concepto de Seguridad Nacional en Chile ha sido la relación que se le adjudica con la función Defensa y las Fuerzas Armadas, en tanto estas últimas serían el instrumento por excelencia para enfrentar las amenazas a aquella.

En nuestro país, a pesar de ser usado profusamente en nuestra legislación[1] , no existe definición del concepto en nuestra actual Constitución ni en ninguna ley orgánica. Lo único que existe son las definiciones en el libro de la Defensa Nacional de 2017[2] y en la Política de Defensa Nacional 2020[3], pero ninguna es en sí misma una definición de “seguridad nacional”, sino que son definiciones del concepto genérico de seguridad. En el primer caso se la define como:

…una condición que se desea alcanzar para que se realicen los fines del Estado y de la Nación, particularmente los del desarrollo social, económico y sustentable, y es resultado, en consecuencia, del conjunto de actividades que el Estado realiza para avanzar hacia el logro de sus objetivos y resguardar los intereses nacionales en relación con riesgos, amenazas o interferencias.[4]

Mientras que en el segundo caso se la concibe como:

…una condición alcanzable, que requiere minimizar riesgos y disuadir o neutralizar amenazas. Desde la perspectiva de la función pública, su responsabilidad reside en el Jefe de Estado, y comprende tanto ámbitos de seguridad externa como de seguridad interna, cuyos límites contemporáneos resultan cada vez más difusos.[5]

En ambos, las definiciones son insuficientes porque no se refieren al concepto de seguridad nacional, es decir, la condición de seguridad adaptada específicamente para el contexto chileno y nuestros objetivos nacionales; o porque la definición adoptada no se hace cargo de la triple dimensión de la seguridad en tanto condición, función del Estado y derecho[6].

El problema de no definir de manera adecuada el concepto, es que no podemos utilizarlo como una base sólida sobre la cual diseñar políticas de Estado ni estrategias, quedando así el accionar político sectorial a merced de cortoplacismos y de medidas parciales.

Una definición debiera permitirnos identificar las condiciones que implican lograr tal condición, así como el campo en el que identificaremos amenazas, riesgos y oportunidades. Sería además el marco dentro del cual se debe diseñar la arquitectura de seguridad nacional que agrupe, dirija y complemente de manera inter-agencial y multidimensionalmente la institucionalidad encargada de los distintos niveles que la constituyen.

Ya nos decía John Griffiths en su libro Teoría de la Seguridad y Defensa en el continente americano[7] que la seguridad tiene una dimensión exterior y una interior. Partiendo de esto, podemos decir que la seguridad nacional no sería un espacio de actuación exclusivo de las Fuerzas Armadas, pues estas son una herramienta fundamentalmente diseñada para actuar en el ámbito de la Defensa Nacional, mientras la Seguridad Nacional está en una dimensión superior, involucrando diversos aspectos, no sólo limitables a lo exterior ni a lo relacionado con la defensa. Así, ésta se construye, en tanto condición, a través de una relación compleja entre la seguridad exterior y la seguridad interior, haciéndose cargo de riesgos y amenazas, así como aprovechando las oportunidades que se le presenten al país.

Por lo tanto, es un error pensar que la Seguridad Nacional se genera a partir de las FF.AA. como herramienta predilecta, sino que es a través del funcionamiento de diversas instituciones que esto se logra. Es a partir de un actuar necesariamente coordinado y complementario, en la que estos organismos se hacen cargo de ella tanto a nivel interior como exterior. Así, tanto policías, instituciones de la defensa nacional, como programas de desarrollo local, regional o nacional, deben estar encargadas de la seguridad propiamente dicha o de aquellos factores que, sin ser del ámbito de la seguridad, sí tienen un impacto directo en ella como el desarrollo, pero que no deben ser “securitizados”, dado que están involucrados en el proceso.

Es necesario entonces que nuestro país defina pronto a qué nos referimos cuando hablamos de nuestra Seguridad Nacional, pero también diferenciándola de la Defensa Nacional, así como de las dimensiones de la Seguridad Interior y Pública. Del mismo modo, es importante comprender la relación entre la Seguridad Nacional y el Desarrollo Nacional para poder diseñar políticas, estrategias e instituciones que nos permitan construirlas de manera compleja y sin confundir las distintas tareas ni quienes las deben cumplir. La indefinición sólo hace más fácil militarizar la seguridad interior y el desnaturalizar y debilitar a nuestras Fuerzas Armadas.

Es precisamente la falta de conceptos claros la que permite discusiones superficiales y deficientes como las que rodearon la ley de infraestructura crítica ayer, y hoy, con la ley “Naín-Retamal”. Si no existe claridad respecto a lo que se está legislando, se abre la puerta al populismo y al oportunismo electoralista, con parlamentarios más interesados en lograr titulares y cuñas rimbombantes que en poder generar políticas capaces de mejorar la vida de las y los chilenos.

Una primera aproximación podría plantear que la Seguridad Nacional hace alusión a la ausencia de conflicto violento que amenace la estabilidad del país, desglosándose en una dimensión externa a cargo de las FF.AA. y otra interna relacionada con las Fuerzas de Orden y Seguridad, y con el Estado en términos de desarrollo de la sociedad.

De todas formas, esta propuesta implica distintos enfoques desde la derecha y la izquierda. Si la primera prioriza la represión y el “gatillo fácil”, la segunda debe poner el énfasis en la colaboración entre las policías y las comunidades, entendiendo que la Seguridad Nacional implica hacerse cargo, por ejemplo, de las condiciones sociales y políticas que posibilitan crisis como la revuelta de 2019, materia que profundizaremos en una siguiente columna en torno a qué es seguridad y qué es desarrollo, y porqué estas, siendo diferentes, caminan de la mano.

 

Notas

[1] Ferrada, E. 2020. La Seguridad Nacional: ¿es necesaria su definición positiva en el derecho nacional? Escenarios Actuales. 25(2), 29-48.

[2] Ministerio de Defensa Nacional. 2017. Libro de la Defensa Nacional de Chile. Santiago de Chile. Ministerio de Defensa Nacional.

[3] Ministerio de Defensa Nacional. 2021. Política de Defensa Nacional de Chile 2020. Santiago de Chile. Ministerio de Defensa Nacional.

[4] Op. Cit. Ministerio de Defensa Nacional 2017. P. 102.

[5] Op. Cit. Ministerio de Defensa Nacional 2021. P. 11.

[6] Moloeznik, Marcos Pablo. 2022. Seguridad, Defensa e Instrumentos Coercitivos Mexicanos. Luis Felipe Guerrero Agripino y Marcos Pablo Moloeznik. Seguridad y monopolio de la fuerza en México, 2018-2021. Ciudad de México. Universidad de Guanajuato.

[7] Griffiths Spielman, John. 2011. Teoría de la Seguridad y Defensa en el Continente Americano, Análisis de los casos de EE.UU. de América, Perú y Chile. Santiago: Ril Editores – USACH.

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Activista sindical, militante de Convergencia Social, e integrante del Comité Editorial de Revista ROSA. Periodista especialista en temas internacionales, y miembro del Grupo de Estudio sobre Seguridad, Defensa y RR.II. (GESDRI).

Diego Ramírez
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Licenciado en Historia, especialista en Seguridad, Defensa e Inteligencia.