Encuentro Plurinacional de Mujeres que Luchan: por un feminismo para todas

El pasado 8 y 9 de diciembre, más de 1300 mujeres de todo el país y el extranjero se dieron cita en la primera versión del Encuentro Plurinacional de Mujeres que Luchan: instancia impulsada por la Coordinadora Feminista 8M y realizada de manera autogestionada en la Universidad de Santiago. El primero de muchos encuentros que buscan restituir en tiempo presente una larga memoria feminista de diálogos y asambleas. Un encuentro que halla su justificación en los cientos de mujeres que se apersonaron a lo largo de sus dos jornadas de trabajo, reunidas para confeccionar conjuntamente un programa de demandas desde el cual abordar la próxima huelga feminista del 8 de marzo. A continuación les dejamos algunas de las apreciaciones que pudimos rescatar sobre este encuentro.

Por Carolina Olmedo | Revista ROSA

Imagen / Jornada de cierre Encuentro Plurinacional de Mujeres que Luchan. Coordinadora 8M


El pasado 8 y 9 de diciembre, más de 1300 mujeres se dieron cita en la Universidad de Santiago, convocadas por la primera versión del Encuentro Plurinacional de Mujeres que Luchan: instancia impulsada por la Coordinadora Feminista 8M, iniciada en Chile ante la enriquecedora y larga experiencia de encuentros de mujeres que arengaron la movilización feminista en Argentina. Y es que en palabras de la feminista y militante Pamela Martín García, vocera de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en ese país, los logros del actual movimiento trasandino de mujeres se deben a la persistente articulación de diversas realidades en los sucesivos encuentros nacionales. Fue recién en su versión número treinta que las demandas levantadas por esta instancia de mujeres autoconvocadas a partir de 1986 tenían un efecto masivo: “es la constancia y persistencia de estos encuentros la que permitió iniciar una movilización general de mujeres, hoy alineada en una ‘marea verde’ que reúne tanto la demanda por el derecho universal al aborto como el fin a la violencia machista”. De ahí la relevancia de este primer encuentro chileno, el primero de muchos de acuerdo al interés de los cientos de mujeres que se apersonaron en sus horas iniciales.

Pero ¿cómo se desarrolla un encuentro de mujeres este tipo? ¿Con cuánta anticipación se preparan sus contenidos y cuáles son las metodologías en juego? ¿Cómo se resuelve la presencia de las mujeres de regiones, las menores de edad, las madres y cuidadoras de otras/os? A partir de distintos preencuentros así como a través de la asociación con organizaciones activistas y profesionales, esta primera experiencia develó las posibilidades de la asamblea abierta y también las necesidades de las convocadas en sus diversos contextos de vida. Todo ello finalizando un 2018 marcado a nivel mundial y continental por el auge del movimiento por los derechos de las mujeres. En este contexto, la realización del encuentro era un quehacer urgente aunque también un desafío en relación a la diversidad de mujeres que ambicionaba aproximar. Las movilizadas durante el “mayo feminista” tras ciertas demandas transversales: el fin a la violencia patriarcal y capitalista (la mercantilización y precarización de las vidas), la igualdad efectiva de derechos ante el Estado, y avanzar en materia de derechos sexuales universales, este último particularmente relevante en Argentina y Chile durante los debates legislativos sobre el aborto y la educación sexual integral (ESI).

A través de su irrupción en lo público -no es cualquier cosa reunir a 1300 mujeres en un evento abiertamente político-, esta primera experiencia revitalizó también el debate sobre una memoria posible para los encuentros de mujeres en Chile. Y es que resultó evidente que no era nuestra primera vez en las pistas, y que una rica herencia de encuentros feministas había permanecido congelada esperando los deshielos de mayo. Tras una cita multitudinaria al debate político, queda claro que la construcción de una estrategia feminista y un programa propio para las mujeres en su conjunto pasa necesariamente por reconstruir las tramas materiales de aquello que nos agrupa. Reconociendo la heterogeneidad de posiciones dentro del movimiento, resulta vital asegurar espacios de encuentro y prácticas alternativas concretas que nos permitan alcanzar y madurar conjuntamente horizontes comunes. Es por ello que quisimos que este escrito abunde en referencias y nombres, que den cuenta de la diversidad de perspectivas y anclajes a las realidad de las mujeres presentes en el encuentro.

Si bien resulta imposible dar cuenta del sinnúmero de voces, sujetas y experiencias partícipes del evento, como ROSA intentamos dar cabida a todas aquellas que tuvimos más a la mano. Ya sea a través de mensajería instantánea, sus escritos públicos en redes sociales o una entrevista propiamente tal, pudimos acceder a sus impresiones acerca de este primer encuentro, así como también a sus proyecciones y datos sobre de cómo seguir camino a la huelga feminista.

 

 

Camino al encuentro

Junto con su condición ciertamente histórica, la multitudinaria acreditación durante la primera jornada del encuentro fue el fruto de un proceso iniciado meses antes con la realización de una serie de preencuentros temáticos y territoriales por todo el país. Tanto la información recabada en dichas reuniones, así como también la expectativa levantada por ellas y su posible relación con otras instancias feministas a nivel continental, funcionó como un potente caldo de cultivo para las relaciones y materiales críticos que luego la Coordinadora 8M utilizaría como base para la confección del encuentro. Si bien la asistencia a estos preencuentros no fue multitudinaria, el camino a la huelga tuvo una convocatoria considerablemente alta, y entre sus asistentes contó a decenas de mujeres de perfil público, muchas de las cuales a partir de esa experiencia se vincularon por primera vez a un trabajo político feminista.

En la Universidad de Santiago, tras la acreditación y una “entrada sensorial” que buscaba reconectar a las asistentes con el momento de su nacimiento (o, en el caso de muchas, simplemente atravesar con la imaginación el umbral de su cuerpo), el encuentro con un aula magna repleta de pañuelos verdes y lienzos feministas era particularmente emocionante. Si el parto había sido en la calle, ese día nos reuníamos a darle un nombre al movimiento en una universidad ampliamente cuestionada por casos de abuso y acoso en contra sus estudiantes, e impugnada por sus estudiantes y trabajadoras precarizadas durante la conferencia dictada por Silvia Federici algunas semanas antes. El encuentro resultaba particularmente simbólico, y las presencias de un sinnúmero de agrupaciones feministas de distinto origen hablaban de su fragmentaria historia en el pasado reciente. En palabras de la educadora feminista Ximena Oyarzo (integrante de REDOFEM y REPROFICH), “fue significativo escuchar, desde el inicio de la jornada las consignas por medio de las voces de las compañeras, Se siente, se escucha, arriba las que luchan, Abajo el patriarcado que va a caer, que va a caer, Somos malas, podemos ser peores. La fuerza de las palabras de Beatriz Bataszew al decir ‘somos nosotras las que en todas partes del mundo nos organizamos para cambiarlo todo, adelante compañeras, caminemos juntas hacia la huelga’ fue gran punto de partida para las mujeres que dictaron sus experiencias en la inauguración”.

Entre quienes intervinieron con su palabra y realidad el discurso inaugural encontramos a la vocera de la Coordinadora 8M Alondra Carrillo, a Beatriz Bataszew del Colectivo de Mujeres Sobrevivientes Siempre Resistentes, a Daniela Sáez del Movimiento de Pobladoras y Pobladores en Lucha, a Carola Castro del movimiento de mujeres en el Maule, entre las varias que conformaron un robusto grupo de representantes del feminismo en algunas regiones del norte y la mayor parte de las de Valparaíso al sur, algunas vinculadas a zonas de catástrofe medioambiental y a comunidades migrantes. También fueron recordadas en sus discursos las figuras de Francisca Díaz, condenada a tres años de presidio por difamación en respuesta a su denuncia por abuso en contra un ex funcionario del Ministerio Público, y Carolina Zumarán, relevante sindicalista feminista de CODELCO que ha recibido amenazas de muerte desde su denuncia formal a la empresa por discriminación. En cada una de sus palabras se relevó una lectura política del escenario local marcada por el aumento de la violencia y la peligrosidad de la vida para las mujeres, así como su precarización en todas las esferas productivas, haciendo necesaria así a la organización feminista ya no sólo como medio de visibilización, sino que abiertamente como herramienta de confontación y espacio de autodefensa.

Desde este interés, y a pesar del carácter separatista del espacio, el asesinato por la espalda de Camilo Catrillanca a manos de carabineros tuvo un rol relevante dentro de la reflexión ofrecida por las dirigentas acerca de la violencia que el Estado chileno ejerce diariamente sobre el pueblo mapuche, los migrantes o sobre todo aquel que se interponga en los intereses de la clase dominante. La lectura de la Declaración de Temucuicui entre las palabras iniciales situó también dentro de este primer encuentro el debate sobre los derechos humanos y el feminismo más allá de los crímenes de lesa humanidad durante la dictadura, apelando a su reflexión en planos como el rol del feminismo en el camino hacia la autodeterminación política del pueblo mapuche y la composición de género de las fuerzas armadas como una pregunta acerca de su capacidad de garantizar los derechos humanos de las mujeres en las zonas de conflicto. Del mismo modo, se expuso también como una deuda a futuro la falta de las mujeres afrodescendientes que poblan el país, que pese a su ausencia fueron fehacientemente recordadas por dirigentas de las colectividades migrantes.

En el público estuvieron presentes la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, la Mesa de Acción por el Aborto, la Asociación de Abogadas Feministas de Chile – ABOFEM, la Red de Docentes Feministas – REDOFEM, el colectivo Pan y Rosas Teresa Flores, el Colectivo Las Otras, el Observatorio Contra el Acoso Callejero, el Colectivo Quimera y la Fundación Humanas. También hubo presencia de mujeres integrantes de colectividades intersectoriales o de orientación socialista y feminista, como el gran número de militantes de la izquierda histórica, las fuerzas del Frente Amplio y las organizaciones izquierda radical. En dicho contexto, resultó significativa la presencia de diputadas como Camila Rojas Valderrama (Izquierda Autónoma) Gael Yeomans (Izquierda Libertaria) y Maite Orsini (Revolución Democrática), frenteamplistas abanderadas con la crítica feminista dentro de la institucionalidad, y de las que se espera -como de todas las demás asistentes- puedan trasladar las propuestas del encuentro a su espacio de trabajo y desenvolvimiento político. En igualmente importante cantidad asistieron dirigencias y bases de organizaciones sociales arraigadas al contexto urbano en que se desarrolló la construcción previa del encuentro (pobladoras, activistas, deportistas, artistas, docentes, etc.), así como también mujeres del movimiento mapuche y la naciente organización de mujeres migrantes. Imposible no mencionar igualmente a las cientos de autoconvocadas, que desde todo el país llevaron las experiencias de sus colectivos e individualidades.

En palabras de la vocera de la Coordinadora 8M Alondra Carrillo en entrevista, la masiva asistencia a la primera jornada “ha demostrado que la idea de que el movimiento feminista es un movimiento de élite es falsa”. La heterogeneidad de su convocatoria fue exaltada como una característica inherente al carácter de este nuevo espacio feminista, así como también uno de los factores clave en su agudeza crítica a la hora de observar las formas contemporáneas de extractivismo y precarización de la vida.

 

Debates y lecturas feministas puestas en juego

Luego de un acto en que las voces de las dirigentas se entremezclaron con los cánticos de la calle en una extendido discurso inicial, las mesas de discusión propusieron una metodología basada en la exactitud y el respeto por los tiempos propuestos, a fin de lograr la participación de la mayor cantidad de mujeres posible. Los espacios entonces se organizaron a partir de doce ejes temáticos propuestos, que abordaban problemáticas comunes de manera transversal a la vida de las mujeres, tales como la violencia material y económica contra las mujeres en la sociedad, la violencia simbólica y la reproducción de estereotipos de género, la ausencia de derechos sexuales y reproductivos para las mujeres, la educación pública feminista / no sexista, entre otras. A partir de estos ejes, que rescataban las discusiones ya sistematizadas de los preencuentros, se buscó generar diagnósticos colectivos para cada una de esas áreas, así como formas de resistencia, potenciales alianzas y prácticas concretas para realizar la huelga feminista en cada una de ellas.

 

 

Uno de los ejes más esperados, Educación pública y Feminista / No sexista, tuvo más de seis mesas de debate, y entre sus asistentes hubo exponentes de todos los espacios de desarrollo de la educación en Chile. De acuerdo al relato de Ximena Oyarzo (REDOFEM / REPROFICH), a las mesas de este eje “acudieron estudiantes de distintas carreras, profesionales del área de la educación y la salud. Una diversidad de asistentes que permitió el debate con variados puntos de vista en torno a cómo debería construirse la educación en nuestro país, planteamiento que nos direccionó a avanzar hacia algunas demandas de la huelga feminista: la democratización y descentralización de espacios educativos y la confección de una Ley de educación integral que posibilite la instauración de la educación no sexista como derecho”. Para Javiera Ortiz, socióloga y coordinadora de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, “la presencia en la mesa de estudiantes, apoderadas, docentes, dirigentas y otras profesionales avocadas a la educación popular ayudaron a vislumbrar el problema de la educación pública más allá de la escuela o la universidad, ofreciendo una interesante reflexión acerca de la autoeducación como un horizonte posible y necesario de construir”. Esto que a simple vista parecería un elemento de tensión o confrontación respecto de una concepción más institucional de la educación pública, a juicio de Javiera emergió en el debate de su mesa como un elemento denso y articulante de distintas realidades, “pues existe en esas actorías una consciencia plena del rol que el Estado tiene en el desarrollo de una educación pública como derecho garantizado, así como de cuál es el papel de la institucionalidad. Es por eso se hizo visible en la conversación la necesidad de remecer las estructuras que posibiliten las transformaciones propuestas por el movimiento social en materia educativa”. Con este fin y en un contexto de auge conservador, ninguna táctica u horizonte colectivizante es a priori descartable.

Rosario Olivares, directora del Colegio Latinoamericano de Integración y dirigenta de la Red de Docentes Feministas – REDOFEM y otras organizaciones docentes, compartió con ROSA algunas apreciaciones sobre el encuentro, en la cual se comenta la fuerza de un buen diagnóstico y la necesidad de conducir los intereses sociales creados en torno a la instalación del derecho a una educación pública, sin lucro y no sexista. “La síntesis ofrecida como discusión inicial era una buena, y es sensible al año que vivimos ¡imposible no serlo! Aunque desde ahí la demanda por una educación no sexista es un tema por cierto amplio, que puede ir desde el financiamiento de la educación al rol que cumple el uniforme escolar. Era difícil en un comienzo resumirlo a tres demandas específicas, que fue lo solicitado. Sin embargo, gracias a la diversidad de la asamblea logramos llegar sin dificultad. Algo que responde al 2018 como la continuidad de un movimiento anterior, en el que se nota hay un lenguaje y la construcción de un punto de vista en el cual la educación sexual es un derecho”. La instalación efectiva de la idea de educación sin lucro, pública y no sexista; la democratizacion del espacio educativo, y la Educación Sexual Integral como derecho (ESI) fueron las que sintetizaron de mejor forma las problemáticas propuestas en dicha discusión.

Para Rosario, la fortaleza del debate es que no se redujo a la pedagogía únicamente, sino que a la educación como un continuo donde todas las disciplinas están presentes a través de su enseñanza, revalorando al ejercicio docente como uno de los motores importantes en la construcción de la sociedad en su conjunto. El retorno a la pregunta “¿quien forma al que forma?” llevó a dirigentas feministas de distintos ámbitos al encuentro, “como es el caso de Natalia Henríquez, dirigenta del Colegio Médico, que asistió al espacio en torno a la educación pública motivada por su rol como docente de la Facultad de Ciencias Médicas USACH, o las dirigentas emergidas de las tomas feministas, o las colegas docentes de espacios educativos en las diferentes regiones del país. La presencia de estas últimas fue vital a la hora de perfilar la democratización y descentralización de los recursos como una dimensión en cada una de las demandas discutidas, pues efectivamente las colegas de regiones tenían mil veces más dificultades para llevar a cabo prácticas que aquí en Santiago son extendidas. Sin su presencia, esa crítica quizás no hubiese existido o nos hubiera sido más difícil llegar a ella.”

Por otro lado, la urgencia de una Ley que asegure la obligatoriedad de una Educación Sexual Integral (ESI) puso en discusión en dicha asamblea la necesidad de proyectar desde la crítica feminista un rol del Estado en la democratización de la Educación sexual para decidir, así como también las formas de resistencia y conducción dentro de estos procesos institucionales a partir del fortalecimiento del movimiento social, mejorando sus condiciones de lucha. Sobre esto, Rosario nos comenta: “La revolución de las pibas está formada extensivamente por las niñas que en su educación recibieron los contenidos instalados en la educación argentina gracias a la obligatoriedad de la ESI a partir de 2005, que hoy son jóvenes en demanda de sus derechos sexuales y reproductivos. Se movilizaron por una ley de aborto, no ganaron, pero a pesar de eso lograron instalar en lo público el tema y hoy tienen mejores condiciones de lucha. Cada día son más. Un Estado laico como el chileno debiera asegurar la Educación sexual y consagrarla como un derecho, destinando recursos para un acceso amplio a estos contenidos desde la infancia, en un proceso que apoye la formación de identidades otorgando las herramientas fundamentales para decidir. Una educación sexual que junto a lo reproductivo y el autocuidado, también aborde el genero y la afectividad. Si bien hubo posturas que se preguntaban ‘¿Hay que apelar a una Ley o al Estado?’, compañeras de más trayectoria y mayor desgaste en este tipo de procesos institucionales, la mayoría concordó en que conquistar estas demandas solo es posible a través del movimiento social como fuerza capaz de imponer su agenda en las instancias formales, pero también que construye redes extrainstitucionales de manera activa para dotarlas de sentido. Un tema que se discutió como ejemplo fue el aumento de contagios juveniles de VIH, que es fundamentalmente responsabilidad del Estado. De su falta de preocupación en el control sanitario, pero también en la ausencia total de recursos destinados a la educación sexual como instancia preventiva: recordemos que los fondos para controlar esta enfermedad van al Ministerio de Salud, nunca pasan por el Ministerio de Educación. Este es un tema importante desde el cual interpelar al Estado, y a la vez construir en lo público sólidas bases que impulsen el derecho a la ESI”.

En una entrevista reciente, la también dirigenta feminista y asistente a la mesa de educación pública Emilia Schneider (una de las tres voceras que tuvo el 8M en 2018) coincide en la potencialidad de este último elemento: “destaco la instalación de la demanda por una educación no sexista en el debate político nacional. Una demanda que incluso dentro del propio movimiento estudiantil era considerada secundaria, accesoria, pues se creía que no era una demanda tan totalizante como fue la demanda por una educación pública, gratuita y de calidad. Sin embargo pasó a ser una reivindicación que revitalizó al movimiento estudiantil, una que puede recuperar su masividad, su amplitud social y su radicalidad justamente desde la lucha feminista”. Además destaca el acumulado de saberes y prácticas de resistencia residentes en este aspecto en relación a las movilizaciones estudiantiles de los últimos veinte años. “Este movimiento tuvo muchas vocerías de las tomas, pero en esa lógica era difícil articular un solo discurso y el feminismo en su multiplicidad habló desde múltiples voces y se le dieron muchos contenidos a la educación no sexista”.

Otro eje del que pudimos participar fue Medios de comunicación, Arte y Cultura, que concibió su debate desde la esfera pública del trabajo en arte y comunicaciones, y que aproximó sus demandas a tres campos definidos: la necesidad de construir medios de resistencia y protección al trabajo de mujeres en estos ámbitos públicos, la construcción de redes de colaboración que permitan ampliar la existencia de una presencia feminista en los medios de comunicación y la cultura, y finalmente la refundación de la educación artística / periodística en un horizonte no sexista, de la misma forma en que se propone la consideración del arte y la comunicación como herramientas transversales para la realización en la sociedad de una educación no sexista. Cada una de estas problemáticas instaló también las demandas específicas de una Ley que proteja a las productoras independientes de noticias y su trabajo, y que evite así la concentración de las comunicaciones unicamente en medios que responden a los intereses del mercado. Al igual que para el caso de la discusión parlamentaria sobre la ESI, se destacó la importancia de fortalecer al movimiento social a fin de lograr en las instancias institucionales una Ley capaz de avanzar en nuestros derechos comunicacionales en lugar de otorgar al establishment nuevas herramientas de censura. Desde un rescate de la “diversidad” por sobre la “igualdad” como un valor actualmente vaciado de sentido para las mayorías, se propuso la idea de fundar una red de medios y profesionales de la comunicación feministas, con fines defensivos y de construcción de cultura política, a fin de articular las distintas vocerías intelectuales y periodísticas existentes actualmente en una constelación de revistas y medios de prensa independientes.

 

Despatriarcalizar la política, los saberes y la vida

Si la primera jornada estuvo dedicada al habla y la escritura como metodología aprendida de producción crítica y política, la segunda estuvo dedicada a la escucha y el traspaso de experiencias. Los saberes transferidos en varios de los talleres se han forjado en reiteradas versiones de los mismos, como es el caso del ya a estas alturas mítico Taller de autodefensa y empoderamiento Feminista impartido por la historiadora y deportista campeona de kickboxing Macarena Orellana, o Abortando en tiempos de guerra, del colectivo lesbofeminista Con Las Amigas Y En La Casa: una red que acompaña y entrega a mujeres a lo largo de todo el país el conocimiento para la realización segura, autónoma y autogestionada de una interrupción voluntaria del embarazo. En un ámbito más académico, un taller interesante fue Hacer Historia Feminista en Chile realizado por las académicas feministas Hillary Hiner y Karelia Cerda, de la Red de Historiadoras Feministas de Chile – RHIF. Conversación abierta sobre la historia feminista y la historia de las mujeres, y cómo poner en juego la teoría crítica feminista a la hora de construir nuevos relatos historiográficos. Desde la convicción de que el feminismo es una teoría crítica basada en la práctica de una política transformadora, el taller también buscó socializar la experiencia del primer congreso de la Red de Historiadoras Feministas, realizado en agosto de 2018.

Como trasfondo y correlato de estas las actividades, el encuentro contó con instalaciones fotográficas, de arte y memoria que profundizaban, extendían y enriquecían los contenidos discutidos dentro de las asambleas. También en el espacio común era posible acceder a un “mercado feminista” en el que adquirir productos, lecturas y piezas hechas a mano además de contribuir a la sustentación de las mujeres tras dichos emprendimientos. En palabras de Ximena Oyarzo, “fueron muy pertinentes también otros espacios, construidos para una participación al paso: el ‘Mapa Feminista de Chile’, donde las organizaciones registraban el nombre y se localizaban según su territorio como una forma de visibilizar las organizaciones de otras compañeras. También la intervención de Archivos Sin Fronteras, que planteaba una invitación para el envío de registros del Encuentro y los pre-encuentros a través de videos, fotos, apuntes, y todo lo que pueda consolidar una memoria para la construcción de nuestros derechos. Indiscutiblemente, estas y otras acciones nos permitieron vivenciar los objetivos de este primer encuentro como integrantes de organizaciones feministas, para seguir pensando y trabajando en la articulación del movimiento feminista desde nuestros territorios”. Entre las propuestas de comercio feminista destacamos la presencia de la Distribuidora de Letras Feministas Nicole Saavedra, cuya variada selección de títulos durante el encuentro reunió tópicos como la crítica feminista, la teoría política, la educación no sexista y la historia de las mujeres, entre otros.

 

 

Camino a la huelga feminista

Del mismo modo en que se plantearon las intervenciones como forma de elaboración colectiva de una política feminista desde las diversidad, el conjunto de afirmaciones prolijamente sistematizadas por la metodología propuesta ofrecen un sincero y exhaustivo campo de mirada sobre la realidad de las mujeres movilizadas en Chile. No sobre el total de las mujeres, pero sí sobre la parte de ellas disponible a la confrontación abierta con el orden capitalista. Conocerlas es mirar la parte de la sociedad que está más viva, y es también disponerse a conocer el acumulado de sus luchas en la diversidad de flancos ahí reunidos. Una variedad que va desde exponentes del arte callejero y dirigencias estudiantiles a parlamentarias de izquierda, luchadoras por los derechos humanos, dirigentas sociales y del movimiento mapuche, por mencionar algunos perfiles. El intercambio de estrategias de reproducción, administración y resistencia frente al orden neoliberal de estos diferentes feminismos sin duda mejoran sus condiciones de supervivencia, incorporando a su práctica política cotidiana herramientas y perspectivas que les permiten leer de mejor forma su entorno de desenvolvimiento. La constatación de problemáticas transversales a importantes franjas de mujeres, así como las múltiples formas de solucionarlas, resistir o construir lucha feminista, es una de las potencialidades de este encuentro como un “hecho” democratizador de saberes.

Si bien la potencialidad de los diversos feminismos reunidos en el Encuentro es indudable, su efectividad a la hora de establecer una posición amplia de orientación anticapitalista radica en su capacidad de conducir el actual movimiento de mujeres hacia una estrategia y programa común, capaz de interpretar la heterogeneidad de sus luchas en lugar de achatarlas para su procesamiento institucional. Con este fin, y junto a la elaboración crítica de los elementos que formarán parte de un programa, es necesario asumir una acción organizada capaz de hablarle a la sociedad en su conjunto para instalar estas demandas más allá del campo actual de acción del feminismo. Esto con el fin de asegurar su reproducción y ensanchamiento como fuerza dentro de la sociedad, superando las barreras impuestas por las formas conservadoras de la política transicional, o por el cerco comunicacional de los medios pertenecientes al capital financiero local. En este sentido, y si bien es sumamente valorable la reunión de organizaciones que participaron del punto de prensa realizado en la Plaza de la Constitución una vez culminado el encuentro (lunes 10 de diciembre), se hace necesario pensar en nuevas complicidades y medios para difundir sus contenidos, esto desde la ambición por alcanzar audibilidad en franjas cada vez mayores y más populares de mujeres en Chile.

Hoy resulta más necesario que nunca que las fuerzas organizadas dentro del feminismo asuman la conducción de un movimiento heterogéneo, más no por eso disperso o inefectivo en términos políticos. Resulta indispensable entonces atender a las conclusiones de este primer encuentro, discutidas públicamente el 20 de diciembre en una última instancia asamblearia del año abierta por la Coordinadora 8M, así como también estar expectantes a las vocerías, interpretaciones y arengas que de ahí emerjan. Queda en sus manos (las de todas) la propuesta sobre como continuar en las calles y las aulas los ejes transversales propuestos en el Encuentro, así como también una forma de traducir en acciones los deseos de articulación de fuerza política y social hacia la huelga feminista del próximo 8 de marzo.

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Historiadora feminista del arte y crítica cultural, integrante fundadora del Comité Editorial de Revista ROSA.