Soporopos: por las memorias de las nuestras

Una cuestión que llama la atención es que este reestreno se de en medio de semanas tan álgidas en lo político, por cierto necesitadas de un discurso antifascista más sustancial, capaz de saltar de la consigna confrontacional de calles a un análisis estructural más decantado, sistémico, que desnude con aplomo los efectos corrosivos de sus políticas en la historia reciente del país. La obra escrita por Sol Danor en 2015 y dirigida por Sol Vásquez en su actual montaje, rememora la experiencia de las prisioneras políticas de la última dictadura militar chilena, en particular de aquellas que experimentaron el inicio y/o la continuidad de sus maternidades tras las rejas, debiendo criar a su progenie en contextos de represión política y tortura propiciados por el orden pinochetista.

por Carolina Olmedo Carrasco

Imagen / Obra “Soporopos” en el CEINA, 28 de noviembre 2021. Fotografía: Gabriela Cruz.


 

El pasado domingo 28 de noviembre, el Centro de Extensión del Instituto Nacional (CEINA) abrió sus puertas para el reestreno de Soporopos, montaje de la Compañía de Teatro Reácidas que retorna con una impecable nueva puesta en escena, capaz de mezclar el pasado dictatorial que inspira su dramaturgia y un presente en el que colisionan nuevamente los cuerpos represores con aquellos movilizados.

Una cuestión que llamó mi atención fue que este reestreno se diera en medio de semanas tan álgidas en lo político, por cierto necesitadas de un discurso antifascista más sustancial, capaz de saltar de la consigna confrontacional de calles a un análisis estructural más decantado, sistémico, que desnude con aplomo los efectos corrosivos de sus políticas en la historia reciente del país. La propuesta teatral inspirada en memorias comunitarias desarrollada por Reácidas, fundada en 2011 por Sol Danor en la población La Legua, parece ser una experiencia que viene como anillo al dedo a un proceso de regeneración del diálogo público en que la verdad histórica y sus efectos constituyen un mínimo desde el cual poder entendernos.

La obra escrita por Sol Danor en 2015 y dirigida por Sol Vásquez en su actual montaje, rememora la experiencia de las prisioneras políticas de la última dictadura militar chilena, en particular de aquellas que experimentaron el inicio y/o la continuidad de sus maternidades tras las rejas, debiendo criar a su progenie en contextos de represión política y tortura propiciados por el orden pinochetista. En Soporopos, el relato se construye desde las memorias comunitarias en torno a la historia de Marcela Andrade (Diana Monsalve), hija de Eva Alfaro, una presa política durante la dictadura cívico-militar (Sol Danor) que por esta atroz circunstancia debe dejarla al cuidado de una tía materna atravesada por el miedo a la represión (Daniela Jara). Es la necesidad de habitar una vida afectiva “extra muros”, así como las injusticias cotidianas del presidio político en un régimen autoritario, lo que motiva a esta madre y otras presas políticas a dar vida a los “Soporopos”: pequeños muñecos de trapo realizados con retazos de ropa por las y los presos de 3 y 4 Álamos, que sirvieron para otorgar una presencia simbólica a las detenidas dentro de sus familias y hogares, financiar a las familias de las presas impedidas de trabajar; así como traspasar en sus mullidos vientres información vital acerca de las vidas que corrían peligro dentro de los campos de exterminio pinochetistas, coordinando acciones dentro y fuera de los muros con el apoyo de la Vicaría de la Solidaridad.

 

Soporopo realizado por Elisa Schewedler durante su reclusión política en el Campo de Prisioneros de Cuatro Álamos, c. 1975. Colección Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.

 

Resulta particularmente gratificante reconocer en Soporopos un deseo de reflexionar y otorgar valor a la historia reciente del país a partir de una observación sensible, situada y encarnada de los linajes femeninos grabados con fuerza en la historia de las luchas contra la dictadura en Chile, cuestión que se intensifica en la extensión de la familia hacia la compañera de celda de la madre de Marcela (interpretada por Daniela Mansilla), un personaje clave que incorpora en sus diálogos lindantes con la locura una serie de memorias de resistencia compartidas por las comunidades carcelarias de este centro de detención.

Sin duda amerita un comentario especial la dirección artística de la producción, centrada en en una escueta paleta de colores centrada en el blanco de las ropas, el rojo de los zapatos y de algunos accesorios, y la oscuridad de una atmósfera de penumbras que envuelve la trama de principio a fin, y que engulle los cuerpos de las actrices al final de cada escena para devolverlos a la siguiente. La iluminación, a cargo de Mimi Cifuentes, se entremezcla con los arreglos sonoros de Scarlett, llegando a constituir una entidad casi palpable al interior de la trama que nos permite imaginar visual y sonoramente aquello que no puede ser nombrado, el horror. La sobriedad de esta paleta predominante en todas las escenas nos transporta emotivamente a una época que fijamos en nuestro imaginario a través de la imagen fotoperiodística y el impreso, al tiempo que intensifica la presencia simbólica de los soporopos que, con múltiples colores, median todas las relaciones dolientes entre las mujeres en la trama. Es imposible no admirar en estos zapatos rojos una sensible cita a la instalación artística de la mexicana Elina Chauvet, símbolo latinoamericano de la sororidad y lucha contra la violencia femicida. Una obra conocida de cerca por Sol Vásquez y otras mujeres en la compañía que participaron activamente de las protestas contra la violencia política sexual del Estado hacia manifestantes durante la revuelta de 2019, instancia en que Zapatos rojos fue recreada para protestar contra el gobierno de Sebastián Piñera.

Es de esperar que este montaje pueda volver a ser visto pronto en la espléndida aula magna del CEINA, que permite desarrollar y apreciar vastamente los aspectos artísticos clave en su magnífica sencillez. Esto además de contar con una infraestructura privilegiada, que permite el distanciamiento social entre butacas y las debidas medidas sanitarias de acceso a espectáculos masivos. Una cura contra la decepción y falta de memoria, contra el olvido de las nuestras, y una gran experiencia de retorno a las experiencias culturales colectivas ávidas de presencialidad.

 

Coordenadas

Soporopos
Compañía Reácidas

Dramaturgia: Sol Danor
Dirección : Sol Vásquez
Elenco: Daniela Jara, Daniela Mansilla, Diana Monsalve y Sol Danor
Música: Scarlett
Técnica: Mimi Cifuentes
Producción: Compañía Reácidas
Difusión: Carolina Soto Arcos
Apoyo logístico: Maritza Montero

Domingo 28 de noviembre 2021 19 hrs.
Centro de Extensión del Instituto Nacional (CEINA)

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Historiadora feminista del arte y crítica cultural, integrante fundadora del Comité Editorial de Revista ROSA.