Pardos Atardeceres: los neonazis griegos y su proceso de institucionalización

Lo cierto es que hasta el año 2012, la existencia legal de un partido como Amanecer Dorado no había generado debate parlamentario o público, no al menos fuera de los restringidos círculos afiliados a organizaciones antifascistas y de solidaridad con inmigrantes. Pero hacia ese año el escenario cambió. En medio del estallido de la crisis económica, los gobiernos comenzaron a ser derrocados de manera sucesiva en la antesala de nuevas elecciones parlamentarias. Entre enero y mayo, el mes de la elección, bajo el gobierno tecnócrata del economista Lukás Papadimos designado por la Unión Europea, los sondeos de intención de voto empezaron a evidenciar un alza fulgurante de Amanecer Dorado. El fenómeno provocó preocupación y por primera vez la visibilidad del movimiento se instaló como debate en el parlamento, planteándose la abierta proscripción de esta organización neonazi. Sin embargo, ella no fue aprobada y Amanecer Dorado logró elegir a 21 diputados en mayo, y 18 en las elecciones reiterativas de junio de 2012.

por Eugenia Palieraki

Imagen / Graffitti en Atenas, Grecia. 2018. Fuente: aesthetics of crisis (Flickr)


Este sábado 20 de abril se cumplen cuatro años del inicio del juicio contra la agrupación Amanecer Dorado, sindicada como una “banda criminal” según la terminología jurídica griega. Dicha causa fue abierta tras el asesinato perpetrado por algunos de sus miembros contra Pavlos Fyssas, rapero antifascista y militante de la organización trotskista Antarsya. Este no es el primer asesinato cometido por la organización neonazi, cuya ideología e identidad fueron orgullosamente confesadas al momento de su fundación en 1980, y que luego fue camuflada bajo la denominación de “movimiento nacionalista popular”, operación que los habilitó, entre otras cosas, para participar en elecciones[i]. Lo crucial en el asesinato de Fyssas, que tuvo lugar el 17 de septiembre de 2013, es que se trata de la primera víctima fatal de nacionalidad griega. Por ello la condena fue unánime, dando inicio al juicio un año y medio después del episodio.

Mucho se podría decir y escribir sobre los orígenes políticos de Amanecer Dorado, sobre su anclaje en la sociedad griega o sus redes internacionales, esas que el cineasta turco-alemán Fatih Akin retrató con lucidez en su película En pedazos (2017), donde aborda la expansión del neofascismo y el neonazismo en Europa.

Este post –el primero de una serie a publicarse en ROSA– se enfocará en porqué y cómo Amanecer Dorado logró institucionalizarse y ser autorizado a participar en las elecciones griegas y europeas. A pesar de la amplia cobertura mediática del juicio[ii] y las extensas revelaciones que confirman, con inequívoca claridad, la ideología y las prácticas neonazis de la organización, Amanecer Dorado sigue concentrando más del 7% de la intención de voto en las elecciones europeas que tendrán lugar a fines de mayo de 2019. Y nada parece impedir que ese porcentaje pueda subir en las elecciones nacionales del próximo otoño.

Del juicio contra Amanecer Dorado a su reintegración en el Parlamento

 Cuatro años es una duración inusitadamente extensa para un juicio. En el caso del juicio contra Amanecer Dorado, esa extensión se explica tanto por la cantidad de acusados –69 miembros de la organización, de los cuales 18 son sus diputados en el parlamento griego– como por el gran número de testigos que forman parte del proceso, donde incluso aparecen ex miembros de la agrupación.

Esta duración, que se podría considerar problemática, es no obstante considerada por los abogados de la acusación como un hecho positivo: es una oportunidad histórica para que se documente in extenso la acción de Amanecer Dorado, sus numerosas agresiones contra militantes políticos de izquierda, ciudadanos LGTB, y el asesinato de inmigrantes, además del de Fyssas. Es una oportunidad única para que la opinión pública griega e internacional se informe e idealmente se sensibilice. Una eventual condena a la organización en su conjunto –lo que sería testimonio de un tremendo coraje político y personal por parte de las y los jueces– sería la oportunidad para proscribirla e impedir, de ahí en adelante, su participación en elecciones y su entrada a los parlamentos griego y europeo.

La traducción práctica de la presencia de Amanecer Dorado en el parlamento, en el actual contexto de un juicio en espera de sentencia, no deja de asombrar. Para que los 18 diputados de Amanecer Dorado fuesen procesados, se necesitó primero votar en el parlamento la suspensión de su inmunidad parlamentaria, que resultó aprobada por la mayoría. Pero la larga duración del juicio significó que tanto los parlamentarios como los miembros ordinarios de la organización que permanecían bajo arresto, fuesen liberados tras haberse excedido el plazo legal para su permanencia en prisión sin condena. De modo que los parlamentarios volvieron a ocupar sus escaños en el parlamento, donde siguen hasta el día de hoy. Si no llega a haber condena, no solo a título individual de quienes son hoy investigados, sino de la organización como tal, Amanecer Dorado de seguro logrará elegir representantes para el parlamento europeo y participar libremente en las elecciones nacionales que tendrán lugar en el otoño de 2019.

Tanto fuera como dentro de Grecia, la no proscripción de una organización neonazi como esta puede resultar sorprendente (aunque los últimos hechos de la política global parecen relativizar esta sorpresa). En cualquier caso, el hecho no resultó sorprendente en el contexto griego, por lo que vale la pena mirar su proceso de institucionalización política y el amplio debate que se dio tanto en el parlamento como fuera de él años después.

¿Sería la proscripción de Amanecer Dorado un acto antidemocrático?

 Siendo el régimen político griego un régimen parlamentario unicameral, los partidos políticos pueden hacer elegir al menos un diputado con tal de que superen el 3% de los votos emitidos. De este modo, el parlamento griego tiene la especificidad de representar a un amplio abanico de formaciones políticas. Para los defensores del bipartidismo, este rasgo podría ser visto como una amenaza a la democracia, toda vez que tal dispersión pone en riesgo la “estabilidad” del sistema. Quienes no adhieren a esa visión, podrían fácilmente suponer que este es un régimen altamente democrático, pues más opiniones e ideologías están representadas en el parlamento. Si partimos de esta segunda posición, la pregunta sería entonces si esa racionalidad aplica también cuando se detecta la presencia de un partido neonazi, a pesar de que no se autocalifique públicamente como tal.

Amanecer Dorado fue reconocido por la Corte Suprema como partido político en 1983. Para entonces, su ideología neonazi no solo era ampliamente conocida, sino también reivindicada en la prensa de la organización. Además, Nikolaos Mijaloliakos y otros dirigentes y miembros del movimiento, ya habían sido condenados por la justicia por posesión de explosivos y por su participación en los numerosos atentados con bombas que la extrema derecha griega de aquel entonces realizaba con frecuencia. Ya en esa época los vínculos entre esta derecha neonazi o neofascista con los antiguos militares juntistas y con la derecha supuestamente republicana eran numerosos y ello seguramente contribuyó a su reconocimiento como partido[iii]. No pocos de esos vínculos siguen activos en la actualidad.

Lo cierto es que hasta el año 2012, la existencia legal de un partido como Amanecer Dorado no había generado debate parlamentario o público, no al menos fuera de los restringidos círculos afiliados a organizaciones antifascistas y de solidaridad con inmigrantes. Pero hacia ese año el escenario cambió. En medio del estallido de la crisis económica, los gobiernos comenzaron a ser derrocados de manera sucesiva en la antesala de nuevas elecciones parlamentarias. Entre enero y mayo, el mes de la elección, bajo el gobierno tecnócrata del economista Lukás Papadimos designado por la Unión Europea, los sondeos de intención de voto empezaron a evidenciar un alza fulgurante de Amanecer Dorado. El fenómeno provocó preocupación y por primera vez la visibilidad del movimiento se instaló como debate en el parlamento, planteándose la abierta proscripción de esta organización neonazi. Sin embargo, ella no fue aprobada y Amanecer Dorado logró elegir a 21 diputados en mayo, y 18 en las elecciones reiterativas de junio de 2012.

Entre quienes apostaron por la proscripción de Amanecer Dorado estaban los diputados de Syriza y también la jurista y futura presidenta del parlamento, Zoe Konstantopoulou, quien solicitó la medida en virtud del artículo 29 de la Constitución, que estipula la legalidad solo de aquellos partidos que promuevan el libre funcionamiento del régimen democrático. Pero el argumento no fue aceptado por la mayoría.

En aquel momento, la prioridad era impedir la victoria de Syriza. Un apoyo del partido de derecha, Nueva Democracia, y de los socialistas del PASOK a Syriza en contra de Amanecer Dorado, habría reconocido en Syriza un interlocutor legítimo. En vez de ello, el auge de Amanecer Dorado fue instrumentalizado por los grandes medios de prensa –que apoyaban a Nueva Democracia– para promover la teoría de los dos extremos. De esta forma se presentó a Amanecer Dorado y a Syriza como dos amenazas equivalentes para la democracia, ambas populistas, una desde la derecha y otra desde la izquierda. Lo interesante es que este discurso está volviendo a surgir en la actual campaña de Nueva Democracia en vista de las elecciones parlamentarias del próximo otoño.

La izquierda también se encontró dividida después de mayo de 2012. Konstantopoulou, al igual que otras y otros dirigentes, afirmó que por haber sido elegido, Amanecer Dorado expresaba la voluntad soberana del pueblo griego, y que dicha voluntad era por naturaleza democrática. En ese encuadre, el reconocimiento de Amanecer Dorado como una organización criminal se volvía incompatible con su existencia como expresión parlamentaria de una fracción del pueblo griego.

Tristemente, para la mayoría de los políticos y políticas del país la prueba definitiva de lo contrario fue el asesinato de Fyssas. Pero ya desde la elección de Amanecer Dorado en mayo-junio de 2012, y de manera ininterrumpida durante los meses siguientes, las agresiones y otros incidentes en contra de inmigrantes y la población LGBT no habían hecho sino aumentar de manera exponencial. Lo cierto es que la entrada a la política institucional de Amanecer Dorado en ningún caso morigeró sus acciones. En efecto, solo vino confirmar a sus votantes –que sabían exactamente por quienes votaban– la verdadera naturaleza de la organización, que desde ese minuto contó con un escudo legal para intensificar y radicalizar sus acciones criminales de inspiración neonazi.

Su eventual condena como organización criminal, si es que se logra, será un primer gran paso. Después vendrá otra batalla, más larga y demandante, la de luchar contra el amplio anclaje social de la organización, que va más allá de sus resultados electorales. Pero esa es otra discusión.

 

 

Notas

[i] Cuando Amanecer Dorado solicitó y consiguió su reconocimiento como partido político en 1983, su jefe, Nikólaos Mijaloliakos, firmó ante la Corte Suprema el protocolar afidávit requerido para todos quienes deseen fundar un partido político, afirmando que tanto él como su organización no recurrirían a la violencia para conquistar el poder ni procederían a derrocar el régimen democrático y republicano.

[ii] El seguimiento más serio y sistemático al juicio contra Amanecer Dorado lo ha llevando adelante la Convergencia Antifascista Panhelénica e Internacional, vinculada a KEERFA (Movimiento Unidos contra el Racismo y la Amenaza Fascista), que reúne a un grupo importante de abogados de derechos humanos. La información respecto a las causas que se siguen contra Amanecer Dorado y sus miembros, así como los testimonios y el avance del proceso, está reunida en el sitio web “Jail Golden Dawn”. Otra fuente relevante para aproximarse al caso, con bastante material en inglés, es el sitio “Golden Dawn Watch”.

[iii] La Junta de los Coroneles fue instaurada tras un golpe de Estado el 21 de abril de 1967 y fue auto-disuelta el 24 de julio de 1976, tras su trágico fracaso militar en Chipre, donde incitó un golpe contra el Jefe de Estado, el Arzobispo Makarios. Este hecho proveyó al Estado turco de la justificación legal para intervenir militarmente la isla. Esta derrota militar, que podría ser comparada con la de la Dictadura militar argentina en las Malvinas, significó el derrocamiento de la Junta de los Coroneles y el juicio a sus integrantes, lo que se tradujo en condenas para los altos mandos, pero dejó casi intacto todo su aparato de represión.

Eugenia Palieraki
+ ARTICULOS

Historiadora y académica de origen griego. Sus investigaciones actuales giran en torno a los vínculos y conexiones globales entre los proyectos revolucionarios latinoamericanos y mediterráneos de la década de 1960.