Un sistema depredador

La atmósfera de impunidad en la acusación contra Pradenas reedita los traumas de la sociedad civil contra la Justicia chilena. En otros momentos el hijo de un político evadía la prisión luego de atropellar a un trabajador, un arquero de fútbol que conducía ebrio también. Asimismo, los fraudulentos financistas de la política fueron condenados a una sentencia inocua de clases de ética, mientras que los políticos beneficiados quedaron libres de polvo y paja.

por Nicolás Román G.

Imagen / Sanya Hyland. Alto a la violencia contra las mujeres, september, 2016. Fuente


El miércoles fue la audiencia de Martín Pradenas por reiterados asaltos sexuales contra distintas mujeres, entre ellas, menores de edad. La medida de la audiencia fue desconcertante: arresto domiciliario, aunque posteriormente fue modificada a prisión preventiva por la corte de apelaciones de Temuco. La primera cautelar es con creces menor a la de otros arrestos, como los ocurridos con los presos de la revuelta del 18 de octubre. El Estado en primera instancia determina una medida menor contra el agresor y victimiza a todas las mujeres en ausencia de Antonia Barra. La condición de ser mujer se hace vulnerable y frágil, ciudadana de segunda clase, ante las agresiones por violencia de género.

La violencia machista en el contexto escolar, familiar y laboral ‒sin una política púbica que la contenga‒ se conjuga con las ansias de dominación de este sistema depredador. La lógica de la depredación en el caso de Pradenas junto con la violación y el suicidio feminicida se expande con el cerco de impunidad construido por la familia que se ha querellado contras los padres de Antonia Barra, la destrucción de pruebas y la infiltración en grupos de solidaridad con la víctima, y, como guinda de la torta, la exhibición pública de un vídeo donde el mismo agresor se pone en calidad de víctima, ¿acaso no es común esta posición de víctima de los agresores en este país?

La atmósfera de impunidad en la acusación contra Pradenas reedita los traumas de la sociedad civil contra la Justicia chilena. En otros momentos el hijo de un político evadía la prisión luego de atropellar a un trabajador, un arquero de fútbol que conducía ebrio también. Asimismo, los fraudulentos financistas de la política fueron condenados a una sentencia inocua de clases de ética, mientras que los políticos beneficiados quedaron libres de polvo y paja. El caso actual devela una brecha aun mayor entre la gubernamentalidad, porque es un ataque a las denuncias masivas de las mujeres contra las injusticias. El movimiento feminista ha puesto en el tapete estas situaciones de discriminación de las que son víctimas las mujeres desde niñas. Ahora más que nunca el presente es un horizonte radical de lucha por la expansión de derechos básicos, tales como la seguridad y el derecho a la vida. Ahora más que nunca las consignas del movimiento de las mujeres y el movimiento social en su conjunto nos proponen una radicalidad constituyente para una nueva convivencia sociopolítica y la erradicación de este sistema depredador. Hoy más que nunca la política de izquierda y la política feminista deben convertir esa radicalidad democrática en hegemonía.

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Doctor en Estudios Latinoamericanos y parte del Comité Editor de revista ROSA.