In memoriam. Lotty Rosenfeld y el momento del NO+

Rosenfeld se fue de este mundo precisamente el día que se promulga la Ley de retiro del 10% de los fondos previsionales, una iniciativa parlamentaria que contó con el apoyo transversal de una ciudadanía que hace años decía fuerte y claro en las calles NO+AFP, reactivando la vigencia de esos trabajos suyos que vieron su origen precisamente en las artes atrincheradas en el seno de la revuelta antidictatorial.

por Carolina Olmedo C.

Imagen / Lotty Rosenfeld, Una milla de cruces sobre el pavimento, versiones de la instalación entre 1980 y 1983. Fuente: memoriachilena.cl


En las primeras horas de la mañana de este viernes supimos de la partida de la connotada artista visual, documentalista e intelectual feminista Lotty Rosenfeld. Recordada por sus trabajos de compromiso antidictatorial como integrante del Colectivo de Acciones de Arte (CADA), como documentalista que acompañó las luchas de las mujeres y de reivindicación de los derechos humanos en Chile y como autora de la reconocida intervención urbana Una milla de cruces sobre el pavimento (1979), la artista se va entre cientos de agradecimientos y memorias provenientes del masivo movimiento feminista formado en años recientes. Una generación que, a pesar del paso del tiempo, ha sabido reconocerse en el alzamiento de mujeres contra la represión dictatorial y su cooptación del Estado. Ello gracias a las imágenes reverberantes de esta insumisión “por la vida” aseguradas por el trabajo sensible de Rosenfeld y otras tantas que supieron perder el miedo para tomar este importante rol testimonial (Paz Errázuriz, Kena Lorenzini, Julia Toro, Carmen Berenguer, entre otras). Y muchas otras no consignadas en las historias del arte, que la acompañaron en su pertenencia al Movimiento de Mujeres por la Vida.

Rosenfeld se fue de este mundo precisamente el día que se promulga la Ley de retiro del 10% de los fondos previsionales, una iniciativa parlamentaria que contó con el apoyo transversal de una ciudadanía que hace años decía fuerte y claro en las calles NO+AFP, reactivando la vigencia de esos trabajos suyos que vieron su origen precisamente en las artes atrincheradas en el seno de la revuelta antidictatorial. El resurgimiento del “No+ Somos+” que residió poéticamente en el trabajo del CADA y luego en su insistente Milla de cruces, muestra la triste vigencia y efectividad de su crítica a un sistema que continúa contemporáneamente su desigualdad. En este sentido, resulta particularmente significativa la reflexión del artista y ex dirigente estudiantil Cristian Inostroza en torno a su fallecimiento: “todas nuestras intervenciones y acciones artísticas son una ralla vertical en el pavimento de Lotty Rosenfeld. No olvidaremos a quienes nos precedieron con rebeldía y que parten sin el reconocimiento que se merecen”.

Como digna portadora de una insumisión gráfica que ya venía asomando la cabeza en las entrañas del movimiento popular de los años sesenta y el gobierno popular -como gesto visceral de las mayorías contra las matanzas y la represión policial primero, luego contra la sedición y la violencia reaccionaria que amenazaba con desestabilizar el gobierno de Salvador Allende-, Rosenfeld sostuvo en su trabajo colectivo e individual al NO+ como una verdadera tradición insumisa y didáctica abierta contra la dictadura en el espacio público. Al mismo tiempo y con igual relevancia, reconocía en esta zona de contacto que era su propio quehacer un diálogo con (una pertenencia a) una cultura subalterna afirmativa, propositiva, persistente en la acción de un pueblo harto de rabia cuyo lenguaje expresivo ha solido ser desde el siglo XX la acción directa.

Con su partida, observamos nítidamente nuestras deudas intelectuales e institucionales. No sólo con su figura, sino también con la expresividad popular que persistió dentro de su particular sensibilidad artística. También con el ámbito artístico feminista en el que persistió en ser inscrita, referenciándose en una parcialidad arraigada a otras figuras de su generación como Nelly Richard, Diamela Eltit y Paz Errázuriz. Quizás nuestra deuda más grande es precisamente un premio nacional de artes más que merecido, y que pese a sus aperturas recientes devenidas del “mayo feminista” de 2018 insólitamente aún no considera entre sus galardonados/as a otras tantas figuras enormes de su generación, como Cecilia Vicuña, Carmen Berenguer y Alicia Villarreal, entre muchas otras.

Sin referir en extenso a su situación, se vuelve urgente y esperable que las instituciones que adquirieron los trabajos, documentos y memorias feministas a resguardo de Lotty Rosenfeld tomen nota detallada de su vida pública e intelectual. Que estén al nivel de su figura, su afinidad popular, su sensibilidad frente a las movilizaciones y las luchas sociales, su ferocidad como documentalista de los aspectos más oscuros y más luminosos de una época marcada por las luchas de otras y de ella misma por la vida. Sobre todo que estén a la altura de su bravura como feminista, intelectual defensora de los derechos humanos y librepensadora. Un legado que por estos días es más bien un inicio antes que un punto de llegada.

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Historiadora feminista del arte y crítica cultural, integrante fundadora del Comité Editorial de Revista ROSA.