Reivindicar la política

Años de ensayo, error e intentos. Años de fracasos, tropiezos y logros conducentes a esta coyuntura en la que una nueva alianza entre comunistas, frenteamplistas y otras fuerzas de izquierda se encuentra muy cerca de concretar un proyecto político de transformación cuyo principal desafío es estar a la altura de la enorme energía social desplegada en Chile desde el 18 de octubre de 2019 pero que, bien lo sabemos, venía incubándose desde hace por lo menos dos décadas.

por Carlos Durán Migliardi

Imagen / Movilizaciones por la educación, 14 de julio 2011, Santiago de Chile. Fotografía de Osmán Valdebenito.



Hace 10 años atrás, Gabriel Boric era un dirigente estudiantil que participaba de las movilizaciones universitarias de aquel año. Un dirigente que, desde la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, formaba parte de una generación de militantes capaz de interrumpir abruptamente lo que, con el retorno de la derecha al gobierno en 2010, parecía ser la consolidación definitiva del modelo social y económico heredado por la dictadura. Joaquín Lavín, histórico derechista y candidato eterno, era por aquel tiempo Ministro de Educación y principal responsable de la respuesta gubernamental a una de las movilizaciones sociales más potentes e impugnadoras de los últimos 30 años.

Hoy, 10 años después, Gabriel Boric es electo como candidato presidencial de Apruebo Dignidad y uno de los candidatos más competitivos para la disputa de noviembre. Joaquín Lavín, por su parte, sufre nuevamente una derrota electoral que lo deja tempranamente fuera de la próxima elección presidencial y que parece anunciar la crisis definitiva de aquella derecha pinochetista subsidiada por décadas de consociativismo y por la persistencia de una institucionalidad poco generosa en cuanto a espacios de expresión democrática.

10 años, separados por el fallido proyecto de la Nueva Mayoría, el retorno de la derecha al gobierno y un lento y conflictivo proceso de construcción orgánica que derivó en la conformación, en 2017, del Frente Amplio. 10 años desde que los y las otrora dirigentes y militantes estudiantiles curtidas en la movilización callejera deciden dirigirse hacia la disputa político-institucional, levantando organizaciones políticas que, no sin dificultades y con muchos tropiezos, lograron ir articulándose con mundos y generaciones diversas que fueron conformando un espacio político que consolidó la crisis del régimen binominal.

Años de ensayo, error e intentos. Años de fracasos, tropiezos y logros conducentes a esta coyuntura en la que una nueva alianza entre comunistas, frenteamplistas y otras fuerzas de izquierda se encuentra muy cerca de concretar un proyecto político de transformación cuyo principal desafío es estar a la altura de la enorme energía social desplegada en Chile desde el 18 de octubre de 2019 pero que, bien lo sabemos, venía incubándose desde hace por lo menos dos décadas.

Una mirada rápida como la que acá hacemos a la trayectoria política del Frente Amplio y Gabriel Boric nos permite ratificar el valor y sentido de la construcción político-colectiva como herramienta para la generación de cambios. Y es que la aparentemente sorpresiva y abrupta victoria de Gabriel Boric, del Frente Amplio y de Apruebo Dignidad en estas primarias presidenciales está lejos de ser el resultado de aciertos comunicacionales, de maniobras de última hora o de conejos sacados de la chistera. Es el resultado de procesos de construcción colectiva que implican la materialización de lo que, a nuestro juicio, constituye la regla número uno de la actividad política: articular, sumar y pasar de lo individual a lo colectivo.

Pero la construcción colectiva no es un camino fácil. En el trayecto van quedando heridas, se van generando divisiones que derivan en nuevas articulaciones y nuevos intentos. Se disputa, se fracasa y se reconstruye. Y la victoria de este espacio colectivo que hoy lleva el nombre de Apruebo Dignidad ha sido justamente eso: la consecuencia de un camino lleno de baches que, es seguro, presentará nuevos baches y nuevas divisiones.

Hacer política es precisamente eso. Comenzar, recomenzar, fracasar y volver a levantarse. Y por eso mismo es que constituye una actividad tan ingrata como incierta, pues su gracia reside en el reconocimiento de que nunca, pero nunca, vendrá la hora de la “victoria definitiva” o de la tarea “totalmente concluida”.

Hoy mismo comenzarán los nuevos desafíos y Apruebo Dignidad se verá enfrentada a la necesidad de seguir tejiendo el proyecto político que pueda llevarla a ser gobierno. Pero por ahora, en medio de este nuevo acontecimiento electoral, vale recordar y reivindicar, por un momento, el valor de la política como espacio de construcción colectiva.

Carlos Durán Migliardi
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Investigador del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Juventud en la Universidad Católica Silva Henríquez.