El proyecto senatorial de Fabiola Campillai en las tensiones del proceso de cambio

El principal objetivo que nos hemos propuesto es llegar al Senado para que se escuche la voz del pueblo que ha sido marginado durante tantos años de las políticas que le han afectado. El país crece, pero los pobres se empobrecen. El segundo objetivo es que nos proponemos buscar voluntades al interior del Congreso para impulsar leyes que hagan justicia al pueblo trabajador cuyos sueldos no le permiten salir de la pobreza y cuyas pensiones lo dejan en el abandono. En tercer lugar, queremos demostrar que se puede (hacer) una buena política con convicciones, compromiso, lealtad y solidaridad. Nosotros no necesitamos que los poderosos y millonarios nos financien nada.

por Juan Pablo Vásquez Bustamante

Imagen / Fabiola Campillai en la Corte Suprema, 7 de julio 2021, Santiago, Chile. Fuente: Mediabanco Agencia.


La revuelta popular de octubre de 2019 abrió una ventana de cambios que aún está en proceso y en disputa. Es difícil proyectar con certeza la magnitud y profundidad que alcancen las transformaciones en marcha, sin embargo, parece claro que una parte importante de aquello se juega en dos espacios institucionales, el proceso constituyente y las elecciones generales de noviembre.

Este proceso de cambio se manifiesta, al menos, en tres esferas relacionadas. En primer lugar, algo que se evidenciaba desde el mismo estallido del 18 de octubre, y es que se trataba de una revuelta popular antineoliberal, no porque así lo quisieran quienes son parte del amplio campo de las izquierdas, sino porque así lo indicaban las demandas levantadas por el pueblo movilizado en las calles a lo largo de Chile, por cierto, en su gran mayoría sin militancia.

En segundo lugar, algo que ya se podía percibir en la carne viva de la revuelta y que tomó curso con mayor claridad en la asamblea constituyente, y es que todo el proceso incluía una crisis del orden y el sistema político. El estallido de demandas populares producto de los efectos del modelo neoliberal, generó un escenario que permitió la entrada de un fuerte cuestionamiento al pacto de la transición, pero también a una serie de elementos de más larga duración, de los símbolos, del orden y del tipo de Estado bajo el cual las elites dominantes, han organizado las relaciones de poder desde los años posteriores a la independencia y los orígenes mismos del Chile republicano.

En tercer lugar, una esfera que se retroalimenta estrechamente con los campos anteriores, y cuya radicalidad y profundidad en gran medida motoriza aquellas esferas. Pues, así como se ponía en cuestión el pacto de la transición y el orden político en Chile, la revuelta popular impugnaba explícita y radicalmente a los actores que habían sido parte de aquellas formas de organizar el poder, y que en las últimas décadas habían sostenido y profundizado el modelo neoliberal.

Este último ámbito se manifiesta en la superficie a través de dos movimientos opuestos y simultáneos, la fuerte crisis de los bloques que coparon y protagonizaron el pacto de la transición, y la emergencia de nuevos actores independientes a los bloques anteriores, en algunos casos provenientes del campo popular, de las organizaciones y las luchas sociales. Ambos movimientos se expresaron y tomaron cuerpo institucional en el proceso electoral de mayo del 2021.

Este proceso de cambio expresado en estos tres ámbitos, está en marcha y en permanente disputa. La primera esfera se mueve en una tensión que va desde sectores que defienden el modelo y que solo buscan corregir sus excesos para evitar los abusos, hasta una heterogeneidad de actores que, con matices y diferencias, plantean la superación del neoliberalismo. Asimismo, la segunda y la tercera esfera se mueven en una tensión como una escala de grises, desde un simple recambio generacional de actores y una mutación del escenario político, pasando por la inclusión de nuevos mecanismo de participación, hasta una búsqueda de construcción de un nuevo orden donde distintos actores históricamente marginados tengan un rol protagónico.

En este contexto, la candidatura independiente fuera de pacto de Fabiola Campillai al senado por la Región Metropolitana, expresa la tensión manifestada dentro de estas esferas. En su caso, no solo debe enfrentarse a sus adversarios políticos, sino que también debe derrotar a un sistema electoral que reduce sus posibilidades, no solo por el cálculo, sino por la desequilibrada exposición pública en relación a los partidos otorgada por los espacios institucionales durante la campaña.

Este artículo busca construir un perfil político de la candidatura de Fabiola Campillai, que permita reconocer su proyecto, dimensionar su significado y alcance en el marco de las tensiones y disputas de este proceso de cambio, y debatir con las otras candidaturas del amplio marco de las izquierdas. Para construir este perfil político, se utilizó material de prensa, documentos de campaña, y una entrevista en profundidad realizada a Fabiola Campillai, donde establece una serie de definiciones políticas que en un porcentaje importante emergen de su propia experiencia de vida.

Fabiola, la politización del cuerpo, de la vida, de la tragedia.

La vida de Fabiola Campillai cambió para siempre el 26 de noviembre del 2019 cerca de las 21 horas. Como es de público conocimiento, una bomba lacrimógena disparada desde unos 50 metros impactó su rostro. Fabiola recuerda el golpe, el dolor, caer al suelo y despertar en un hospital una semana más tarde sin entender bien lo ocurrido. Fue Ana María, su hermana, quien desesperada encaró a los miembros de Fuerzas Especiales de Carabineros que habían disparado para que prestaran ayuda urgente. No lo hicieron. Su respuesta fue lanzar otra lacrimógena, esta vez a los pies. Fue un vecino quien llegó primero a socorrer, y un amigo quien facilitó su vehículo para trasladarla a la urgencia de algún centro hospitalario.

También, es de público conocimiento que la vida de Fabiola corrió un serio riesgo, que el impacto le provocó múltiples fracturas, incluidas en su cráneo, que perdió tres sentidos, la vista, el gusto y el olfato, que sumó más de veinte horas de operaciones, dentro de las cuales, los doctores, además de salvarla, debieron reconstruir su rostro.

Fabiola tiene 38 años y es mamá de 3 hijos. Como muchas mujeres en Chile, fue madre adolecente, en su caso, a los 16. Fabiola vive en un pasaje de casas pareadas en la población 5 Pinos de la comuna de San Bernardo, es vecina de su hermana Ana María, juntas, se protegen, se cuidan, son amigas, compañeras. Fabiola es colocolina, igual que su esposo Marco, Ana María de la U, aunque les gusta ver los superclásicos juntas.

En la población, Fabiola es una activa líder vecinal, ha sido dirigenta, trabajó por mucho tiempo con la Junta de Vecinos y con el comité Adelanto Vecinal, cada navidad recolectaba juguetes para los niños del sector, apoyaba en los incendios en Santa Olga cuando fuese necesario, se organizó con sus vecinos para lograr un paso multipropósito cuando el Tren Central se instaló en San Bernardo, generaba y lideraba distintas iniciativas en la comunidad.

Fabiola, además de pobladora, dirigenta y activa luchadora social, es trabajadora. Se desempeñaba en la vieja fábrica de Nos de la empresa de pastas Carozzi, en la unidad de la lasaña, allí, además de ayudar a la operaria de la máquina y seleccionar las hojas, era parte del cuerpo de bomberos interno de la compañía y defensa en el equipo de fútbol femenino de la planta.

Precisamente, la tarde del 26 de noviembre del 2019, Fabiola caminaba junto a Ana María por su pasaje rumbo a la Avenida Portales para tomar el bus de acercamiento que la llevaría a cumplir con su turno de noche correspondiente a aquella jornada. La compañía era importante, hacía ya más de un mes se había desatado el estallido social y la revuelta popular, el conjunto de protestas se había desplegado a lo largo del país. Por las noches, el aire de las poblaciones de San Bernardo se llenaba de gas lacrimógeno, y en ocasiones, aquellas bombas caían a los techos de los vecinos.

Esa tarde, algo quiso que Marco estuviese con turno de trabajo, y que Ana María acompañara a Fabiola a tomar el bus. El camino parecía tranquilo, en ese momento no había enfrentamientos ni violencia. Las hermanas Campillai notaron rápidamente a un piquete de Fuerzas Especiales de Carabineros vigilando a unos manifestantes que se encontraban a un par de cuadras. Al llegar a un esquina avanzando a su destino, Fabiola, vecina del pasaje, madre de tres hijos, quien se dirigía a su trabajo y que no representaba ni mínimamente un riesgo al orden público, recibió el impacto de la bomba lacrimógena en su cara lanzada desde unos 50 metros por un miembro de ese mismo piquete de Fuerzas Especiales de Carabineros.

A diferencia de otras víctimas de la violencia policial en el marco de la revuelta, Fabiola no estaba participando de la protestas, ni en ese momento en específico, ni había salido a las marchas durante las semanas anteriores. Estaba de acuerdo con ellas, las defendía en las discusiones en su entorno, pero no había hecho parte de las acciones en las calles. Sin embargo, fue brutalmente atacada.

En toda esta tragedia hay dos decisiones clave. Primero, la del carabinero Patricio Maturana de lanzar esa bomba al rostro de Fabiola. ¿Qué vio Patricio Maturana? ¿Qué sintió Patricio Maturana? ¿Vio dos mujeres solas a las que podía violar? ¿Vio dos mujeres solas que no tienen derecho a creer que pueden cuidarse la una a la otra? ¿vio dos enemigos de la guerra que su Presidente dijo que existía? ¿Vio un otro, un extranjero, un no chileno, un traidor a la patria, un peruano en la Guerra del Pacífico al cual enterrar el corvo? ¿dos mujeres con cara de indias? ¿dos mujeres que son indias? ¿dos mujeres que se parecen a él? ¿sintió una extraña pulsión, un odio repentino, un impulso psiquiátrico histórico? ¿quiso ser por un segundo el conquistador, el encomendero, el amo, el hacendado, el dueño de fundo? ¿quiso hacer por una vez lo que le hicieron a la sangre de toda su línea materna hacia atrás por varios siglos? ¿quiso vengarse sin siquiera vengarse por ser el huacho, el negro, el indio, el pelo tieso, el hijo de la nana, el crío de la china que tiene una pieza en el patio? ¿en esa bomba iba su pene? ¿esa bomba iba impulsada en una larga secuencia histórica por las profundas secuelas sicológicas de la subalternidad reproducida generación tras generación? ¿o simplemente se trata de un psicópata vestido de verde por culpa de los deficientes filtros en la admisión a Fuerzas Especiales… o los adecuados, de acuerdo quizás a qué objetivos? Lo cierto es que el carabinero Patricio Maturana decidió que podía dominar y destruir el cuerpo de Fabiola Campillai.

La segunda decisión clave la tomó Fabiola. Fabiola decidió que su cuerpo le pertenecía primero a ella, y que no solo era víctima de la violencia de los agentes del Estado y de la violación de derechos humanos, era sobreviviente, era eso y más, era eso y el paso siguiente. Fabiola decidió que su cuerpo además de haber sido objeto de opresión, de sometimiento, de violación, de esclavitud, ahora era sujeto activo de liberación, de emancipación, de lucha, de una disputa de poder desatada. Fabiola sufrió en su cuerpo esta experiencia de vida como una tragedia, pero decidió transformarla en un hecho político.

Fabiola primero ganó su pelea interna, después emprendió una lucha por justicia, no solo ante su situación, si no que frente a todos los casos de violaciones a los derechos humanos por parte de agentes del Estado en el marco del estallido social y la revuelta popular, se transformó en un símbolo de las luchas del octubre chileno, acompañó y apoyó la campaña por el apruebo para una nueva constitución, y, a mediado del año 2021, anunció su postulación al Senado como candidata independiente.

 

Fabiola, candidata independiente al senado.

En su mirada crítica, Fabiola dice no ser una profesional de la política y no necesitar serlo. Por el contrario, afirma que el país lleva décadas gobernado por profesionales altamente calificados, y que sin embargo, el nepotismo, la corrupción, los negociados, son gran parte del saldo moral del orden dominante. Señala que su candidatura no es puramente simbólica ni producto de una rabia descontrolada, sino que busca llevar lo mejor del espíritu del 18 de octubre a los lugares donde reside el poder, donde no se escucha ni a la gente común ni a las organizaciones sociales.

Fabiola es trabajadora, pobladora, dirigenta y una activa luchadora social, y eso es precisamente uno de los elementos que quiere legitimar con su proyecto, que la gente común y el mundo de las organizaciones sociales deben llegar hasta los lugares donde se concentra el poder. Precisamente, aquella reflexión en articulación con su propia realidad de vida, es una de las claves fundamentales que se esconden en la candidatura de Fabiola. Ya no la crítica o la impugnación al poder, si no la búsqueda de que un ser del mundo extramuros al poder pueda ingresar por una ventana abierta, y desde adentro quebrar el vidrio e intentar abrir más ventanas. En este sentido, este proyecto se establece, aunque no excluyentemente, en aquella tercera esfera que se planteaba al inicio de este artículo, y agudiza la tensión intentando trasladar el eje hacia uno de los polos: la entrada de seres y entes históricamente marginados al sistema político y alejados de las relaciones de disputa de poder, para desde ahí, como sujetos y agentes de cambios, pujar por profundizar el proceso de transformaciones en marcha, entendiendo que su propia entrada contribuye en esa puja.

En este marco, el proceso constituyente es un hito histórico y referencial, pero profundamente inacabado e insuficiente. Confirmar que todo lo que ocurre en Chile desde octubre del 2019 es un proceso enraizado y no solo un momento de cambios, significa la reproducción y profundización a través del tiempo del camino abierto institucionalmente con el proceso constituyente y la elección de sus miembros. Si todo lo hecho hasta ese punto queda solamente ahí, es que esto fue solo un momento.

En este sentido, es certera la reflexión de Fabiola planteada en un entrevista televisiva, donde decía creer que efectivamente se viven cambios, pero planteaba la necesidad de hacerse parte de aquellas transformaciones, de dar luchas que, por pequeñas y diversas que sean, son válidas e importantes. Esas pequeñas y grandes luchas, se hacen parte del flujo que empuja a que todo este conjunto de cambios inacabados e insuficientes, sean definitivamente un proceso profundo y no solo un momento.

Al preguntar a Fabiola cuáles son los objetivos y ejes principales de su proyecto, ella responde:

“El principal objetivo que nos hemos propuesto es llegar al Senado para que se escuche la voz del pueblo que ha sido marginado durante tantos años de las políticas que le han afectado. El país crece, pero los pobres se empobrecen. El segundo objetivo es que nos proponemos buscar voluntades al interior del Congreso para impulsar leyes que hagan justicia al pueblo trabajador cuyos sueldos no le permiten salir de la pobreza y cuyas pensiones lo dejan en el abandono. En tercer lugar, queremos demostrar que se puede (hacer) una buena política con convicciones, compromiso, lealtad y solidaridad. Nosotros no necesitamos que los poderosos y millonarios nos financien nada”.

 

“Nuestros ejes principales tienen que ver con el respeto y defensa de los derechos humanos, culturales, políticos y sociales del pueblo, esto es justicia, salud, educación, pensiones humanas, etc. Nos interesa la defensa y reivindicación de la mujer y su rol en la sociedad. Y, por cierto, justicia y reparación para los miles de afectados por la violencia policial y militar”.

 

Aquella reflexión de Fabiola respecto a la necesidad de involucrarse en los cambios, no solo es una mirada amplia y genérica, implica que tanto el pueblo movilizado como las organizaciones sociales y sus dirigentes, deben asumir activamente esa responsabilidad de llegar a los espacios donde reside el poder.

En ese sentido, al preguntarle a Fabiola respecto a la vinculación y la relevancia de sus roles como dirigente vecinal y líder social en su posible trabajo como senadora, ella responde:

“Creo que mi principal contribución en el senado será llevar la voz de lo que no tiene voz. El sistema político ha trabajado por más de treinta años de espaldas a la gente sencilla, humilde, pobre, esa que vive de un sueldo miserable. Mi rol de trabajadora, obrera de una industria de pastas y haber sido siempre activa dirigente social en distintos ámbitos, me ha permitido conocer desde muy cerca la realidad del pueblo que los políticos no conocen. Ese será nuestro mejor aporte: representar a los que son como yo”.

Y ante la pregunta de si ella cree en la posibilidad de que otros luchadores y luchadoras sociales puedan entrar a la política institucional como agentes de cambio, Fabiola plantea:

“Yo no sé por qué aún no han tomado esa decisión. ¿Por qué dejan en manos de los mismos de siempre las decisiones que los afectan? Es raro que dirigentes sociales respetados, que encabezan organizaciones de mucha gente y que siempre salen a la calle no hayan decidido enfrentar al sistema en la política. Ojalá que podamos hacer algo con nuestro ejemplo, de ganar”.

“…Cada uno es dueño de sus propias decisiones y nosotros no queremos ser quienes digan lo que hay que hacer. Eso sí, nos gustaría que muchos otros luchadores sociales salieran a disputarles a los políticos corruptos esos lugares en donde se toman las decisiones. Ahí comenzarían a cambiar las cosas de verdad. Es decir, cuando no quede ni un solo político corrupto, las cosas habrán cambiado”.

Sin embargo, más allá de este conjunto de definiciones, el proyecto de Fabiola enfrenta dos particularidades importantes que se vinculan. En primer lugar, su candidatura independiente fuera de pacto se enfrenta al hecho concreto de que bajo el sistema electoral queda en una importante desventaja frente a las listas de los partidos, aquello se hace notorio inclusive en la distribución de los tiempos de la franja electoral televisiva, donde Fabiola recibió 0,1 segundo para difundir sus ideas. En segundo lugar, su proyecto se enfrenta electoralmente a otras candidaturas que también se plantean a favor de las demandas de la revuelta popular y el proceso de cambios, y que son parte del campo y la tradición de las izquierdas. En este marco, existe el doble riesgo de dividir la votación favorable a los cambios, y que un porcentaje importante de ella, a partir de una mirada práctica y utilitaria, sea captada por las listas de los partidos de izquierda.

Frente a las dificultades de la independencia, Fabiola señala que optar por este camino le permitía una mayor amplitud y una mayor representación de gente común y sencilla que no tiene acceso a los partidos o simplemente no les interesa. Al preguntarle respecto a las formas de lograr derrotar los obstáculo de la independencia, señala:

“Para el pueblo, para la gente pobre y marginada, nunca nada ha sido fácil. Nunca. Todo se logra mediante muchos esfuerzos, desde tener donde vivir, alimentar a la familia, educar a los niños, vestirse, tratar de ser feliz. Por eso este desafío es otro más para nosotros. La diferencia es que contamos con la solidaridad de mucha gente que quiere colaborar con nosotros. Nuestra causa es la de muchos. Le voy a decir algo clave: para el pueblo combativo, solidario, decidido, no hay jamás un obstáculo que sea invencible. Y, por cierto, una de las primeras leyes que impulsaré es que los independientes, la gente sin partido, los dirigentes sociales, puedan competir en todas las elecciones en igualdad de condiciones con los otros”.

Respecto a sus grandes diferencias con los partidos y candidaturas de la lista Apruebo Dignidad y Dignidad Ahora, Fabiola señala:

“Quizás coincidamos en algunas cosas, en querer justicia, igualdad, reparación, respeto a los derechos de las personas, incluso superar el neoliberalismo. Pero nos diferencia la manera de entrar a la política y relacionarse con la gente del pueblo una vez adentro. Algunos de esos partidos que usted dice, han estado en algún momento relacionados con gobiernos que han dejado las cosas como están, es el caso del Partido Comunista y el Partido Humanista, y es bueno que ahora estén del otro lado. En el caso del Frente Amplio, abrieron grandes expectativas, pero han ido cambiando su discurso al del sistema y de cierta manera también han estado relacionados con el sistema, se han acomodado, se han sentido bien ahí. Es lo que uno puede percibir. Nosotros creemos que una amplia unidad que cambie las cosas debe y puede salir del pueblo organizado, solidario, con un proyecto y no mediante arreglines”.

El proyecto senatorial de Fabiola en cuanto a su propuesta programática, recoge y expresa las demandas antineoliberales de la revuelta popular y de los ciclos o momentos de movilizaciones sectoriales anteriores en el país, y se hace parte de una agenda de búsqueda de un nuevo modelo basado en un estado de derechos, que de todas formas se vincula con propuestas históricas de las izquierdas.

Es así como, se plantea el compromiso de lucha por un acceso a la salud universal, pública e integral, recalcando una búsqueda de mejora en cuanto a salud mental, y un re-enfoque en la política de drogas hacia la prevención y rehabilitación. De igual forma, se compromete en la lucha por un sistema de educación universal y gratuito a todos los niveles, resolver la deuda histórica docente, y una política de educación sexual integral. En materia laboral, establece un compromiso por trabajar en función de una mayor seguridad y asociatividad de l@s trabajador@s, exigir condiciones laborales justas, e impulsar el trabajo de mujeres, jóvenes y personas con discapacidad. Al mismo tiempo, se compromete a trabajar por el fin del sistema de AFP e iniciar un nuevo sistema de pensiones universal, de reparto y solidario.

En materia socioambiental, compromete su apoyo a todo proyecto que considere al agua como un bien común, la protección de la biodiversidad, acabar con las zonas de sacrificio, perfeccionar la institucionalidad ambiental y garantizar la protección de l@s dirigentes socioambientales.

Hay cuatro aspectos que toman particular importancia en este programa a partir de la propia experiencia de vida reciente de Fabiola, como son: justicia, derechos humanos, capacidades diferentes y políticas de género. En este marco, se recalca la búsqueda del reconocimiento de las violaciones a los derechos humanos por parte del Estado tanto en dictadura como en democracia, la reparación integral para víctimas y sobrevivientes de estas violaciones a los derechos humanos, la Ley de Indulto general para los presos de la revuelta, así como el compromiso por trabajar para mantener afuera de los espacios de participación popular y los medios de comunicación los discursos negacionistas. Asimismo, es relevante su mirada respecto a las fuerzas de orden, donde se plantea la refundación del ejército y las policías, un control civil sobre ellas, carrera única y una formación interdisciplinaria en Derechos Humanos. De igual forma, este proyecto propone una lucha por la paridad de género en todos los niveles de representación popular, un reconocimiento del trabajo doméstico y de los cuidados, punto que está siendo también fuertemente levantado por algunas constituyentes, plantea un reconocimiento constitucional y un proceso educativo en derechos para las personas con problemas de discapacidad, lo cual también involucra el rol de les cuidadores.

 

El proyecto de Fabiola, tres niveles y tres obstáculos. Posibilidad de profundización de los cambios.

Es difícil saber lo que efectivamente va a ocurrir el 21 de noviembre. Se trata de un importante enfrentamiento en la cancha de la institucionalidad, entre las fuerzas conservadoras del orden del Chile pre octubre 2019, y las fuerzas que empujan, con diferentes gradualidades y objetivos de largo plazo, el proceso de cambios. En ese marco, la candidatura de Fabiola Campillai parece particularmente significativa, y puede ser entendida en tres niveles que se relacionan. Se trata de una candidatura independiente fuera de pacto, disputando votos con las listas de los partidos y enfrentándose a las reglas de un sistema electoral que reduce sus posibilidades de ganar. Más aún, después de una serie de acontecimientos durante este año 2021, parece que la valoración positiva en sí misma de la independencia política frente a los partidos, ha perdido espacio en el país. Asimismo, se trata de la candidatura de una de las víctimas y sobrevivientes más emblemáticas de la violencia policial y las violaciones a los derechos humanos en democracia, y particularmente en el marco de la revuelta popular. Alguien que, a dos años de haber sido brutalmente atacada con una bomba lacrimógena en su rostro, podría sellar su entrada al Senado. De igual forma, se trata de una candidatura que toma el camino abierto institucionalmente en las elecciones de constituyentes, un ser completa e históricamente marginado por las elites dominantes del régimen y el orden político, aprovechando la grieta abierta por la revuelta de octubre del 2019 para entrar al sistema político y desde ahí constituirse en agente de cambios, y botar ladrillos de las murallas del poder para ayudar en la entrada de más pueblo.

Estos tres niveles constituyen el proyecto detrás de la candidatura de Fabiola, y se introducen en los nervios de la tensión del proceso de cambios. Sin embargo, a su vez, ofrecen un manto de dificultades para llevarlo a cabo. Cada uno de estos niveles es un obstáculo. Pues bien, ¿qué probabilidades hay de que una candidata independiente fuera de pacto, que al parecer divide la votación de la izquierda, pueda efectivamente conseguir los votos necesarios para ganar un cupo al senado? Más aún, ¿qué probabilidades hay en un país como Chile, que una mujer de 38 años, madre de 3 hijos, que vive en un población de casas pareadas en San Bernardo, sin estudios formales, que completó su enseñanza media a los 36 años, una trabajadora que gana el sueldo mínimo, pueda convertirse en Senadora de la República? Tal vez, la misma probabilidad o menos aún, de que una mujer de 36 años, madre de 3 hijos, trabajadora que gana el sueldo mínimo, en el corazón del Chile neoliberal, de la desarticulación social y el individualismo, decida terminar el colegio, y además de todo, convertirse en futbolista amateur, bombera, dirigenta vecinal y líder social.

Estos tres niveles complejizan el triunfo y la llegada del proyecto de Fabiola Campillai al Senado, pero a su vez le otorgan el sentido y la potencia que tiene. Pues, si ya es brutalmente poderoso desde lo simbólico, que una de las más emblemáticas víctimas y sobrevivientes de las violaciones a los derechos humanos por agentes del Estado en el marco de la revuelta se convierta en senadora, resulta ser radicalmente movilizador y profundizador del proceso de cambios, que una mujer desde lo más profundo de la subalternidad neoliberal y de la mutación en el tiempo del orden portaleano, logre romper las murallas del Senado, legisle en función de cambiar el orden dominante en el país, y empuje la entrada de los sectores populares como agentes de cambio a los espacios institucionales que sostienen las viejas y conservadoras estructuras y relaciones de poder.

Esa radicalidad, esa densidad y poder, no la pueden aportar las candidaturas de las listas de izquierda, porque no está en sus manos, porque no está a su alcance, porque no son eso. El proyecto de Fabiola implica una toma de conciencia y búsqueda de subversión de las relaciones de dominación a partir de la más cruda experiencia, a partir de la materialidad misma, a partir de lo más íntimo de sus propias condiciones objetivas, a partir de un rompimiento radical de la complicidad estructural que la relaciones de dominación logran generar en el dominado. Quiebre movilizado y gatillado en su caso, tal vez, por la tragedia.

La posible entrada al senado del proyecto de Fabiola Campillai, en una línea de continuidad de las elecciones y el trabajo de los constituyentes, y como producto del proceso abierto con la revuelta de octubre del 2019, se introduce en la carne viva de la disputa al interior del proceso de cambio, y empuja hacia su profundización, se constituye como una posibilidad de estirar radicalmente el límite del proceso en marcha. Sin embargo, como todo lo que ocurre desde octubre del 2019, la potencialidad de este proyecto se trata de una situación inacabada, insuficiente, en marcha y en disputa, tal como la vieja citroneta que tenían mis papás cuando yo era niño en la década de los noventa, en la cual íbamos a vender helados a las canchas en las tardes de domingo, si realmente queríamos llegar, teníamos que bajarnos todos a empujar.

Juan Pablo Vásquez Bustamante
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Doctor en Estudios Americanos. Profesor de la Universidad Alberto Hurtado.