“En torno a lo político”, de Chantal Mouffe. Reseña

A más de quince años de la primera edición de este libro y con una buena serie de experiencias políticas progresistas y familiarizadas con las tesis de Mouffe y también de Ernesto Laclau ¿qué implicancias tuvo reestablecer lo político en la política? ¿cómo ha ido avanzando aquello de reestablecer el conflicto en el centro de las disputas democráticas? Las respuestas son muchas, y es difícil hacer un balance de ese experimente, y no sin caer en una serie de valoraciones ambivalentes de difícil síntesis.

por Luis Thielemann H.

Imagen / En torno a lo político.


Con este texto de Luis Thielemann a propósito de la reedición del Fondo de Cultura Económica de En torno a lo político, de Chantal Mouffe, ROSA retoma su aclamada sección de reseñas y comentarios de libros. El propósito de esta alianza con la Librería del Fondo Gonzalo Rojas es configurar una escena de crítica y reflexión que sitúe lo más reciente de la producción en literatura, artes, historia, sociología, economía y pensamiento político en el marco de los intereses de la izquierda. En esa clave, convocamos aquí a comentaristas dispuestos a visibilizar y discutir el nervio político de cada libro, contribuyendo así a poner el trabajo intelectual por sobre esa esterilización forzada que impone el academicismo neoliberal. A quince años de la primera edición de En torno a lo político, Thielemann explora las diversas implicancias que tuvo reestablecer lo político en la política, y desde ahí afronta la pregunta que ningún análisis serio podría esquivar: ¿cómo pensar la proyección de las hipótesis de este clásico en aquello que la intelectualidad denomina “populismos de ultraderecha” o neofascismos?

 

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Publicado el mismo año que Ernesto Laclau, su pareja, editó el ya clásico “La Razón Populista” (Buenos Aires: FCE, 2005), “En torno a lo político”, de la intelectual belga Chantal Mouffe, es una obra que puede leerse bien como una de las partes principales del “laboratorio” de la teoría del populismo de izquierdas. En un tópico clásico de su obra, Mouffe dedica este libro a reestablecer el lugar central e inevitable del conflicto en la política. En sus palabras, volver a situar lo propiamente político -el antagonismo “constitutivo de las sociedades humanas”- en el centro de la política, las “prácticas e instituciones mediante las cuales se crea [o mantiene] un determinado orden”. Publicado todavía en el auge del neoliberalismo, en el entusiasmo capitalista de creer haber alcanzado el “fin de la historia”, y bajo la hegemonía de las hipótesis que la autora califica como “post-políticas” (es decir, reacias al antagonismo social), el libro se enfrentó abiertamente a ese presente totalitario, para proponer una nueva forma política para la democracia popular.

En ese sentido, el libro avanza resolviendo nudos problemáticos para, primero, desmontar la hipótesis postpolítica y afín a la dominación neoliberal del período de inicios del siglo XXI, “Concebir el objetivo de la política democrática en términos de consenso y reconciliación”, la que es considerada “erronea” y “riesgosa políticamente”. Así, desde la liquidación del enfoque que también denomina “post-adversarial” de la política, y en algo que también es una marca de Mouffe y otros críticos radicales de similares opiniones, se arropa de Schmitt para recuperar la idea antagonista de la política. Así, buena parte del libro se trata de proponer que “el enfoque agonista que defiendo, reconoce que la sociedad siempre es instituida políticamente”, y critica de diversas formas y ejemplificando sus fracasos, a aquellos que “reducen la política a un conjunto de pasos supuestamente técnicos y de procedimientos neutrales”. En ese objetivo, la obra de Mouffe es notable, y ofreció y todavía ofrece un buen arsenal teórico y conceptual para enfrentarse a los negacionistas del conflicto, algunos todavía borrachos del triunfo de la década de 1990.

Pero, a más de quince años de la primera edición de este libro y con una buena serie de experiencias políticas progresistas y familiarizadas con las tesis de Mouffe y también de Ernesto Laclau ¿qué implicancias tuvo reestablecer lo político en la política? ¿cómo ha ido avanzando aquello de reestablecer el conflicto en el centro de las disputas democráticas? Las respuestas son muchas, y es difícil hacer un balance de ese experimente, y no sin caer en una serie de valoraciones ambivalentes de difícil síntesis. Tal vez valga la pena una breve revisión sobre sus hipótesis respecto de los que la intelectual denomina “populismos de ultraderecha”, o bien, neofascismos.

Según Chantal Mouffe, para 2005, los populismos de derecha surgían allí donde “se habían establecido un consenso en el centro, que no permitía a los votantes hacer una elección real entre políticas significativamente diferentes”, logrando así “articular el deseo de una alternativa al consenso asfixiante”. En eso, es difícil discutir con la autora. Pero desde entonces, hemos visto otros casos. Acá vale un balance crítico respecto de las intenciones de Mouffe. El populismo, al proponer una formalización del conflicto entre fuerzas antagónicas, materialmente antagónicas, y al hacerlo en función de institucionalizarlo y pacificarlo, integrarlo a la democracia, presuponía que los demás actores aceptarían esto, también los neofascistas. Pero ese reconocimiento de lo político, aquel sinceramiento del conflicto como centralidad en la política, cuando sale de la sala de operaciones de la academia y se vuelve una idea de consenso (en occidente, especialmente tras la crisis de 2008), termina por convocar a la política a fuerzas cuya tradición e ideario político no es necesariamente democrático, sino todo lo contrario. No es culpa de la autora las consecuencias inesperadas de las acciones que propone su libro, pero es evidente hoy que el auge neofascista es una respuesta antipolítica contra la centralidad de lo política, es, al igual que en la década de 1930, el populismo de derechas no se asume como parte de una nueva política adversarial, sino como una fuerza que viene a suprimirla, y a reconstruir el consenso perdido, con autoridad, patria y violencia. Así, allí donde se ha logrado politizar la democracia y los procesos electorales de masas, y el conflicto social ha copado la escena, el neofascismo se ha movilizado en rechazo a su institucionalización, y su posición busca expulsar el conflicto hacia los nuevos “afuera”: los migrantes, los países fronterizos, colectivos subalternos, las minorías sexuales, raciales o religiosas; en fin, todos los grupos sociales que necesitan del conflicto para reformar el Estado y el orden productivo. Así, el éxito populista por romper el consenso de centro y volver a una política democrática del conflicto social, lejos de detener o expulsar al fascismo de la política, debió reconocer que esa es la forma política adversarial de buena parte de las clases dominantes, que las mismas no habían asumido el mismo nivel de compromiso democrático que las clases populares, y que su estrategia histórica sigue siendo la violencia del poder.

En ese sentido, el libro de Chantal Mouffe sirve de punto de partida, uno entre otros, pero uno fundamental, para comprender el derrotero político tanto de la crisis teórica y material de la línea política neoliberal del “fin de la historia”; así como de las formas en que, tras la primera década del siglo XXI, ha vuelto el conflicto social al centro de la lucha política institucional. También sirve de manual de los derroteros reales de la conflictividad política, y así reconocer que la actual tensión política que parece atravesar a todo el globo, el ambiente de crisis, no es una negación de las tesis que buscaron devolver a la política su potencia reformadora e histórica; sino, por el contrario, su confirmación: hay crisis, hay inestabilidad, porque hay democracia de masas. La pregunta es cuánto tiempo más la égida capitalista soportará un nuevo ciclo de ofensiva de las mayorías, hacia el Estado y la sociedad, por recuperar sus vidas.

 

 

Esta reseña fue realizada para el portal “Leemos porque sí”, sustentado por el Fondo de Cultura Económica como herramienta de difusión y estímulo a la lectura en Chile. Esta publicación realizada colaborativamente por Revista ROSA y el FCE se puede consultar también en dicho portal.

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Historiador, académico y parte del Comité Editor de revista ROSA.

Un Comentario

  1. Mouffe restablece el conflicto contra los intentos de reducir la política a gestión. Pero, para ella, conflicto no equivale a antagonismo. Distingue expresamente dos tipos de conflictos. Por un lado, está el “agonismo” de conflictos moderados entre adversarios, como Piñera y Bachelet. Por otro lado, está el “antagonismo” de conflictos radicales por modificar la unidad política, algo así como que son 30 años o la reivindicación de Pinochet.

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