El ceño fruncido al mirar un logo

por Luis Thielemann H.

Lo que requiere los mejores esfuerzos no es una nueva, la enésima, estrategia comunicacional. Tampoco un simulacro de “batalla de las ideas”, cuyos llamados no se traducen ni siquiera en una que otra columna. Nada. Lo mismo los llamados a la “presión ciudadana” hechos con calculada y poco creíble desesperación y de los cuales no se toma ninguna medida concreta. Y es que tampoco se puede mucho, donde antes había inteligencias y sabidurías de lucha hoy solo hay sobreideologización de la “buena gestión” de jóvenes profesionales y operadores heredados de la era concertacionista. Continuar leyendo

La actualidad de la revolución. El Lenin del joven Lukács

por Mario Tronti (Traducción de Luis Thielemann H.)

Si Lenin no hubiera sido también un teórico político, no habría sido capaz de tratar y gestionar una o varias formas de compromiso, un tema que cuestiona las capacidades de todo revolucionario. El político se inclina a continuar por el mismo camino que inició la revolución; el teórico político es capaz de ver la necesidad de pasar a una etapa ulterior, que en cierta medida también contradice los presupuestos de la propia Revolución. Continuar leyendo

“Gane quién gane…”: Notas sobre la soledad de la democracia realmente existente

por Luis Thielemann H.

La mayoría electoral es asalariada, y aprendió hace décadas que la democracia desistió en el siglo XX, a punta de bayoneta y tortura, de no tocar nunca más la ganancia del empresariado, que no intentará mejorar las condiciones laborales a costas de los impuestos de los más ricos, que no buscará fortalecer el sindicalismo y, en cambio, sí fortalecerá a los gremios empresariales. Lo sabe, y de ahí que las elecciones sean un asunto menor. Una elección no va a mejorar las condiciones de la salud pública, ni hará que las pensiones suban. Ya aprendió que cuando se promete eso, después no ocurre. Si se le convoca con dramatismo a defender la democracia y sus garantías, sabe que no es tan dramático, sabe, porque lo aprendió tristemente en años, décadas, de desilusión en desilusión, que esas garantías dejaron de ser reales hace mucho. Le piden votar en nombre de una memoria de lo perdido, pero que en realidad nunca tuvo. Continuar leyendo

Chile y su Constitución a 50 años del golpe: ¿Un momento de consolidación del Estado oligárquico-liberal?

por Luis Thielemann H.

Entre un pinochetismo que es mayoría en el órgano electo para su redacción y que ha ido imponiendo un texto más radical incluso que aquel elaborado en dictadura, que es hoy la Constitución de Chile, una izquierda que siente que levantó este segundo proceso solo para perderlo y una mayoría del país que está agotada del asunto y lo siente como parte del “circo” político y que nada tiene que ver con su vida y sus intereses directos, nadie está llamando a aprobar la propuesta todavía en construcción. Parece que la democracia chilena no tiene quién le escriba. Ni siquiera la derecha, que se debate entre llamar a votar en contra de un proceso del que siempre desconfió o tratar de ganar una pelea electoral al parecer imposible. Continuar leyendo

La renuncia a la alternativa: Antes que la corrupción, la bancarrota ideológica

La izquierda local en cualquiera de sus versiones, desde la ultra radical hasta el progresismo más blando, no ha producido una alternativa a la subsidiariedad. No se ha avanzado más allá de construir organismos privados destinados a capturar fondos estatales para misiones de urgencia social. Para peor, han asumido la tarea de Guzmán y Pinochet como propia, y así han construido su propia maquinaria de organismos privados que deshuesan fondos estatales para “mejorar la vida de las personas”. La diferencia con la derecha se reducía a un asunto de “más verdadera caridad” y de “mayor probidad”. Y esa superiodidad moral hoy se reduce a una mueca triste. Continuar leyendo

De patoteros a consumidores: sobre las razones parciales para votar

por Luis Thielemann Hernández

Así, en esta elección, y en cualquiera, en realidad, el voto nulo, blanco o la abstención han demostrada una ineficacia total. En el mejor de los casos, han sido un problema sin urgencia para la clase política, y hasta un signo de buena salud del país para los más afiebrados neoliberales. Por el contrario, los rechazos de masas a la política se demuestran efectivos. El rechazo convocó precisamente a millones que antes decidían abstenerse y detuvo el mayor esfuerzo progresista en política en cinco décadas. Continuar leyendo

La retórica hipócrita del consenso terrorista. Tres notas sobre una subametralladora y una desde la incertidumbre.

por Luis Thielemann H.

Son muchas cosas las que ocurren y cuesta producir síntesis. El fascismo –porque ese nombre merece esta tendencia actual de masas dirigidas desde el consenso de la política– crece lento pero seguro en la normalidad del país. Son muchos procesos, ocurriendo mezclados en los mismos nodos sociales, en las mismas personas incluso. A veces sus gestores parecen inconscientes, otras inocentes, otras simplemente subordinados o traidores. El arco es terrible y parece copar todas las clases. Un ánimo termidoriano, sin dudas, pero más allá. Una inversión del signo en el reformismo mesocrático, de progresistas a autoritarios. Continuar leyendo

¿Gobiernos de una izquierda post-radical? Los ecos de Atenas 2015 en Santiago 2022

por Luis Thielemann H.

Todo eso se acabó. Prometer nuevos estallidos sociales solo da miedo a los carcamales, no a la gente seria. No se terminó de súbito, por supuesto, sino que en algún punto en el último tercio del siglo XX. De aquello se ha escrito suficiente. En cambio, de cómo se extingue ese fantasma, y no tanto en sus enemigos, sino entre sus incómodos aliados demócratas e institucionalistas, que hoy son toda la izquierda, entendemos poco. Su canto de cisne moribundo es la ausencia de alternativa de orden social y de la producción, de la vida toda, que no sean distintas versiones del capitalismo. La parálisis estratégica del gobierno chileno actual, su frivolidad y hasta ridiculez al intentar conciliar impostada radicalidad con obligada moderación, da cuenta de esos problemas más de fondo. Continuar leyendo

La costosa imaginación de las estrategias sin historia. Algunas notas

por Luis Thielemann Hernández

Esa es la tragedia estratégica: la coalición de gobierno dejó de creer en –o de querer a– la fuerza social que la hizo posible en el Gobierno. ¿Dejó de creer en sus fines, en sus medios o en su subjetividad conformada en la lucha? La parte más grave del problema, en todos los casos, es que dicho alejamiento, dicha desconfianza, es cada vez más mutua. Y eso es el núcleo de oscuridad aterrorizante del problema; porque de ahí, de ese afán de participar, o de cambiar las cosas que movilizó a millones por más de una década y que ahora resultó derrotado en las urnas y luego parece ser frustrado por la izquierda, comen los fascistas del siglo XXI, come la antipolítica que viene a imponer un nuevo feudalismo político en el capitalismo tardío. El populismo de izquierdas, al trancarse en sus promesas y desmentirlas con sus acciones, al liquidar su propia historia de luchas en el tacticismo cortoplacista, aumenta el caudal de la antipolítica, de la violencia autoritaria del fascismo por venir. Así de costosa es la imaginación estratégica sin historia. Continuar leyendo

Ya no es posible esconder la muerte. Notas sobre cine, televisión y violencia a cinco meses de guerra en Ucrania.

por Luis Thielemann H.

El Batman de Reeves pone fin a un ciclo sin inaugurar nada, es pesimismo y crisis de sentido, también necesidad de un cambio más allá de lo que puede el superhéroe. La imagen absurda en que queda Iron Man luego de la guerra en Ucrania, es la imagen de las amenazas de las nuevas derechas que no se traducen en más que llamados a que otro, la policía o el ejército, ejerzan la violencia que desean. Ellos no son capaces, tampoco lo son policías y militares. Son tiempos de límites, también para la ultraderecha basada en el retorno a 1990. Batman, lo sabemos, no es de izquierdas, pero en la última película se declara el vacío político del fascismo, también el de la clase social de Bruce Wayne. Batman, como la mejor expresión de la juventud burguesa, ya no tiene más que ofrecer que el cuerpo. Un cuerpo que se nos recuerda débil y limitado. Sus enemigos, también minimalistas y realistas, dan cuenta de ese desborde: la situación de caos de Gotham no es su culpa, sino su ecosistema. No se acabará cuando ellos se acaben. Continuar leyendo