La costosa imaginación de las estrategias sin historia. Algunas notas

por Luis Thielemann Hernández

Esa es la tragedia estratégica: la coalición de gobierno dejó de creer en –o de querer a– la fuerza social que la hizo posible en el Gobierno. ¿Dejó de creer en sus fines, en sus medios o en su subjetividad conformada en la lucha? La parte más grave del problema, en todos los casos, es que dicho alejamiento, dicha desconfianza, es cada vez más mutua. Y eso es el núcleo de oscuridad aterrorizante del problema; porque de ahí, de ese afán de participar, o de cambiar las cosas que movilizó a millones por más de una década y que ahora resultó derrotado en las urnas y luego parece ser frustrado por la izquierda, comen los fascistas del siglo XXI, come la antipolítica que viene a imponer un nuevo feudalismo político en el capitalismo tardío. El populismo de izquierdas, al trancarse en sus promesas y desmentirlas con sus acciones, al liquidar su propia historia de luchas en el tacticismo cortoplacista, aumenta el caudal de la antipolítica, de la violencia autoritaria del fascismo por venir. Así de costosa es la imaginación estratégica sin historia. Continuar leyendo

Teoría para no-aculturados, I

por Claudio Aguayo Bórquez

El gran ensayo deposita una enorme confianza en el estado y particularmente en el ensamblaje gobierno-pueblo para la tarea de “desmontar bloque a bloque el muro que nos cierra el camino”. Sólo un eclecticismo sin límites podía proponer este tipo de andamiaje entre pueblo, heterogeneidad, gradualidad y “desmonte” de la subjetividad neoliberal. Por eso las soluciones terminan siendo igualmente abstractas (“ir más allá de la mercancía y el valor de cambio”) o consignistas (desmontar el neoliberalismo “palmo a palmo”). El destino abstracto de las soluciones ofrecidas se refleja también en la mentada “lógica de lo común” que sería oposicional a la lógica o racionalidad neoliberal. Althusser también hablaba de los intersticios e islotes de comunismo en el capitalismo contemporáneo, pero los identificaba: un estadio de fútbol, una reunión, una fiesta. Precisamente porque la intensificación del capitalismo en la era de los datos ha hecho imposible una individualización transparente de dichos islotes –casi podría decirse, ocupándolos con el big data y la estructuración tecnocapitalista de los intercambios sociales– es que requerimos que el enunciado “lógica de lo común” se despliegue en algún sentido que no sea el de la consigna. De otra manera, sólo aparece como un guiño teórico hacia un lugar indeterminado –contrastando además con el reverso político de la apuesta de El gran ensayo: el estado como palanca de cambio del gradualismo anti-neoliberal. Continuar leyendo

El momento constituyente

por Rodrigo Muñoz B.

Partamos por olvidar que el estallido social fue un triunfo de nuestras ideas, al mismo tiempo que establezcamos como punto de partida que las izquierdas abandonemos la nueva Constitución para llenar el vacío de proyectos políticos que adolecemos. Debemos tener en cuenta que hay un cansancio muy grande de la manera en que se vienen haciendo las cosas, que es responsabilidad de los grandes actores políticos, sociales y económicos. Intuitivamente han olido eso quienes están negociando el segundo acuerdo constituyente, dejando fuera un nuevo plebiscito de entrada. Si bien las expectativas de cambio siguen estando vigentes, nada hace creer que este momento se mantenga inalterable en los siguientes meses y no se vuelva un malestar cada vez mayor, como pareciera que están leyendo el Partido Republicano como el PDG esta coyuntura. Continuar leyendo

El sentido de la Derrota como una disputa urgente

por Alexander Salin

Es imperativo que la izquierda, tanto en su expresiones políticas (Apruebo Dignidad, Igualdad, etc.) como sus expresiones sociales (movimientos sociales, sindicatos, sociedad civil), recuperen la iniciativa y que a partir de la necesaria autocritica puedan ofrecer una mirada que permita recuperar el sentido del proceso constituyente y marcar una hoja de ruta clara en el corto plazo. Para construir este sentido, la izquierda debe evitar posiciones reduccionistas que limitan campo de acción a una dimensión meramente institucional, pero también aquellas reducciones que plantean un repliegue hacia la movilización social. Ni el congreso ni la calle por si mismas nos van a permitir darle una salida progresista al conflicto social. Por el contrario, el éxito de las fuerzas transformadoras pasa necesariamente por la articulación de sectores movilizados que puedan incidir activamente en la discusión parlamentaria. Continuar leyendo

¿Qué pasó? ¿Por qué perdimos?

por Juan Pablo Vásquez Bustamante

Por lo pronto, es urgente para el amplio campo de la izquierda, incluyendo a la izquierda que está en el gobierno, construir política para esos sectores populares en el marco de la crisis que vivimos, construir política para la crisis de la política. Volcarse a la materialidad, y a partir de aquello en simultáneo ir disputando en el campo de la subjetividad, que siempre es más lento. Hemos tenido antes capacidad de activar valores, tenemos capacidad de volver a hacerlo. La desconexión con los sectores populares alimenta la fuerza de las fake news. Dicho de otro modo, es difícil que la verdad le gane a la mentira si está dicha en una lengua distinta de quien escucha, si en el fondo la digo para emocionarme yo mismo reforzando mi imaginario, y no para entenderme con el otro. Continuar leyendo

El trauma social de Chile: La impunidad, la incertidumbre, y las secuelas de la revuelta

por Nicolás Morales Sáez

No se puede decretar el fin de un proceso cuando estamos justamente cabalgando sobre un primer ciclo de movilizaciones populares que se ha iniciado tal como hace doscientos años se realizaron una serie de “ensayos constitucionales” en algo que la historiografía conservadora llamó “la Anarquía”. Hemos de recobrar el significado profundo de un pueblo que se moviliza, no desde la confrontación directa que nos llevaría a una guerra civil, sino desde la confluencia de los movimientos sociales que pugnan por la defensa de nuestros derechos, desde el feminismo que ha conquistado el derecho a voto de las mujeres en este suelo sólo hace 70 años y la protección de la representación política de los pueblos originarios que recién constatamos con este último proceso constituyente. A diferencia de lo ocurrido en los primeros años de la República, esta vez el pueblo no aceptará que por la vía de las armas se imponga el orden de Portales y del capital financiero. Si algo nos ha enseñado este proceso constituyente es la potencia de este “nuevo” Chile que busca alcanzar un alto estándar en protección de derechos, derechos que han sido conculcados en pos de un desarrollo económico que beneficia a la minoría de la población y que hasta ahora detenta el poder político. Continuar leyendo

Regreso a Reims: la clase obrera, la derecha y el plebiscito

por Nicolás Román

Morder la tierra de la derrota intensificó el amargo sabor del tiempo que desenterraba con esta victoria al bando de la dictadura. La amargura se sintió como un plomo que hizo naufragar nuestra línea de flotación. Una de las premisas del triunfo del rechazo y de la masiva participación popular se explica por las prédicas sobre el descontento y la disconformidad contra la política, el gobierno y la convención. El ímpetu de la disconformidad transversal sepultó con un martillazo una oportunidad histórica para destrabar la desigual correlación de fuerzas entre los sectores dominantes y las fuerzas de cambio.
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Después de la derrota y la rabia, viene el debate. ¿Qué fue lo que pasó?

por Felipe Ramírez

Junto con ello se necesita subsanar otra falencia relevante y es que la derrota electoral de este domingo demuestra que no existe una lectura concreta sobre el “sujeto” popular en nuestro país, al que aspiramos representar en nuestros partidos y gobierno, sobre sus condiciones de vida, su subjetividad, sus principales preocupaciones y por lo tanto, la forma como lo incorporamos a este –hoy inexistente– proyecto estratégico. ¿Basta con levantar demandas en torno a temas específicos, como salud, educación, vivienda, para ganar el apoyo del voto popular? Junto con ello ¿entendemos a esas capas medias que busca ser representado por Franco Parisi, el semi-fascista Gaspar Rivas y su “Partido de la Gente”, que rehúyen de la incertidumbre y que temen por la posibilidad de “surgir” a través de emprendimientos, sin importar lo precaria que sea su vida actualmente?  La dura evidencia indica que no, y requiere un ejercicio de reflexión, análisis y elaboración por parte de la izquierda. Ambos segmentos en sus franjas despolitizadas y que no habían participado en elecciones o en política durante los últimos años, parecieran haberse volcado masivamente a favor del Rechazo. Continuar leyendo

Editorial #14. Porque ahora no estoy solo, porque ahora somos tantos

por Comité Editorial Revista ROSA

Si gana el Apruebo, habrá ganado la gente y su iniciativa a pesar de los medios, las encuestas y una élite política defensiva. Se abrirá entonces una nueva oportunidad, tal vez la última, para que abandonemos una política burocrática y anquilosada en la institucionalidad estatal. Se hará evidente, esperamos, que para la política de izquierda los principales aliados han sido y seguirán siendo siempre las mayorías populares. De triunfar el Apruebo, la condición de implementación de la agenda constitucional no será la de los acuerdos burocráticos, sino aquella capaz de empujar los cambios que promete la Nueva Constitución: la iniciativa de la ciudadanía organizada. Es necesario y urgente que el Gobierno honre el triunfo otorgado por la gente común convocándola por fin a la política, haciéndola parte de su proyecto como actor principal. Si el pueblo nos otorga un triunfo, es de esperar que la política de un gobierno de izquierda asuma el riesgo que implica hacer política para las mayorías y no para la tranquilidad del capital o la estabilidad a los partidos. Continuar leyendo

Mininco incorporation

por Claudio Aguayo Bórquez

Pregunta obligada es cómo un gobierno con una ideología autonomista termina aplicando una ley especial, cuyo único fin es la represión de carácter político (fue la ley que terminó con Alejandra Matus como la primera exiliada de la democracia chilena), a un sujeto cuya agencia política está sustentada en el mismo discurso teórico-político público que enarbola no sólo ya un intelectual (¿orgánico?) del frenteamplismo, sino también en el pasado el propio presidente, quien el 16 de octubre de 2021 declaraba que “la militarización de La Araucanía sólo va a traer más violencia”. Me parece que esta disociación produce efectos devastadores en la subjetividad de izquierda, porque si bien al nivel práctico de la llamada realpolitik y el “maquiavelismo fruna” del muñequeo parlamentario un cambio de opinión puede ser admitido, la vivencia de estos meses ha sido un travestismo de los conceptos, una capitulación de los principios teóricos. Pasó con los “retiros”, donde surgieron discursos perfectamente monetaristas para contener la inflación, se repitió con los estados de excepción en el sur y ahora con la aplicación de la Ley de Seguridad Interior a Héctor Llaitul. Continuar leyendo